sábado, 28 de febrero de 2015
PABLO EL HOMBRE DE TARSO - Pelicula Cristiana completa - VERPRE
Pablo de Tarso
«San Pablo» redirige aquí. Para otras acepciones, véase San Pablo (desambiguación).
San Pablo
El Greco - St. Paul.jpg
San Pablo, representado artísticamente
por El Greco. Museo de Arte de San Luis (Estados Unidos).
Apóstol de los gentiles y mártir
Nombre Saulo de Tarso
Nacimiento ca. 5 a 10
Vexilloid of the Roman Empire.svg Tarso, Imperio romano
Fallecimiento ca. 67 (tradicional)
ca. 58 (historiografía moderna)
Vexilloid of the Roman Empire.svg Roma, Imperio romano
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana, Iglesias protestantes en general
Principal Santuario Basílica de San Pablo Extramuros, Roma
Festividad 29 de junio (martirio junto a Pedro)
25 de enero (conversión de Pablo)
10 de febrero (naufragio en la isla de Malta)
18 de noviembre (dedicación de la Basílica de San Pablo Extramuros)
Atributos Espada, carta o libro
Patronazgo Roma, Grecia, Malta, Écija, teólogos y prensa católica
[editar datos en Wikidata]
Pablo de Tarso, originalmente Saulo de Tarso o Saulo Pablo,1 2 también llamado san Pablo, nacido entre los años 5 y 10 d. C.,3 en Tarso de Cilicia (actual Turquía centro-meridional) y muerto probablemente entre los años 58 y 67 en Roma, es conocido como el Apóstol de los gentiles, el Apóstol de las naciones, o simplemente el Apóstol, y constituye una de las personalidades señeras del cristianismo primitivo.4 5
De sus epístolas auténticas surge que Pablo de Tarso reunió en su personalidad sus raíces judías, la gran influencia que sobre él tuvo la cultura helénica, y su reconocida interacción con el Imperio romano cuya ciudadanía —en el decir del libro de los Hechos de los Apóstoles— ejerció. Pablo no cambió su nombre al abrazar la fe en Jesucristo como mesías de Israel y salvador de los gentiles ya que, como todo romano de la época, tenía un praenomen relacionado con una característica familiar (Saulo, su nombre judío, que etimológicamente significa ‘invocado’, ‘llamado’), y un cognomen, el único usado en sus epístolas (Paulus, su nombre romano, que etimológicamente significa ‘pequeño’ o ‘poco’).6
Su conocimiento de la cultura helénica — hablaba fluidamente tanto el griego como el arameo — le permitió predicar el Evangelio con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura por lo que su mensaje cosechó un pronto éxito en territorio griego. Pero esta característica también dificultó por momentos la exacta comprensión de sus palabras, ya que Pablo recurrió en ocasiones a nociones helenísticas alejadas del judaísmo mientras que otras veces habló como un judío estricto y observante de la Ley (1Corintios 9:19-21). De ahí que en la Antigüedad algunas de sus afirmaciones fueran calificadas como «τινα δυσνοητα» (transliterado, tina dysnoēta, que significa puntos ‘difíciles de entender’; 2Pedro 3:15-16) y que hasta hoy se susciten polémicas en la interpretación de ciertos pasajes y temas de las cartas paulinas, como por ejemplo la relación entre judíos y gentiles, entre gracia y Ley, etc. Por otra parte, es claro que sus epístolas fueron escritos de ocasión, respuestas a situaciones concretas. Por ello el análisis exegético moderno, más que esperar de cada una de ellas una formulación sistemática del pensamiento del Apóstol, examina las dificultades y particularidades que él presenta, analiza su evolución y debate sobre su integridad.
Sin haber pertenecido al círculo inicial de los Doce Apóstoles, y recorriendo caminos jalonados de incomprensiones y adversidades (2Corintios 11:23-29), Pablo se constituyó en el motor de construcción y expansión del cristianismo en el Imperio romano, merced a su talento, a su convicción y a su carácter indiscutiblemente misionero.7 8 Su pensamiento conformó el llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.9
De las llamadas epístolas paulinas, la Epístola a los romanos, la Primera y la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los tesalonicenses (probablemente la más antigua) y la Epístola a Filemón tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido. Ellas son, junto con el libro de los Hechos de los Apóstoles, las fuentes primarias independientes cuyo exhaustivo estudio científico-literario permitió fijar algunas fechas de su vida, establecer una cronología relativamente precisa de su actividad, y una semblanza bastante acabada de su apasionada personalidad. Sus escritos, de los que nos han llegado copias tan antiguas como el papiro \mathfrak{P}46 datado de los años 175-225, fueron aceptados unánimemente por todas las Iglesias cristianas. Su figura, asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana, resultó inspiradora en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la literatura, y la cinematografía y es para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de doctrina y de espiritualidad.10
«San Pablo» redirige aquí. Para otras acepciones, véase San Pablo (desambiguación).
San Pablo
El Greco - St. Paul.jpg
San Pablo, representado artísticamente
por El Greco. Museo de Arte de San Luis (Estados Unidos).
Apóstol de los gentiles y mártir
Nombre Saulo de Tarso
Nacimiento ca. 5 a 10
Vexilloid of the Roman Empire.svg Tarso, Imperio romano
Fallecimiento ca. 67 (tradicional)
ca. 58 (historiografía moderna)
Vexilloid of the Roman Empire.svg Roma, Imperio romano
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana, Iglesias protestantes en general
Principal Santuario Basílica de San Pablo Extramuros, Roma
Festividad 29 de junio (martirio junto a Pedro)
25 de enero (conversión de Pablo)
10 de febrero (naufragio en la isla de Malta)
18 de noviembre (dedicación de la Basílica de San Pablo Extramuros)
Atributos Espada, carta o libro
Patronazgo Roma, Grecia, Malta, Écija, teólogos y prensa católica
[editar datos en Wikidata]
Pablo de Tarso, originalmente Saulo de Tarso o Saulo Pablo,1 2 también llamado san Pablo, nacido entre los años 5 y 10 d. C.,3 en Tarso de Cilicia (actual Turquía centro-meridional) y muerto probablemente entre los años 58 y 67 en Roma, es conocido como el Apóstol de los gentiles, el Apóstol de las naciones, o simplemente el Apóstol, y constituye una de las personalidades señeras del cristianismo primitivo.4 5
De sus epístolas auténticas surge que Pablo de Tarso reunió en su personalidad sus raíces judías, la gran influencia que sobre él tuvo la cultura helénica, y su reconocida interacción con el Imperio romano cuya ciudadanía —en el decir del libro de los Hechos de los Apóstoles— ejerció. Pablo no cambió su nombre al abrazar la fe en Jesucristo como mesías de Israel y salvador de los gentiles ya que, como todo romano de la época, tenía un praenomen relacionado con una característica familiar (Saulo, su nombre judío, que etimológicamente significa ‘invocado’, ‘llamado’), y un cognomen, el único usado en sus epístolas (Paulus, su nombre romano, que etimológicamente significa ‘pequeño’ o ‘poco’).6
Su conocimiento de la cultura helénica — hablaba fluidamente tanto el griego como el arameo — le permitió predicar el Evangelio con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura por lo que su mensaje cosechó un pronto éxito en territorio griego. Pero esta característica también dificultó por momentos la exacta comprensión de sus palabras, ya que Pablo recurrió en ocasiones a nociones helenísticas alejadas del judaísmo mientras que otras veces habló como un judío estricto y observante de la Ley (1Corintios 9:19-21). De ahí que en la Antigüedad algunas de sus afirmaciones fueran calificadas como «τινα δυσνοητα» (transliterado, tina dysnoēta, que significa puntos ‘difíciles de entender’; 2Pedro 3:15-16) y que hasta hoy se susciten polémicas en la interpretación de ciertos pasajes y temas de las cartas paulinas, como por ejemplo la relación entre judíos y gentiles, entre gracia y Ley, etc. Por otra parte, es claro que sus epístolas fueron escritos de ocasión, respuestas a situaciones concretas. Por ello el análisis exegético moderno, más que esperar de cada una de ellas una formulación sistemática del pensamiento del Apóstol, examina las dificultades y particularidades que él presenta, analiza su evolución y debate sobre su integridad.
Sin haber pertenecido al círculo inicial de los Doce Apóstoles, y recorriendo caminos jalonados de incomprensiones y adversidades (2Corintios 11:23-29), Pablo se constituyó en el motor de construcción y expansión del cristianismo en el Imperio romano, merced a su talento, a su convicción y a su carácter indiscutiblemente misionero.7 8 Su pensamiento conformó el llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.9
De las llamadas epístolas paulinas, la Epístola a los romanos, la Primera y la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los tesalonicenses (probablemente la más antigua) y la Epístola a Filemón tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido. Ellas son, junto con el libro de los Hechos de los Apóstoles, las fuentes primarias independientes cuyo exhaustivo estudio científico-literario permitió fijar algunas fechas de su vida, establecer una cronología relativamente precisa de su actividad, y una semblanza bastante acabada de su apasionada personalidad. Sus escritos, de los que nos han llegado copias tan antiguas como el papiro \mathfrak{P}46 datado de los años 175-225, fueron aceptados unánimemente por todas las Iglesias cristianas. Su figura, asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana, resultó inspiradora en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la literatura, y la cinematografía y es para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de doctrina y de espiritualidad.10
Sansón y Dalila Una Fuerza Prodigiosa Película Cristiana Completa en Español
Mensajes a la iglesia
Las contradicciones de Sansón
Mensaje en AUDIO
Sansón no es sólo una figura bíblica con valor histórico, sino que es una metáfora de la suerte que puede correr un cristiano -y la iglesia -cuando confía en sus dones y se hace amigo del mundo. De sus contradicciones y fracasos, de su liviandad y sensualidad, podemos extraer valiosas lecciones para nosotros.
Eliseo Apablaza F.
Vamos a tener la Biblia abierta en el libro de Jueces, desde el capítulo 13 en adelante. Nuestra meditación se va a centrar en la figura de Sansón, el juez de Israel. Esperamos obtener de esta palabra algunas enseñanzas útiles para todos nosotros.
Un hombre carismático
Sansón nació en un hogar piadoso. Unas de las primeras cosas que el ángel de Dios había dicho a su madre fue que el niño habría de ser un varón apartado para Dios. Es lo que se conoce en las Escrituras como un nazareo. Él no debería beber nunca vino ni sidra, ni debería comer ninguna cosa inmunda.
En las páginas siguientes encontramos a un hombre poderoso en su fuerza, que era capaz de matar un león como se mata a un cabrito, y de matar a muchos hombres con la quijada de un animal. Era capaz de tomar las puertas de una ciudad y caminar muchos kilómetros con ellas a cuestas. Era un hombre tan dotado, que aunque lo amarraran con cuerdas, bastaba que hiciera un pequeño esfuerzo y éstas se rompían. Ninguna cosa podía menguar su poder porque tenía un don de Dios.
Sansón era un hombre carismático. («Carisma» significa «don»). Él no siguió un entrenamiento especial para llegar a tener mucha fuerza. Sansón era un hombre que estaba dotado por Dios para ser un hombre fuerte.
Así ocurre cuando Dios da sus dones. Él los da gratuitamente a quien él quiere. Él no mira la clase de persona que uno es para darle sus dones. Lo hace porque a él le parece bien. Así también, ¡a Dios le ha parecido bien darnos a Jesucristo, que es el Don inefable de Dios! Nosotros alabamos su gracia, y declaramos que el mayor don que hemos recibido es Jesucristo. Somos más bienaventurados que Sansón: Tenemos a Jesús el Hijo de Dios.
Un mal administrador de los dones
Sansón, sin embargo, no fue un buen administrador de los dones que Dios le dio. Vemos en él a un hombre muy caprichoso y solitario. Muchas veces usó la fuerza para su propio provecho. Muchas veces le vemos cometer pecados, pero como era un hombre talentoso de parte de Dios, él seguía venciendo a los enemigos y seguía librándose de los peligros.
Una metáfora
Sansón no sólo existió en aquellos días de los jueces. Desde allí hasta acá en la historia ha habido muchos Sansones. Siempre ha habido hombres de Dios que han tenido mucha fuerza espiritual, una capacidad que deslumbra a los demás. Sin embargo, a la hora de administrar los recursos que Dios les ha dado, no han sido sabios. Tal vez conozcamos a algunos de los Sansones de hoy. Nosotros mismos podemos estar en peligro de convertirnos en un Sansón más. Por eso nos conviene mirar atentamente el caminar de este hombre y obtener las lecciones que el Señor quiere darnos.
No se sujetó al Dador
Una de las cosas que llama la atención es que Sansón muchas veces hizo uso de su don, pero nunca le vemos preguntarle al Dador de ese don acerca de cómo debía usarlo. Él vivía su vida con tanto despilfarro, que jamás le dice a Dios: «Señor, tú me diste esto que es algo maravilloso, que es algo para mantener a tu pueblo libre de sus enemigos, ¿qué debo hacer con él? ¿Cuál es la mejor forma de administrarlo?». Él vivía muy confiado en sí mismo. No tenía una actitud sujeta a Dios.
Un hombre sensual
Además de eso, Sansón tenía una gran debilidad. Era un hombre muy sensual. Fue seducido una y otra vez por lo deseos de la carne. Cierta vez fue a una ciudad filistea, donde encontró a una mujer que le agradó. Luego les dijo a sus padres: «Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos. Os ruego que me la toméis por mujer». Fue todo muy rápido.
Él miró a una mujer del pueblo enemigo, como si dijéramos «una mujer del mundo». Los padres trataron de disuadirlo. Sin embargo, él insistió: «Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada». No dijo: «Dios la escogió para mí». Ni dijo: «Dios me ha dicho que debe ser mi esposa».
De aquí en adelante comienza –muy tempranamente– un descenso en la vida de este varón de Dios. ¡Fueron tantas las complicaciones que tuvo con esa mujer! Sansón había sido seducido por los deseos de los ojos.
La ramera de Gaza
Un poco más adelante, Sansón fue a otra ciudad filistea que se llamaba Gaza. Y allí se metió allí con una mujer ramera. Cuando los hombres de Gaza lo supieron, le hicieron una encerrona. «Cuando se levante en la mañana para irse, lo mataremos”. Pero Sansón tenía astucia además de fuerza. A medianoche él se escapó, tomó las puertas de la ciudad, y se las llevó.
La caída
Después vino la tercera mujer, Dalila. Y la Escritura dice, simplemente: «Después de esto, aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila.» (16:4). Aquí comienzan las desdichas con esta mujer. El único objetivo de Dalila fue obtener el secreto de su fuerza. Sin embargo, él no tuvo ojos avisados para darse cuenta de esa intención, y comenzó una relación muy superficial con ella.
Los filisteos la amenazaban para que obtuviera el secreto, pero tres veces Sansón se burló de ellos. Finalmente, aconteció que “presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.» Y cayó en la trampa. Cuando él quiso escapar, no pudo. No sabía que Jehová ya se había apartado de él. Los filisteos lo tomaron, le sacaron los ojos, le llevaron a la ciudad de Gaza, y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel, como un esclavo sometidos a trabajos forzados.
La amistad con el mundo
Sansón nos muestra a qué extremos puede llegar un hombre de Dios en su amistad con el mundo. «Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida no proceden del Padre, sino del mundo» (1ª Juan 2:16). Y esta es la fuente de mayores dificultades para un hombre que quiere caminar en rectitud. El mundo le sonríe con el dulce rostro de una mujer. Una sonrisa angelical, pero un corazón diabólico. El escritor inspirado dice: «¡Oh almas adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?» (Santiago 4:4).
La tercera mujer provocó la caída de Sansón. Lo que había comenzado como un enamoramiento fácil, provoca al final de la vida de este hombre, su caída, su ceguera, su esclavitud, su humillación y su muerte.
El peligro de jugar con fuego
Nosotros leemos en el libro de Proverbios 6:27: «¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen?». Estas dos preguntas son importantes. Es bueno que nos las hagamos. Tal vez haya alguno que dice: «Déjenme; yo soy fuerte. Yo no voy a caer. Yo puedo caminar sobre las brasas, y no me voy a quemar. Yo puedo tomar un poco de fuego aquí en mi pecho y nada me va a pasar». Así tan ilusos han sido muchos siervos de Dios que han jugado con fuego y se han quemado.
La caída de Sansón nos muestra que tanto puede ir el cántaro al agua que al fin se rompe. ¡La mujer de Timnat fue tan insistente, que Sansón le declaró el enigma! ¡Dalila fue tan insistente, que le dijo su secreto! Hay veces en que el mundo viene con forma de una mujer, importunando una y otra vez, intentando seducir una y otra vez hasta que se provoca el quiebre de la voluntad. El acoso constante es una de las armas favoritas del diablo. Si él se nos presentara en forma repentina, diciendo: «Yo soy Satanás; yo te voy a hacer caer», difícilmente va a lograr su propósito. Pero él actúa de otra forma: Hoy día un poco; mañana otro poco. Al tercer día un poco más. Al décimo día o al undécimo, se produce la caída.
No podríamos decir que Sansón tuvo un momento de debilidad. ¡Fue una seguidilla de momentos! Fue un camino que tomó tempranamente y que lo llevó al fracaso.
Más que una figura histórica
Sansón no es sólo una figura histórica. Sansón nos habla de un hombre que ha perdido la capacidad de decir «no» al pecado, que ha perdido el temor, y se ha llenado de autocomplacencia. Que confía en sus dones y en su capacidad para resistir hasta el final.
Sansón también nos muestra lo que ha sido la cristiandad a través de los siglos, la iglesia que se ha prostituido con el mundo, que ha cedido ante la tentación sutil de la carne, de la gloria humana y el deleite. La iglesia que se ha apartado del temor de Dios; que se ha ido a juguetear con los filisteos –o con las filisteas– del mundo. La iglesia que debió haberse guardado como un nazareo para Dios, pero que, como este varón, se deja seducir por los ojos hermosos, o por la mirada provocativa. «La amistad con el mundo es enemistad contra Dios». No hay términos medios.
El triste final
El final de Sansón es muy triste. Los filisteos no fueron compasivos con él: Le sacaron los ojos, los mismos con los que se había llenado de sensualidad y concupiscencia. Allí donde estuvo el origen de su pecado, allí estuvo su castigo.
Nosotros vemos en Apocalipsis el juicio contra la gran ramera. Las figuras son distintas, pero son semejantes también. Aquí, es un hombre quien está esclavizado, al que le sacan los ojos y es juzgado por Dios. Allá, es una mujer la que se sienta como reina, que ha cometido fornicación con los reyes de la tierra y con el mundo. Este sacarle los ojos a Sansón es similar a aquella vergüenza que vendrá sobre Babilonia –la cristiandad apóstata– el día en que el Señor la juzgue. En aquel día, en una hora vendrán los juicios sobre ella, y se llenará de vergüenza la que alguna vez se codeó con los grandes, la que tuvo acceso a los sitios de honor en el mundo. Entonces será humillada hasta lo sumo.
“Y le llevaron a Gaza». Allí estuvo cautivo en una ciudad extranjera, la misma donde él había estado con esa ramera. La misma ciudad cuyas puertas se había echado al hombro y se las había llevado. Esa misma ciudad fue su cárcel. Todo se le vuelve en contra. Es el pago por su carnalidad. «Dios no puede ser burlado; lo que el hombre sembrare, eso también segará».
En este día en que nosotros vivimos, la cristiandad está siendo tentada como Sansón por Dalila. También hay mujeres filisteas que caminan por las calles contoneándose, y que aparecen por las pantallas de televisión o del cine, exhibiendo una hermosa figura, sin que los hombres incautos sepan lo que hay detrás de ello. Hay muchas filisteas y filisteos acechando. Las mujeres para tentar y los varones para destruir. Unas ponen la trampa, y los otros dan el golpe de muerte. Dalila atrapa, y los filisteos cortan el cabello de la consagración. El mundo ofrece y el diablo derriba. El mundo y el diablo aliados contra los cristianos.
«Y le ataron con cadenas» Estas cadenas no pudieron ser rotas esta vez. ¿Cómo habrá clamado Sansón, y habrá forcejeado? Así nos parece que está hoy gran parte del pueblo cristiano en el mundo. Está ciego, esclavo en el mundo (y por el mundo), y atado con gruesas cadenas.
Pero lo más vergonzoso viene a continuación. Sansón fue obligado a moler, como un esclavo. ¿Podemos imaginarnos un molino de piedra, y a Sansón, con algunos arneses sobre su cuerpo, dando vueltas y vueltas en torno? ¿Podemos imaginarnos el juez de Israel, al hombre poderoso de otro tiempo, girando como un asno en torno a una noria? Sus días no tienen alternativa, no hay cómo salir de esa rutina. Pasa un día y otro día, y lo único que él puede hacer es dar vueltas y vueltas, sin destino.
El mundo de Sansón es un mundo giratorio. Es un mundo donde no hay una meta. Es un ir y venir, y en esto nos recuerda a Israel en el desierto, donde vagó 40 años. ¿Para qué? ¿Cuál era su norte? Israel daba vueltas en el desierto y su fin era la muerte. Dios los llevaba para que murieran allí.
¿Pueden imaginarse lo que es eso, cuando sobre un hombre hay una sentencia de muerte, y él sabe que sus días y sus noches son una espera para morir? ¿Qué importa que el sol salga hermoso un día? ¡Él está dando vueltas y tiene que morir! ¿Qué importa que afuera la vida bulla en toda su diversidad? Él está dando vueltas y espera la hora de su muerte.
Seguramente los otros presos se burlaban de él. «Hey, tú, ¿no eras el libertador de Israel? ¿No eras el Juez? ¿No tenías tanta fuerza? ¿No te burlabas de tus enemigos? ¿No matabas con una quijada de animal a mil filisteos? ¿No tomaste un león y lo desjarretaste como si fuera un cabrito? ¿Y qué de la historia de los cadáveres amontonados, quinientos a un lado y quinientos al otro? « Las victorias de otro tiempo se le trocaron en ignominia.
Esta es la condición de un hombre apóstata, de una cristiandad esclavizada, dando vueltas y vueltas, sin reparar en el futuro que le espera.
Un día los filisteos tuvieron fiesta. Ofrecían sacrificios a su dios Dagón. Querían hacer una gran algarabía. Ellos decían: «Nuestro dios nos entregó a Sansón en nuestras manos. Hagámosle fiesta. Rindámosle culto». Después que hubieron bebido un poco y cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: «Llamen a Sansón para que nos divierta. Llamen a ese payaso para que nos entretenga». ¡Llevaron a Sansón, el cual sirvió de juguete delante de ellos!
Un cristiano apóstata, por muy bien dotado que haya sido, llega a ser un juguete en las manos de sus enemigos, un motivo de risa. Esta es una de las frases más tristes de las Escrituras: «Sirvió de juguete delante de ellos» (Jueces 16:25). Un hombre llamado a ser santo, a una consagración absoluta.
En ese momento le había crecido algo el cabello. Sansón concibe entonces una idea que va muy de acuerdo a su personalidad: la venganza. Entonces se pone entre las dos columnas del edificio, se apoya en ellas y el edificio se viene abajo. Los filisteos murieron. Pero Sansón también murió.
No fue una venganza perfecta como las que él acostumbraba realizar, porque él también murió. ¿Es ese un fin digno para un siervo de Dios?
Nacido de Dios
Ahora bien, ¿cómo salir de esa encerrona en que el diablo ha metido a muchos hijos de Dios? Nosotros tenemos que ver que hay una salida. 1ª de Juan capítulo 5. ¿Cómo dice este primer versículo? «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios». Este versículo habla de creer algo respecto de Jesús.
Creer que Jesús es un profeta no tiene mucho sentido. Si la gente cree que Jesús es un profeta meramente entonces nada sucede en su corazón. Pero aquí dice que ocurre algo sobrenatural con aquellos que creen que Jesús es el Cristo. Esa fe produce un milagro en el corazón: el milagro del nuevo nacimiento.
Sin embargo, esto no es suficiente para vencer.
Una fe victoriosa
En el versículo 5 de este mismo capítulo tenemos la fe completa, para una victoria completa. «¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» ¿Están los filisteos allí amenazando? ¿Están las mujeres filisteas tentando? ¿Está el mundo y sus oropeles con una red para hacer caer a los hijos de Dios? ¡Tenemos la victoria! ¡Los que creen que Jesús es el Hijo de Dios ellos vencen al mundo!
Creer que Jesús es el Cristo y creer que Jesús es el Hijo de Dios son dos expresiones que constituyen una misma realidad, porque Jesús es uno solo. Pero esta fe tiene una doble expresión y un doble efecto. Los que así creen son nacidos de Dios y también vencen al mundo.
¿Cuál es la causa por la que Sansón, es decir, el cristianismo apóstata, o los cristianos mundanos en particular, caen en poder de los filisteos, de las mujeres en la tentación, y de los hombres para su destrucción? Porque la fe de los cristianos hoy en día es una fe ambigua: «Sí, yo creo que Jesús era un buen hombre, era un profeta”; o bien una fe incompleta: “Yo creo que Jesús es el Salvador.» Por supuesto, si tú crees que Jesús es el Salvador de tu alma, sin duda eres salvo, pero eso todavía no te dará la victoria sobre el mundo.
No sólo salvos; también vencedores
Dios quiere que su pueblo no sólo sea salvo de la condenación eterna, sino que sea un pueblo vencedor. ¡No sólo creemos que Jesús es el Salvador; creemos que Jesús es el Hijo de Dios! Y esta fe es una fe victoriosa. Sansón no lo supo, pero tú lo sabes, y yo lo sé.
Creer que Jesús es el Hijo de Dios significa que él es como un grano de trigo que murió para que los muchos recibieran su vida y pudieran vivir su victoria. Jesús en la cruz venció, y nosotros hoy vencemos también, porque tenemos esta vida victoriosa. Tenemos un privilegio mayor que el que tuvo Sansón.
¿Alguno de ustedes no tiene esta fe? ¿O ha tenido una fe claudicante, que cree y no cree? ¿Te has sentido frustrado, con alguna victoria esporádica, pero más que nada con derrotas? Hoy es el día de creer. No simplemente creer que Jesús es un profeta, sino creer correctamente lo que él es. Y cuando la tentación venga, ya sabemos lo que tenemos que creer, confesar y declarar: “¡Yo he creído y confieso que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios!”
viernes, 27 de febrero de 2015
Películas de la Biblia Pablo De Tarso ( Parte 1)
SAN PABLO
La vida y las obras del Apóstol Pablo
San Pablo, que originalmente llevaba el nombre hebreo de Saulo, pertenecía a la tribu de Benjamín. Él nació en Tarso, capital de Cilicia (Asia Menor), que se destacaba, en aquel tiempo, por su academia griega y la cultura de sus habitantes. Siendo nativo de esta ciudad y descendiente de judíos liberados de la esclavitud romana, Pablo tenía los derechos del ciudadano romano. En Tarso, recibió su primera educación y allí mismo conoció la cultura pagana, ya que en sus prédicas y epístolas se hayan en claro el signo de haber conocido a los escritores paganos (Hch. 17:28; 1 Cor. 15:33; Tit. 1:12).
Su instrucción final la recibió en Jerusalén, en la famosa academia rabínica del renombrado maestro Gamaliel (Hch. 22:3) que era considerado un gran conocedor de la Ley a pesar de pertenecer a la fracción farisea. Era un librepensador (Hch. 5:34) y admirador de la sabiduría griega.
Aquí mismo, según la costumbre hebrea, el joven Saulo aprendió a construir carpas, lo que le ayudó más adelante, a ganarse el sustento con su propio trabajo (Hch. 18:3; 2 Cor. 11:8; 2 Tes. 3:8). Aparentemente, el joven Saulo se preparaba para ser rabino, ya que inmediatamente después de terminar su educación, se mostró celoso de las tradiciones fariseas y perseguidor de la fe cristiana. Posiblemente por la designación del Sanedrín, él fue testigo de la muerte del primer mártir Esteban (Hch. 7:57 -8:1) y luego recibió el poder oficial para perseguir a los cristianos hasta fuera de los límites de la Palestina y Damasco (Hch. 9:1-2).
El Señor, viendo en él al “cáliz para Sí mismo elegido,” en el camino a Damasco, y de una manera milagrosa, lo llamó al servicio apostólico. Durante ese viaje una luz intensa iluminó a Saulo y él cayó ciego a la tierra.
De la luz se escuchó una voz: “¿Saulo, Saulo, porque me persigues?” A la cual Saulo pregunta: “¿Quién eres?” El Señor respondió: “Yo soy Jesús, a quién tu persigues.”
El Señor le indicó ir a Damasco, dónde se le indicaría que hacer. Los acompañantes de Saulo escucharon la voz de Cristo, pero no vieron la luz. Llevándole de la mano a Damasco, el ciego Saulo fue instruido en la fe y al tercer día bautizado por Ananías. En el momento de sumergirse en el agua, Saulo volvió a ver. Desde ese tiempo él se hizo un esforzado predicador de la enseñanza, que anteriormente perseguía. Durante un tiempo fue a Arabia y luego volvió a Damasco para predicar acerca de Cristo.
El furor de los judíos indignados por su conversión a Cristo lo obligó a huir a Jerusalén (Hch. 9:23) en el año 38 d.C., donde se unió a la sociedad de los creyentes y conoció a los apóstoles. Por el atentado a su vida por los griegos, se fue a su ciudad natal, Tarso. De allí, cerca del año 43 d.C., él fue llamado por Bernabé para la prédica en Antioquía, y luego viajaron juntos a Jerusalén, trayendo ayuda a los indigentes (Hch. 11:30).
Poco después de su vuelta a Jerusalén, por mandato del Espíritu Santo, Saulo junto con Bernabé, comenzó su primer viaje apostólico, que duró desde el año 45 al 51 d.C., atravesando toda la Isla de Chipre. Al mismo tiempo convierte a la fe al procónsul Sergio Pablo y, desde ese tiempo, comienza a llamarse Pablo.
Durante el viaje misionero de Pablo y Bernabé fueron fundadas las comunidades cristianas en las ciudades de Asia menor: Pisidia; Antioquía; Iconio; Listra y Derbe. En el año 51 d.C., san Pablo participó del Concilio Apostólico en Jerusalén, donde se había rebelado fogosamente contra la obligatoriedad de los cristianos convertidos de los paganos de conservar las costumbres mosaicas.
Al volver a Antioquía, san Pablo, junto con Silas, hizo el segundo viaje apostólico. Primero visitó las iglesias de Asia Menor, previamente fundadas por él, luego pasó a Macedonia, donde fundó las comunidades de Filipos, Tesalónica y Berea. En Listra, san Pablo encontró a su discípulo predilecto Timoteo, y desde Troas continuó su viaje junto a él, el apóstol Lucas.
De Macedonia san Pablo pasó a Grecia donde predicó en Atenas y Corinto, permaneciendo en la última, un año y medio. Desde allí envió dos epístolas a los Tesalonicenses. El segundo viaje duró del año 51 al 54 d.C.
En el año 55 d.C., san Pablo fue a Jerusalén, visitando en el camino a Efeso y Cesarea, y desde Jerusalén llegó a Antioquía (Hch. cap. 17 y 18).
Después de una breve estadía en Antioquía san Pablo comenzó su tercer viaje apostólico (56-58 d.C.), visitando primero como era su costumbre, a las iglesias fundadas previamente, luego se quedó en Efeso, donde durante dos años predicó cada día en la escuela de Tyranno.
De allí escribió su epístola a los Gálatas (a causa de la exacerbación de la fracción judaica) y su primera epístola a los Corintios (a causa de los desordenes surgidos allí y en respuesta a la carta de los Corintios a él). Una insurrección popular contra el apóstol Pablo, dirigida por el orfebre Demetrio, obligó al apóstol a dejar Efeso e irse a Macedonia (Hch. 19). En el camino él recibió la carta de Tito sobre el estado de la iglesia de Corinto y la influencia benéfica de su epístola. Por esta razón mandó a los Corintios la segunda epístola desde Macedonia por intermedio de Tito. En poco tiempo, él llegó personalmente a Corinto y escribió desde allí su epístola a los Romanos, haciendo planes de ir a Jerusalén, pasando por Roma.
Después de despedirse en Melita de los presbíteros de Efeso, san Pablo llegó a Jerusalén, donde, a causa de un levantamiento popular contra él, fue arrestado por los romanos y puesto en prisión, primero por el procónsul Félix y luego por su sucesor Festo. Esto aconteció en el año 59 d.C.
En el año 61 d.C., san Pablo, como ciudadano romano y por su pedido, fue enviado a Roma para que lo juzgue el César. Tuvo un naufragio cerca de la Isla de Malta y llegó a Roma recién en el verano del 62 d.C. Los gobernantes romanos le tenían una gran consideración y pudo predicar libremente. Con esto termina el relato de su vida en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch. Cap. 27 y 28). Desde Roma san Pablo escribió sus epístolas a los Filipenses (con el agradecimiento por la ayuda monetaria enviada a él por Epafrodito), a los Colosenses, a los Efesios y a Filemón, habitante de Colosas (a causa de un esclavo fugitivo Onésimo). Estas cuatro epístolas fueron escritas en el año 63 d.C. y enviadas con Tichíco. También desde Roma en el año 64 ha sido escrita la epístola a los hebreos de Palestina.
Los destinos subsiguientes del apóstol Pablo no se conocen con exactitud. Algunos consideran que permaneció en Roma, y que por orden de Nerón, fue muerto como mártir en el año 64 d.C. Pero hay bases para pensar que luego de los dos años en prisión, le fue otorgada la libertad e hizo su cuarto viaje apostólico.
Esto indican las epístolas pastorales a Timoteo y Tito. Después de su defensa ante el Senado y el Emperador, san Pablo fue liberado y viajó al Oriente. Quedando largo tiempo en la isla de Creta, dejó allí a su discípulo Tito, para la consagración de los presbíteros en todas las ciudades (Tit. 1:5), lo que testifica asimismo, que él consagró a Tito como obispo de la iglesia de Creta.
Más tarde, en su epístola a Tito, el apóstol Pablo le instruye cómo cumplir las obligaciones de obispo. De esta epístola, se ve también, que él pensaba pasar el invierno del 64 d.C. en Nicópolis, cerca de Tarso (Tit. 3:12).
Durante la primavera del 65 d.C., visitó a las restantes iglesias de Asia Menor y en Mileto dejó a Trófimo enfermo. A causa de éste, se produjo el levantamiento de Jerusalén contra el apóstol, seguido de su primer arresto (2 Tim. 4:20). No se sabe si pasó por Efeso, ya que dijo que los presbíteros de Efeso no verán más su cara (Hch. 20:25). Pero aparentemente en este tiempo, consagró a Timoteo como obispo para Efeso.
Luego el apóstol pasó por Troas, donde en casa de Carpo, dejó su vestimenta sacerdotal y los libros religiosos (2 Tim. 4:13). Seguidamente, fue a Macedonia, allí se enteró de la intensificación de las herejías en Efeso y escribió su primera epístola a Timoteo. Permaneció algún tiempo en Corinto (2 Tim. 4:20) y encontrando por el camino a Pedro, juntos prosiguieron el camino por Dalmacia (Tim. 4:10) e Italia llegando hasta Roma, donde dejó a Pedro, continuando, ya en el 66 d C., más hacia Occidente y llegando posiblemente a España.
Después de volver a Roma, fue encarcelado por segunda vez y allí quedó hasta su muerte. Hay una leyenda que dice, que en Roma, él predicó hasta en la corte de Nerón y convirtió a la fe de Cristo, a la concubina preferida del Emperador. Por eso fue juzgado. Por la Gracia de Dios, como dice él mismo, se salvó de las mandíbulas de los leones, o sea, de ser devorado por las fieras en el circo, pero fue encarcelado (1 Tim. 4:16-17).
Durante su segundo encarcelamiento él escribió de Efeso la segunda epístola a Timoteo, invitándolo a Roma, para despedirse, ya que presentía su muerte cercana. La leyenda no dice, si tuvo tiempo Timoteo de ver a su maestro con vida, pero relata que el apóstol no esperó mucho tiempo su corona de mártir. Después de nueve meses de encarcelamiento, él fue muerto cerca de Roma por la espada — como ciudadano romano. Esto aconteció en el año 67 d.C. y en el duodécimo año del reinado de Nerón.
Observando la vida del apóstol Pablo en general, se ve que se divide abruptamente en dos partes. Una antes de su conversión a Cristo, siendo san Pablo en ese momento Saulo, un riguroso fariseo, cumplidor de la Ley de Moisés y de las tradiciones paternas. Pensaba justificarse por las obras de la ley y el celo hacia la fe de sus padres, la cual llegaba hasta el fanatismo. Después de su conversión, segundo momento, se hizo apóstol de Cristo, dedicado enteramente a la obra de la prédica evangélica. Feliz de su llamado, pero consiente de su debilidad para el cumplimiento de tan alto servicio y atribuyéndole todas sus obras y méritos a la bendición Divina.
Su vida antes de la conversión, sostenía el apóstol con profunda convicción, era un error y vivía en el pecado, lo cual no lo llevaba a la justificación, sino a la condenación y sólo la Gracia Divina lo sacó de esa profunda perdición.
Desde ese tiempo, el apóstol Pablo trata sólo de ser digno de la Gracia Divina y no faltar a su llamado. Por eso no hay y no puede haber discusión acerca de algunos méritos, todo es obra de Dios.
Siendo un fiel reflejo de su vida, toda la enseñanza de san Pablo, revelada en sus epístolas, sigue una idea básica: el hombre se justifica por la fe, independientemente de las obras de la ley (Rom. 3:28). Pero, no se debe sacar la conclusión como si el apóstol negara la importancia de las obras de bien (ver por ej. Gal. 6:4; Ef. 2:10; 1 Tim. 2:10 y otros).
Por las “obras de la Ley,” en sus epístolas, no se entienden las obras de bien en general, sino los actos ceremoniales de la Ley de Moisés. Hay que recordar que el apóstol Pablo tuvo que luchar mucho, durante su prédica, con los judíos y los cristianos judaizantes. Muchos de lo judíos, hasta después de su conversión al cristianismo, mantenían la idea, que para los cristianos es imprescindible un cuidadoso cumplimiento de las prescripciones ceremoniales de la Ley de Moisés. Ellos se seducían a sí mismos con la idea de que Cristo vino a la tierra para salvar sólo a los judíos. Por eso, los paganos que deseaban salvarse, debían aceptar la circuncisión y cumplir con todas las ceremonias judías.
Este error impedía tan fuertemente la difusión del cristianismo entre los paganos (gentiles), que los apóstoles tuvieron que llamar en el año 51 d.C. al Concilio de Jerusalén, que anuló la obligatoriedad ceremonial de los dictados de la Ley de Moisés para los cristianos. Pero hasta después del Concilio, muchos cristianos judaizantes, tercamente mantenían sus puntos de vista y luego, hasta se separaron de la Iglesia, formando una sociedad herética propia. Estos herejes actuaban contra el apóstol Pablo e introducían discordias en la vida de la Iglesia, aprovechando la ausencia del apóstol en tal o cual iglesia. Por eso, san Pablo tenía que subrayar continuamente, que Cristo es el Salvador de toda la humanidad — tanto judíos como gentiles, y que el hombre se salva no por el cumplimiento de las ceremonias de la ley, sino sólo con la fe en Cristo.
Desgraciadamente, esta idea Paulina fue tergiversada por Lutero y sus seguidores, los protestantes. Ellos afirmaban que el apóstol Pablo niega, en general, la importancia de las obras de bien para la salvación. Si esto fuese así, san Pablo no diría en la 1ª epístola a los Corintios que: “Y si tuviese profecías, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Cor. 13:2), ya que el amor, se muestra, justamente, en las obras de bien.
Fuente:
miércoles, 25 de febrero de 2015
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El cumplimiento de la profecía de Daniel 12:4: ¿Otra señal del pronto retorno de Jesús?
Dice la profecía de Daniel 12:4: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”.
Este versículo ha dejado perplejas a muchas personas, quienes se preguntan: «¿Qué le quiso decir Dios a Daniel, con eso de que ‘cerrara las palabras y sellara el libro’?». Algunos creen que lo que implica, es que de alguna manera es imposible entender el libro de Daniel, porque sus profecías están dadas en forma extraña y en un lenguaje tan enigmático que nadie las puede comprender, y que ese enigma no será develado hasta que lleguemos al final de los días.
Sin embargo, eso no es lo que quiere decir, ya que este libro no es difícil de entender. Gran parte de su narrativa es simple y fácil de comprender, tanto como el texto de lectura de un niño. Se compone de historias sencillas. Lo que implica este versículo, es que las palabras de ese a quien Daniel llama “uno con semejanza de hijo de hombre”, se refieren al libro que él mismo estaba leyendo, no al que Daniel estaba escribiendo. Ahora, ¿qué libro es ese? Para entenderlo, debemos volver al comienzo de su visión. En el capítulo 10:21a, el ángel que se le apareció a Daniel, le dijo: “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad...” Luego en el capítulo 11:2a, añade: “Y ahora yo te mostraré la verdad...”
Tal pareciera que el ángel tenía un libro enfrente de él, del cual leía los grandes acontecimientos contenidos en la visión; un libro que es el símbolo del conocimiento anticipado de Dios de todos los eventos humanos. Todo lo que sucede en la historia, nuestro Padre Celestial lo sabe por anticipado, antes de que ocurra, y se encuentra en el libro que el ángel le lee a Daniel.
Él lo hizo hasta cierto punto, y luego le dice: «Daniel, esto es todo lo que te leeré. Ahora, cierra las palabras y sella el libro, porque eso es todo lo que voy a mostrarte». Queriendo decir con esto, «Hemos llegado al fin, tu trabajo ha concluido. Eso es lo que puedo revelarte hasta ahora». De tal manera que no tiene nada que ver con la comprensión del libro de Daniel. De hecho, las palabras que Daniel registró en su libro, fueron dadas a fin de que los hombres pudieran entenderlas. El ángel simplemente estaba diciendo: «Ahora hemos llegado al fin del período de revelación acerca de todos estos asuntos». Sin embargo, la última parte de este versículo resulta intrigante. “...Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4b).
No cabe duda que el ángel aquí está describiendo lo que ocurrirá en el tiempo final. Pero lo que sucederá puede ser interpretado en dos formas: Algunos creen que se refiere a que en estos últimos días, Dios ha permitido que sus siervos entiendan muchas profecías, que con el paso del tiempo fueron olvidados o distorsionados. Mientras que otros lo toman como una predicción de la revolución actual en el transporte y el conocimiento, lo cual es tan característico de nuestro día. De que anticipa la explosión súbita de conocimiento que tuvo lugar en el siglo XX y sigue sucediéndose en este siglo XXI.
Sin embargo, se da el caso, que en pasajes que tienen dos interpretaciones diferentes, ambos significados son correctos. Y este parece ser el caso exactamente aquí, que los dos son verdaderos. De que muchos estarían estudiando el libro de Daniel y las profecías en general, y que el conocimiento científico y la velocidad en las comunicaciones continuará aumentando, conforme nos aproximamos al fin.
¿Ha notado cómo casi todas las cosas en la vida parecen estar acelerándose? El conocimiento se ha incrementado a niveles inimaginables. Cada día viajamos más rápidamente y a lugares más distantes. Las comunicaciones instantáneas a través del mundo se han convertido en cosa común. Y la tecnología que tenemos a nuestra disposición es prácticamente alucinante.
Por siglos la humanidad había permanecido en una especie de letargo. Y aunque es cierto que en cada siglo tuvieron lugar descubrimientos e invenciones, todo fue en forma muy moderada. De repente durante el siglo XX se produjo una explosión literal en todas las ramas del conocimiento. A manera de ejemplo mencionaré una breve lista de algunas de las grandes invenciones del siglo XX, procediendo a examinar mejor los logros más destacados:
Siglo XX
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Dice la profecía de Daniel 12:4: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”.
Este versículo ha dejado perplejas a muchas personas, quienes se preguntan: «¿Qué le quiso decir Dios a Daniel, con eso de que ‘cerrara las palabras y sellara el libro’?». Algunos creen que lo que implica, es que de alguna manera es imposible entender el libro de Daniel, porque sus profecías están dadas en forma extraña y en un lenguaje tan enigmático que nadie las puede comprender, y que ese enigma no será develado hasta que lleguemos al final de los días.
Sin embargo, eso no es lo que quiere decir, ya que este libro no es difícil de entender. Gran parte de su narrativa es simple y fácil de comprender, tanto como el texto de lectura de un niño. Se compone de historias sencillas. Lo que implica este versículo, es que las palabras de ese a quien Daniel llama “uno con semejanza de hijo de hombre”, se refieren al libro que él mismo estaba leyendo, no al que Daniel estaba escribiendo. Ahora, ¿qué libro es ese? Para entenderlo, debemos volver al comienzo de su visión. En el capítulo 10:21a, el ángel que se le apareció a Daniel, le dijo: “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad...” Luego en el capítulo 11:2a, añade: “Y ahora yo te mostraré la verdad...”
Tal pareciera que el ángel tenía un libro enfrente de él, del cual leía los grandes acontecimientos contenidos en la visión; un libro que es el símbolo del conocimiento anticipado de Dios de todos los eventos humanos. Todo lo que sucede en la historia, nuestro Padre Celestial lo sabe por anticipado, antes de que ocurra, y se encuentra en el libro que el ángel le lee a Daniel.
Él lo hizo hasta cierto punto, y luego le dice: «Daniel, esto es todo lo que te leeré. Ahora, cierra las palabras y sella el libro, porque eso es todo lo que voy a mostrarte». Queriendo decir con esto, «Hemos llegado al fin, tu trabajo ha concluido. Eso es lo que puedo revelarte hasta ahora». De tal manera que no tiene nada que ver con la comprensión del libro de Daniel. De hecho, las palabras que Daniel registró en su libro, fueron dadas a fin de que los hombres pudieran entenderlas. El ángel simplemente estaba diciendo: «Ahora hemos llegado al fin del período de revelación acerca de todos estos asuntos». Sin embargo, la última parte de este versículo resulta intrigante. “...Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Dn. 12:4b).
No cabe duda que el ángel aquí está describiendo lo que ocurrirá en el tiempo final. Pero lo que sucederá puede ser interpretado en dos formas: Algunos creen que se refiere a que en estos últimos días, Dios ha permitido que sus siervos entiendan muchas profecías, que con el paso del tiempo fueron olvidados o distorsionados. Mientras que otros lo toman como una predicción de la revolución actual en el transporte y el conocimiento, lo cual es tan característico de nuestro día. De que anticipa la explosión súbita de conocimiento que tuvo lugar en el siglo XX y sigue sucediéndose en este siglo XXI.
Sin embargo, se da el caso, que en pasajes que tienen dos interpretaciones diferentes, ambos significados son correctos. Y este parece ser el caso exactamente aquí, que los dos son verdaderos. De que muchos estarían estudiando el libro de Daniel y las profecías en general, y que el conocimiento científico y la velocidad en las comunicaciones continuará aumentando, conforme nos aproximamos al fin.
¿Ha notado cómo casi todas las cosas en la vida parecen estar acelerándose? El conocimiento se ha incrementado a niveles inimaginables. Cada día viajamos más rápidamente y a lugares más distantes. Las comunicaciones instantáneas a través del mundo se han convertido en cosa común. Y la tecnología que tenemos a nuestra disposición es prácticamente alucinante.
Por siglos la humanidad había permanecido en una especie de letargo. Y aunque es cierto que en cada siglo tuvieron lugar descubrimientos e invenciones, todo fue en forma muy moderada. De repente durante el siglo XX se produjo una explosión literal en todas las ramas del conocimiento. A manera de ejemplo mencionaré una breve lista de algunas de las grandes invenciones del siglo XX, procediendo a examinar mejor los logros más destacados:
Siglo XX
DOCUMENTAL LA VIDA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
La vida en la primitiva cristiandad
Estatua de San Pedro en el Vaticano
Estatua de San Pedro en el Vaticano
Los cristianos formaron comunidades locales—iglesias— bajo la autoridad pastoral de un obispo. El obispo de Roma —sucesor del Apóstol Pedro— ejercía el Primado sobre todas las iglesias. La Eucaristía era centro de la vida cristiana. El rechazo del Gnosticismo fue la gran victoria doctrinal de la Iglesia primitiva.
1. Introducción
La expansión del Cristianismo en el mundo antiguo se acomodó a las estructuras y modos de vida propios de la sociedad romana. Examinadas ya la progresiva realización del principio de universalidad cristiana y las relaciones entre la Iglesia y el Imperio pagano, procede ahora exponer los principales aspectos de la vida interna de las cristiandades: su composición social y jerárquica, el gobierno pastoral, la doctrina, la disciplina, el culto litúrgico, etc.
La Roma clásica promovió por doquier, con deliberado propósito, la difusión de la vida urbana: municipios y colonias surgieron en gran número por todas las provincias de un Imperio para el cual urbanización era sinónimo de romanización. El Cristianismo nació en este contexto histórico y las ciudades fueron sede de las primeras comunidades, que constituyeron en ellas iglesias locales. Las comunidades cristianas estaban rodeadas de un entorno pagano hostil, que favorecía su cohesión interna y la solidaridad entre sus miembros. Pero esas iglesias no fueron núcleos perdidos y aislados: la comunión y la comunicación entre ellas era real y todas tenían un vivo sentido de hallarse integradas en una misma Iglesia universal, la única Iglesia fundada por Jesucristo.
2. Jerarquía y unidad de la Iglesia Primitiva
Muchas iglesias del siglo I fueron fundadas por los Apóstoles y, mientras éstos vivieron, permanecieron bajo su autoridad superior, dirigidas por un «colegio» de presbíteros que ordenaba su vida litúrgica y disciplinar. Este régimen puede atestiguarse especialmente en las iglesias «paulinas», fundadas por el Apóstol de las Gentes. Pero a medida que los Apóstoles desaparecieron, se generalizó en todas partes el episcopado local monárquico, que ya se había introducido desde un primer momento en otras iglesias particulares. El obispo era el jefe de la iglesia, pastor de los fieles y, en cuanto sucesor de los Apóstoles, poseía la plenitud del sacerdocio y la potestad necesaria para el gobierno de la comunidad.
La clave de la unidad de las iglesias dispersas por el orbe, que las integraba en una sola Iglesia universal, fue la institución del Primado romano. Cristo, Fundador de la Iglesia —tal como se recordó en otro lugar—, escogió al Apóstol Pedro como la roca firme sobre la que habría de asentarse la Iglesia. Pero el Primado conferido por Cristo a Pedro no era, de ningún modo, una institución efímera y circunstancial, destinada a extinguirse con la vida del Apóstol. Era una institución permanente, prenda de la perennidad de la Iglesia y válida hasta el fin de los tiempos.
Pedro fue el primer obispo de Roma, y sus sucesores en la Cátedra romana fueron también sucesores en la prerrogativa del Primado, que confirió a la Iglesia la constitución jerárquica, querida para siempre por Jesucristo. La Iglesia romana fue, por tanto —y para todos los tiempos—, centro de unidad de la Iglesia universal.
3. El ejercicio del Primado
El ejercicio del Primado romano ha estado lógicamente condicionado, a lo largo de los siglos, por las circunstancias históricas. En épocas de persecución o de difíciles comunicaciones entre los pueblos, aquel ejercicio fue menos fácil e intenso que en otros momentos más propicios. Pero la historia permite documentar, desde la primera hora, tanto el reconocimiento por las demás iglesias de la preeminencia que correspondía a la Iglesia romana, como la conciencia que los obispos de Roma tenían de su Primacía sobre la Iglesia universal.
A principios del siglo II, San Ignacio, obispo de Antioquía, escribía que la Iglesia romana es la Iglesia «puesta a la cabeza de la caridad», atribuyéndole así un derecho de supremacía eclesiástica universal. Para San Ireneo de Lyon, en su tratado «Contra las herejías» (a. 185), la Iglesia de Roma gozaba de una singular preeminencia y era criterio seguro para el conocimiento de la verdadera doctrina de la fe.
De la conciencia que tenían los obispos de Roma de poseer el Primado sobre la Iglesia universal ha quedado un testimonio insigne, que se remonta al siglo I. A raíz de un grave problema interno, surgido en el seno de la comunidad cristiana de Corinto, el papa Clemente I intervino de modo autoritario. La carta escrita por el Papa, prescribiendo aquello que procedía hacer y exigiendo obediencia a sus mandatos, constituye una clara prueba de la conciencia que tenía de su potestad primacial; y no es menos significativa la respetuosa y dócil acogida dispensada por la iglesia de Corinto a la intervención pontificia.
4. Proceso de conversión
«Los cristianos no nacen, se hacen», escribió Tertuliano a finales del siglo II. Estas palabras pudieron significar, entre otras cosas, que, en su tiempo, la gran mayoría de los fieles no eran —como serían a partir del siglo IV— hijos de padres cristianos, sino personas nacidas en la gentilidad, venidas a la Iglesia en virtud de una conversión a la fe de Jesucristo. El bautismo —sacramento de incorporación a la Iglesia— constituía entonces el coronamiento de un dilatado proceso de iniciación cristiana.
Este proceso, comenzado por la conversión, proseguía a lo largo del «catecumenado», un tiempo de prueba y de instrucción catequética, instituido de modo regular desde finales del siglo II. La vida litúrgica de los cristianos tenía su centro en el Sacrificio Eucarístico, que se ofrecía por lo menos el día del domingo, bien en una vivienda cristiana —sede de alguna «iglesia doméstica»—, o bien en los lugares destinados al culto, que comenzaron a existir desde el siglo III.
5. La diversidad cultural entre los cristianos
Las antiguas comunidades cristianas estaban constituidas por toda suerte de personas, sin distinción de clase o condición. Desde los tiempos apostólicos, la Iglesia estuvo abierta a judíos y gentiles, pobres y ricos, libres y esclavos. Es cierto que la mayoría de los cristianos de los primeros siglos fueron gentes de humilde condición, y un intelectual pagano hostil al Cristianismo, Celso, se mofaba con desprecio de los tejedores, zapateros, lavanderas y otras gentes sin cultura, propagadores del Evangelio en todos los ambientes.
Pero es un hecho indudable que, desde el siglo I, personalidades de la aristocracia romana abrazaron el Cristianismo. Este hecho, dos siglos más tarde, revestía tal amplitud que uno de los edictos persecutorios del emperador Valeriano estuvo dirigido especialmente contra los senadores, caballeros y funcionarios imperiales que fueran cristianos.
6. Estructura de las comunidades paleocristianas
La estructura interna de las comunidades cristianas era jerárquica. El obispo —jefe de la iglesia local— estaba asistido por el clero, cuyos grados superiores —los órdenes de los presbíteros y los diáconos— eran, como el episcopado, de institución divina. Clérigos menores, asignados a determinadas funciones eclesiásticas, aparecieron en el curso de estos siglos. Los fieles que integraban el Pueblo de Dios eran en su inmensa mayoría cristianos corrientes, pero los había también que se distinguían por una u otra razón.
En la edad apostólica hubo numerosos carismáticos, cristianos que para servicio de la Iglesia recibieron dones extraordinarios del Espíritu Santo. Los carismáticos cumplieron una importante función en la Iglesia primitiva, pero constituían un fenómeno transitorio que se extinguió prácticamente en el primer siglo de la Era cristiana. Mientras duró la época de las persecuciones, gozaron de un especial prestigio los «confesores de la fe», llamados así porque habían «confesado» su fe como los mártires, aunque sobrevivieran a sus prisiones y tormentos.
Todavía procede señalar otros fieles cristianos, cuya vida o ministerios les conferían una particular condición en el seno de las iglesias: las viudas, que desde los tiempos apostólicos formaban un «orden» y atendían a ministerios con mujeres; y los ascetas y las vírgenes, que abrazaban el celibato «por amor del Reino de los Cielos» y constituían —en palabras de San Cipriano— «la porción más gloriosa del rebaño de Cristo».
7. Apología del cristianismo primitivo
Los primeros cristianos sufrieron la dura prueba externa de las persecuciones; internamente, la Iglesia hubo de afrontar otra prueba no menos importante: la defensa de la verdad frente a corrientes ideológicas que trataron de desvirtuar los dogmas fundamentales de la fe cristiana. Las antiguas herejías —que así se llamó a esas corrientes de ideas— pueden dividirse en tres distintos grupos. De una parte, existió un Judeo-cristianismo herético, negador de la divinidad de Jesucristo y de la eficacia redentora de su Muerte, para el cual la misión mesiánica de Jesús habría sido la de llevar el Judaismo a su perfección, por la plena observancia de la Ley.
Un segundo grupo de herejías —de más tardía aparición— se caracterizó por su fanático rigorismo moral, estimulado por la creencia en un inminente fin de los tiempos. En el siglo II, la más conocida de estas herejías fue el Montanismo, aunque en el África latina, de principios del siglo IV, el extremismo rigorista sería todavía uno de los componentes del Donatísmo.
Pero la mayor amenaza que hubo de afrontar la Iglesia cristiana durante la edad de los mártires fue, sin duda, la herejía gnóstica. El Gnosticismo era una gran corriente ideológica tendente al sincretismo religioso, muy de moda en los siglos finales de la Antigüedad. El Gnosticismo —que constituía una verdadera escuela intelectual— se presentaba como una sabiduría superior, al alcance sólo de una minoría de «iniciados». Ante el Cristianismo su propósito fue desvirtuar las verdades de la fe, presentando las doctrinas gnósticas como la expresión de la tradición cristiana más sublime, que Cristo habría reservado para sus discípulos más íntimos. El representante más notable del Gnosticismo cristiano fue Marción. La Iglesia reaccionó con entereza y los Padres Apostólicos demostraron la absoluta incompatibilidad existente entre Cristianismo y Gnosticismo.
Estatua de San Pedro en el Vaticano
Estatua de San Pedro en el Vaticano
Los cristianos formaron comunidades locales—iglesias— bajo la autoridad pastoral de un obispo. El obispo de Roma —sucesor del Apóstol Pedro— ejercía el Primado sobre todas las iglesias. La Eucaristía era centro de la vida cristiana. El rechazo del Gnosticismo fue la gran victoria doctrinal de la Iglesia primitiva.
1. Introducción
La expansión del Cristianismo en el mundo antiguo se acomodó a las estructuras y modos de vida propios de la sociedad romana. Examinadas ya la progresiva realización del principio de universalidad cristiana y las relaciones entre la Iglesia y el Imperio pagano, procede ahora exponer los principales aspectos de la vida interna de las cristiandades: su composición social y jerárquica, el gobierno pastoral, la doctrina, la disciplina, el culto litúrgico, etc.
La Roma clásica promovió por doquier, con deliberado propósito, la difusión de la vida urbana: municipios y colonias surgieron en gran número por todas las provincias de un Imperio para el cual urbanización era sinónimo de romanización. El Cristianismo nació en este contexto histórico y las ciudades fueron sede de las primeras comunidades, que constituyeron en ellas iglesias locales. Las comunidades cristianas estaban rodeadas de un entorno pagano hostil, que favorecía su cohesión interna y la solidaridad entre sus miembros. Pero esas iglesias no fueron núcleos perdidos y aislados: la comunión y la comunicación entre ellas era real y todas tenían un vivo sentido de hallarse integradas en una misma Iglesia universal, la única Iglesia fundada por Jesucristo.
2. Jerarquía y unidad de la Iglesia Primitiva
Muchas iglesias del siglo I fueron fundadas por los Apóstoles y, mientras éstos vivieron, permanecieron bajo su autoridad superior, dirigidas por un «colegio» de presbíteros que ordenaba su vida litúrgica y disciplinar. Este régimen puede atestiguarse especialmente en las iglesias «paulinas», fundadas por el Apóstol de las Gentes. Pero a medida que los Apóstoles desaparecieron, se generalizó en todas partes el episcopado local monárquico, que ya se había introducido desde un primer momento en otras iglesias particulares. El obispo era el jefe de la iglesia, pastor de los fieles y, en cuanto sucesor de los Apóstoles, poseía la plenitud del sacerdocio y la potestad necesaria para el gobierno de la comunidad.
La clave de la unidad de las iglesias dispersas por el orbe, que las integraba en una sola Iglesia universal, fue la institución del Primado romano. Cristo, Fundador de la Iglesia —tal como se recordó en otro lugar—, escogió al Apóstol Pedro como la roca firme sobre la que habría de asentarse la Iglesia. Pero el Primado conferido por Cristo a Pedro no era, de ningún modo, una institución efímera y circunstancial, destinada a extinguirse con la vida del Apóstol. Era una institución permanente, prenda de la perennidad de la Iglesia y válida hasta el fin de los tiempos.
Pedro fue el primer obispo de Roma, y sus sucesores en la Cátedra romana fueron también sucesores en la prerrogativa del Primado, que confirió a la Iglesia la constitución jerárquica, querida para siempre por Jesucristo. La Iglesia romana fue, por tanto —y para todos los tiempos—, centro de unidad de la Iglesia universal.
3. El ejercicio del Primado
El ejercicio del Primado romano ha estado lógicamente condicionado, a lo largo de los siglos, por las circunstancias históricas. En épocas de persecución o de difíciles comunicaciones entre los pueblos, aquel ejercicio fue menos fácil e intenso que en otros momentos más propicios. Pero la historia permite documentar, desde la primera hora, tanto el reconocimiento por las demás iglesias de la preeminencia que correspondía a la Iglesia romana, como la conciencia que los obispos de Roma tenían de su Primacía sobre la Iglesia universal.
A principios del siglo II, San Ignacio, obispo de Antioquía, escribía que la Iglesia romana es la Iglesia «puesta a la cabeza de la caridad», atribuyéndole así un derecho de supremacía eclesiástica universal. Para San Ireneo de Lyon, en su tratado «Contra las herejías» (a. 185), la Iglesia de Roma gozaba de una singular preeminencia y era criterio seguro para el conocimiento de la verdadera doctrina de la fe.
De la conciencia que tenían los obispos de Roma de poseer el Primado sobre la Iglesia universal ha quedado un testimonio insigne, que se remonta al siglo I. A raíz de un grave problema interno, surgido en el seno de la comunidad cristiana de Corinto, el papa Clemente I intervino de modo autoritario. La carta escrita por el Papa, prescribiendo aquello que procedía hacer y exigiendo obediencia a sus mandatos, constituye una clara prueba de la conciencia que tenía de su potestad primacial; y no es menos significativa la respetuosa y dócil acogida dispensada por la iglesia de Corinto a la intervención pontificia.
4. Proceso de conversión
«Los cristianos no nacen, se hacen», escribió Tertuliano a finales del siglo II. Estas palabras pudieron significar, entre otras cosas, que, en su tiempo, la gran mayoría de los fieles no eran —como serían a partir del siglo IV— hijos de padres cristianos, sino personas nacidas en la gentilidad, venidas a la Iglesia en virtud de una conversión a la fe de Jesucristo. El bautismo —sacramento de incorporación a la Iglesia— constituía entonces el coronamiento de un dilatado proceso de iniciación cristiana.
Este proceso, comenzado por la conversión, proseguía a lo largo del «catecumenado», un tiempo de prueba y de instrucción catequética, instituido de modo regular desde finales del siglo II. La vida litúrgica de los cristianos tenía su centro en el Sacrificio Eucarístico, que se ofrecía por lo menos el día del domingo, bien en una vivienda cristiana —sede de alguna «iglesia doméstica»—, o bien en los lugares destinados al culto, que comenzaron a existir desde el siglo III.
5. La diversidad cultural entre los cristianos
Las antiguas comunidades cristianas estaban constituidas por toda suerte de personas, sin distinción de clase o condición. Desde los tiempos apostólicos, la Iglesia estuvo abierta a judíos y gentiles, pobres y ricos, libres y esclavos. Es cierto que la mayoría de los cristianos de los primeros siglos fueron gentes de humilde condición, y un intelectual pagano hostil al Cristianismo, Celso, se mofaba con desprecio de los tejedores, zapateros, lavanderas y otras gentes sin cultura, propagadores del Evangelio en todos los ambientes.
Pero es un hecho indudable que, desde el siglo I, personalidades de la aristocracia romana abrazaron el Cristianismo. Este hecho, dos siglos más tarde, revestía tal amplitud que uno de los edictos persecutorios del emperador Valeriano estuvo dirigido especialmente contra los senadores, caballeros y funcionarios imperiales que fueran cristianos.
6. Estructura de las comunidades paleocristianas
La estructura interna de las comunidades cristianas era jerárquica. El obispo —jefe de la iglesia local— estaba asistido por el clero, cuyos grados superiores —los órdenes de los presbíteros y los diáconos— eran, como el episcopado, de institución divina. Clérigos menores, asignados a determinadas funciones eclesiásticas, aparecieron en el curso de estos siglos. Los fieles que integraban el Pueblo de Dios eran en su inmensa mayoría cristianos corrientes, pero los había también que se distinguían por una u otra razón.
En la edad apostólica hubo numerosos carismáticos, cristianos que para servicio de la Iglesia recibieron dones extraordinarios del Espíritu Santo. Los carismáticos cumplieron una importante función en la Iglesia primitiva, pero constituían un fenómeno transitorio que se extinguió prácticamente en el primer siglo de la Era cristiana. Mientras duró la época de las persecuciones, gozaron de un especial prestigio los «confesores de la fe», llamados así porque habían «confesado» su fe como los mártires, aunque sobrevivieran a sus prisiones y tormentos.
Todavía procede señalar otros fieles cristianos, cuya vida o ministerios les conferían una particular condición en el seno de las iglesias: las viudas, que desde los tiempos apostólicos formaban un «orden» y atendían a ministerios con mujeres; y los ascetas y las vírgenes, que abrazaban el celibato «por amor del Reino de los Cielos» y constituían —en palabras de San Cipriano— «la porción más gloriosa del rebaño de Cristo».
7. Apología del cristianismo primitivo
Los primeros cristianos sufrieron la dura prueba externa de las persecuciones; internamente, la Iglesia hubo de afrontar otra prueba no menos importante: la defensa de la verdad frente a corrientes ideológicas que trataron de desvirtuar los dogmas fundamentales de la fe cristiana. Las antiguas herejías —que así se llamó a esas corrientes de ideas— pueden dividirse en tres distintos grupos. De una parte, existió un Judeo-cristianismo herético, negador de la divinidad de Jesucristo y de la eficacia redentora de su Muerte, para el cual la misión mesiánica de Jesús habría sido la de llevar el Judaismo a su perfección, por la plena observancia de la Ley.
Un segundo grupo de herejías —de más tardía aparición— se caracterizó por su fanático rigorismo moral, estimulado por la creencia en un inminente fin de los tiempos. En el siglo II, la más conocida de estas herejías fue el Montanismo, aunque en el África latina, de principios del siglo IV, el extremismo rigorista sería todavía uno de los componentes del Donatísmo.
Pero la mayor amenaza que hubo de afrontar la Iglesia cristiana durante la edad de los mártires fue, sin duda, la herejía gnóstica. El Gnosticismo era una gran corriente ideológica tendente al sincretismo religioso, muy de moda en los siglos finales de la Antigüedad. El Gnosticismo —que constituía una verdadera escuela intelectual— se presentaba como una sabiduría superior, al alcance sólo de una minoría de «iniciados». Ante el Cristianismo su propósito fue desvirtuar las verdades de la fe, presentando las doctrinas gnósticas como la expresión de la tradición cristiana más sublime, que Cristo habría reservado para sus discípulos más íntimos. El representante más notable del Gnosticismo cristiano fue Marción. La Iglesia reaccionó con entereza y los Padres Apostólicos demostraron la absoluta incompatibilidad existente entre Cristianismo y Gnosticismo.
Los Rollos del Mar Muerto - Documental de Discovery Channel
Los manuscritos del Mar Muerto. El Proyecto Digital
Gran Rollo de Isaías
Rollo del Templo
Regla de la Guerra
Regla de la Comunidad
Comentario a Habacuc
El proyecto
El Museo de Israel le da la bienvenida a la página web del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto, un proyecto desarrollado en colaboración con Google que permite, por primera vez en la historia, el acceso directo a los manuscritos desde cualquier parte del planeta. A través de esta web los usuarios podrán consultar y explorar los manuscritos, realizar búsquedas y cargar rápidamente imágenes de alta resolución con un nivel de detalle hasta ahora inalcanzables. Las imágenes vienen acompañadas por textos y vídeos explicativos que aportan información inicial sobre los manuscritos y su historia.
Datados de entre el siglo III antes de la era común y el I de nuestra era, los rollos del Mar Muerto incluyen los manuscritos bíblicos más antiguos preservados hasta la fecha y ofrecen un testimonio directo de la sociedad judía en la tierra de Israel durante el periodo del Segundo Templo, la época del nacimiento del cristianismo y del judaísmo rabínico. Hasta la fecha se han digitalizado cinco rollos completos de la colección del Museo de Israel, que están ahora disponibles online.
“El Museo de Israel tiene el enorme privilegio de albergar en su Santuario del Libro los manuscritos más completos y mejor preservados de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto”, afirma James S. Snyder, Director Anne y Jerome Fisher del Museo de Israel. “Estos documentos son uno de los hallazgos más importantes de la cultura del mundo monoteísta y representan un conjunto único piezas de la colección enciclopédica del Museo. Gracias a la colaboración con Google podemos hacer llegar ahora estos tesoros al gran público”.
Los cinco manuscritos que hasta el momento se han digitalizado son el Gran Rollo de Isaías, la Regla de la Comunidad, el Comentario a Habacuc, el Rollo del Templo y la Regla de la Guerra. Al realizar consultas de búsqueda, Google redirige a los usuarios directamente a los manuscritos online. Para minimizar el daño que el proceso de digitalización pudiera causar a los delicados manuscritos se han utilizado en cada fotografía tubos de flash protegidos contra rayos UV con una exposición de 1/4000 por segundo. El fotógrafo Ardon Bar-Hama ha sido el responsable de fotografiar los manuscritos con una resolución de 1.200 megapíxeles (unas 200 veces superior a la resolución de una cámara digital estándar), lo que hace que la imagen se pueda ampliar hasta el punto de mostrar detalles imperceptibles a simple vista, permitiendo así a los usuarios examinar el texto de manera precisa. Además, el Gran Rollo de Isaías permite realizar búsquedas por columna, capítulo y versículo, dispone de una herramienta que permite mostrar el texto del contenido traducido al inglés y otra que posibilita que los usuarios envíen versículos traducidos a su propio idioma.
“El Proyecto de los Manuscritos del Mar Muerto con el Museo de Israel enriquece y preserva una importante parte de la herencia mundial haciéndola accesible al mundo por medio de Internet”, afirma el Prof. Yossi Matias, Director General del Centro de I+D de Google en Israel. “Tras haber participado en el pasado en proyectos similares como Art Project de Google, la colección del Museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén o el Museo del Prado en Madrid, hemos podido comprobar cómo el acceso a documentos y colecciones online facilita que usuarios de todo el mundo puedan aumentar sus conocimientos y comprensión de eventos históricos clave. Esperamos poder poner algún día al alcance de todo el mundo el conjunto del conocimiento depositado en las distintas colecciones y archivos históricos y ello incluye la digitalización y acceso online de manuscritos adicionales del Mar Muerto”.
El Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto se ha llevado a cabo con el apoyo de George Blumenthal y el Centro de Estudios Judaicos Online, cuyo sueño y visión ha sido siempre la creación de un marco que permita a investigadores y al público en general el acceso a los manuscritos. Por parte del Museo de Israel el Dr. Adolfo D. Roitman, Lizbeth and George Krupp Curator de los Manuscritos del Mar Muerto y Director del Santuario del Libro y la Dra. Susan Hazan, Curator de Multimedia, han sido los encargados de dirigir el proyecto en colaboración con Eyal Fink, ingeniero de programación y Eyal Miller, Director de Desarrollo de Nuevos Negocios del centro I+D de Google en Israel.
Fotografía digital y vídeo-ensayos: Ardon Bar-Hama, www.ardonbarhama.com
Diseño y desarrollo del visualizador de manuscritos interactivo: BaconOppenheim
Dispositivo de captura digital: Leaf. Cámara y lentes: Alpa
Vídeos: Eytan Harris
Traducción inglesa del texto masorético del libro de Isaías: Reimpreso de: Tanakh: The New JPS Copyright @1985 - The Jewish Publication Society, con permiso de la Universidad de Nebraska. Todos los derechos reservados.
Traducción inglesa del Gran Rollo de Isaías: Nuestro agradecimiento a Peter W. Flint, PhD, titular de la Cátedra de Investigación de Canadá en Estudios de los Manuscritos del Mar Muerto y Profesor de Estudios Bíblicos en la Trinity Western University, Langley, Canadá www.deadseascrolls.org, y el Profesor Eugene Ulrich, Universidad de Notre Dame, Indiana, USA, por su traducción al inglés del Gran Rollo de Isaías.
Traducción española de la Regla de la Guerra, Rollo del Templo, Regla de la Comunidad y Comentario a Habacuc: © Florentino García Martínez para la traducción y edición, 1992. Todos los derechos reservados. © Editorial Trotta, S.A., 1992. Todos los derechos reservados.
La web del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto ha sido diseñada y desarrollada por el Museo de Israel. Dirección: Dra. Susan Hazan, Directora de la Unidad de Multimedia, Informática y Sistemas de la Información. Desarrollo de aplicaciones para el usuario y webmaster: Avi Rosenberg. Diseño de la página web: Haya Sheffer. Edición: Varda Spiegel y Hanna Caine-Braunschvig.
Irene Lèwitt, Asistente de Fotografía, Santuario del Libro.
Beatriz Riestra, traducción de los textos informativos al español.
Vídeo promocional del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto: Aaron Hutchinson, productor; Joseph Shaw, operador de cámara. Across the Ponds Productions, Reino Unido, www.acrossthepondproductions.tv
Acerca de los manuscritos
Descubiertos entre los años 1947 y 1956 en once cuevas situadas en la orilla noroccidental del Mar Muerto, los manuscritos datan de entre el siglo III antes de la era común y el I de nuestra era. Son atribuidos generalmente a una secta judía aislada establecida en Qumrán, en el desierto de Judea, que en los manuscritos recibe el nombre de ha-Yahad (la Comunidad).
El Museo de Israel alberga y expone los manuscritos en el Santuario del Libro desde su inauguración en 1965. Diseñado por Armand Bartos y Frederick Kiesler, el conjunto arquitectónico presenta una cuidada simbología en la que destaca la característica cúpula blanca que evoca la forma de las tapas de las jarras donde se encontraron los manuscritos.
Los documentos digitalizados accesibles ahora a través del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto incluyen:
El Gran Rollo de Isaías (1QIsa): Datado aproximadamente del año 125 antes de la era común contiene el texto íntegro del libro de Isaías y es el único manuscrito de la antigüedad que conserva una copia completa de un libro bíblico.
Regla de la Guerra (1QM): Data de finales del siglo I antes de la era común o principios de nuestra era y describe el enfrentamiento entre los “Hijos de la Luz” y los “Hijos de las Tinieblas” que tendrá una duración de 49 años y acabará con la victoria de los “Hijos de la Luz” y la restauración de las prácticas en el Templo acordes con las creencias de estos.
Rollo del Templo (11Q19): Datado de finales del siglo I antes de la era común o comienzos del siglo I de nuestra era, presenta una serie de normas para la construcción del Templo y el culto en él, proporcionando un plan para un Templo imaginario o futuro. Con apenas una décima de milímetro de grosor, el Rollo del Templo es el manuscrito más fino de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto.
Regla de la Comunidad (1QS): Datado del siglo I antes de la era común, es un documento clave para conocer el modo de vida de la Comunidad. En ella se tratan temas como la admisión de nuevos miembros, las normas de comportamiento en las comidas comunitarias, oraciones, rituales de purificación y principios teológicos.
Comentario a Habacuc (1QpHab): Datado de la segunda mitad del siglo I antes de la era común, el manuscrito interpreta los dos primeros capítulos del libro del profeta bíblico Habacuc con un estilo peculiar y característico que lo convierte en una importante fuente de conocimiento sobre la vida espiritual de la secta de Qumrán, vertiendo luz sobre la percepción que la comunidad tenía de sí misma.
El Museo de Israel en Jerusalén
El Museo de Israel es la institución cultural más grande del Estado de Israel y está considerado uno de los museos de arte y arqueología líderes en el mundo. Fundado en 1965, alberga colecciones enciclopédicas que abarcan desde la prehistoria hasta el arte contemporáneo e incluyen la mayor colección de piezas de arqueología bíblica y de Tierra Santa del mundo. En tan solo 50 años y gracias al legado de donaciones y al apoyo generoso de su círculo de benefactores en todo el mundo, el Museo ha construido una extensa colección de alrededor de 500.000 objetos que comprenden las distintas manifestaciones de la cultura material universal.
En el año 2010 el Museo concluyó la renovación integral de su campus dirigida por James Carpenter Design Associates de Nueva York y Efrat-Kowalsky Architecs de Tel Aviv. La reforma incluyó la creación de nuevas galerías, centros de información y asistencia al visitante, espacios públicos y una reconfiguración completa de sus colecciones enciclopédicas. Además de los variados programas que se ofrecen en el campus central, el Museo de Israel ofrece programas en sus dos sedes externas: el Museo Arqueológico Rockefeller donde se exhiben piezas arqueológicas del antiguo Israel, y la Casa Ticho, en el centro de Jerusalén, donde se realizan conciertos y exposiciones de arte contemporáneo israelí.
Gran Rollo de Isaías
Rollo del Templo
Regla de la Guerra
Regla de la Comunidad
Comentario a Habacuc
El proyecto
El Museo de Israel le da la bienvenida a la página web del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto, un proyecto desarrollado en colaboración con Google que permite, por primera vez en la historia, el acceso directo a los manuscritos desde cualquier parte del planeta. A través de esta web los usuarios podrán consultar y explorar los manuscritos, realizar búsquedas y cargar rápidamente imágenes de alta resolución con un nivel de detalle hasta ahora inalcanzables. Las imágenes vienen acompañadas por textos y vídeos explicativos que aportan información inicial sobre los manuscritos y su historia.
Datados de entre el siglo III antes de la era común y el I de nuestra era, los rollos del Mar Muerto incluyen los manuscritos bíblicos más antiguos preservados hasta la fecha y ofrecen un testimonio directo de la sociedad judía en la tierra de Israel durante el periodo del Segundo Templo, la época del nacimiento del cristianismo y del judaísmo rabínico. Hasta la fecha se han digitalizado cinco rollos completos de la colección del Museo de Israel, que están ahora disponibles online.
“El Museo de Israel tiene el enorme privilegio de albergar en su Santuario del Libro los manuscritos más completos y mejor preservados de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto”, afirma James S. Snyder, Director Anne y Jerome Fisher del Museo de Israel. “Estos documentos son uno de los hallazgos más importantes de la cultura del mundo monoteísta y representan un conjunto único piezas de la colección enciclopédica del Museo. Gracias a la colaboración con Google podemos hacer llegar ahora estos tesoros al gran público”.
Los cinco manuscritos que hasta el momento se han digitalizado son el Gran Rollo de Isaías, la Regla de la Comunidad, el Comentario a Habacuc, el Rollo del Templo y la Regla de la Guerra. Al realizar consultas de búsqueda, Google redirige a los usuarios directamente a los manuscritos online. Para minimizar el daño que el proceso de digitalización pudiera causar a los delicados manuscritos se han utilizado en cada fotografía tubos de flash protegidos contra rayos UV con una exposición de 1/4000 por segundo. El fotógrafo Ardon Bar-Hama ha sido el responsable de fotografiar los manuscritos con una resolución de 1.200 megapíxeles (unas 200 veces superior a la resolución de una cámara digital estándar), lo que hace que la imagen se pueda ampliar hasta el punto de mostrar detalles imperceptibles a simple vista, permitiendo así a los usuarios examinar el texto de manera precisa. Además, el Gran Rollo de Isaías permite realizar búsquedas por columna, capítulo y versículo, dispone de una herramienta que permite mostrar el texto del contenido traducido al inglés y otra que posibilita que los usuarios envíen versículos traducidos a su propio idioma.
“El Proyecto de los Manuscritos del Mar Muerto con el Museo de Israel enriquece y preserva una importante parte de la herencia mundial haciéndola accesible al mundo por medio de Internet”, afirma el Prof. Yossi Matias, Director General del Centro de I+D de Google en Israel. “Tras haber participado en el pasado en proyectos similares como Art Project de Google, la colección del Museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén o el Museo del Prado en Madrid, hemos podido comprobar cómo el acceso a documentos y colecciones online facilita que usuarios de todo el mundo puedan aumentar sus conocimientos y comprensión de eventos históricos clave. Esperamos poder poner algún día al alcance de todo el mundo el conjunto del conocimiento depositado en las distintas colecciones y archivos históricos y ello incluye la digitalización y acceso online de manuscritos adicionales del Mar Muerto”.
El Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto se ha llevado a cabo con el apoyo de George Blumenthal y el Centro de Estudios Judaicos Online, cuyo sueño y visión ha sido siempre la creación de un marco que permita a investigadores y al público en general el acceso a los manuscritos. Por parte del Museo de Israel el Dr. Adolfo D. Roitman, Lizbeth and George Krupp Curator de los Manuscritos del Mar Muerto y Director del Santuario del Libro y la Dra. Susan Hazan, Curator de Multimedia, han sido los encargados de dirigir el proyecto en colaboración con Eyal Fink, ingeniero de programación y Eyal Miller, Director de Desarrollo de Nuevos Negocios del centro I+D de Google en Israel.
Fotografía digital y vídeo-ensayos: Ardon Bar-Hama, www.ardonbarhama.com
Diseño y desarrollo del visualizador de manuscritos interactivo: BaconOppenheim
Dispositivo de captura digital: Leaf. Cámara y lentes: Alpa
Vídeos: Eytan Harris
Traducción inglesa del texto masorético del libro de Isaías: Reimpreso de: Tanakh: The New JPS Copyright @1985 - The Jewish Publication Society, con permiso de la Universidad de Nebraska. Todos los derechos reservados.
Traducción inglesa del Gran Rollo de Isaías: Nuestro agradecimiento a Peter W. Flint, PhD, titular de la Cátedra de Investigación de Canadá en Estudios de los Manuscritos del Mar Muerto y Profesor de Estudios Bíblicos en la Trinity Western University, Langley, Canadá www.deadseascrolls.org, y el Profesor Eugene Ulrich, Universidad de Notre Dame, Indiana, USA, por su traducción al inglés del Gran Rollo de Isaías.
Traducción española de la Regla de la Guerra, Rollo del Templo, Regla de la Comunidad y Comentario a Habacuc: © Florentino García Martínez para la traducción y edición, 1992. Todos los derechos reservados. © Editorial Trotta, S.A., 1992. Todos los derechos reservados.
La web del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto ha sido diseñada y desarrollada por el Museo de Israel. Dirección: Dra. Susan Hazan, Directora de la Unidad de Multimedia, Informática y Sistemas de la Información. Desarrollo de aplicaciones para el usuario y webmaster: Avi Rosenberg. Diseño de la página web: Haya Sheffer. Edición: Varda Spiegel y Hanna Caine-Braunschvig.
Irene Lèwitt, Asistente de Fotografía, Santuario del Libro.
Beatriz Riestra, traducción de los textos informativos al español.
Vídeo promocional del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto: Aaron Hutchinson, productor; Joseph Shaw, operador de cámara. Across the Ponds Productions, Reino Unido, www.acrossthepondproductions.tv
Acerca de los manuscritos
Descubiertos entre los años 1947 y 1956 en once cuevas situadas en la orilla noroccidental del Mar Muerto, los manuscritos datan de entre el siglo III antes de la era común y el I de nuestra era. Son atribuidos generalmente a una secta judía aislada establecida en Qumrán, en el desierto de Judea, que en los manuscritos recibe el nombre de ha-Yahad (la Comunidad).
El Museo de Israel alberga y expone los manuscritos en el Santuario del Libro desde su inauguración en 1965. Diseñado por Armand Bartos y Frederick Kiesler, el conjunto arquitectónico presenta una cuidada simbología en la que destaca la característica cúpula blanca que evoca la forma de las tapas de las jarras donde se encontraron los manuscritos.
Los documentos digitalizados accesibles ahora a través del Proyecto Digital de los Manuscritos del Mar Muerto incluyen:
El Gran Rollo de Isaías (1QIsa): Datado aproximadamente del año 125 antes de la era común contiene el texto íntegro del libro de Isaías y es el único manuscrito de la antigüedad que conserva una copia completa de un libro bíblico.
Regla de la Guerra (1QM): Data de finales del siglo I antes de la era común o principios de nuestra era y describe el enfrentamiento entre los “Hijos de la Luz” y los “Hijos de las Tinieblas” que tendrá una duración de 49 años y acabará con la victoria de los “Hijos de la Luz” y la restauración de las prácticas en el Templo acordes con las creencias de estos.
Rollo del Templo (11Q19): Datado de finales del siglo I antes de la era común o comienzos del siglo I de nuestra era, presenta una serie de normas para la construcción del Templo y el culto en él, proporcionando un plan para un Templo imaginario o futuro. Con apenas una décima de milímetro de grosor, el Rollo del Templo es el manuscrito más fino de cuantos se han encontrado en el Mar Muerto.
Regla de la Comunidad (1QS): Datado del siglo I antes de la era común, es un documento clave para conocer el modo de vida de la Comunidad. En ella se tratan temas como la admisión de nuevos miembros, las normas de comportamiento en las comidas comunitarias, oraciones, rituales de purificación y principios teológicos.
Comentario a Habacuc (1QpHab): Datado de la segunda mitad del siglo I antes de la era común, el manuscrito interpreta los dos primeros capítulos del libro del profeta bíblico Habacuc con un estilo peculiar y característico que lo convierte en una importante fuente de conocimiento sobre la vida espiritual de la secta de Qumrán, vertiendo luz sobre la percepción que la comunidad tenía de sí misma.
El Museo de Israel en Jerusalén
El Museo de Israel es la institución cultural más grande del Estado de Israel y está considerado uno de los museos de arte y arqueología líderes en el mundo. Fundado en 1965, alberga colecciones enciclopédicas que abarcan desde la prehistoria hasta el arte contemporáneo e incluyen la mayor colección de piezas de arqueología bíblica y de Tierra Santa del mundo. En tan solo 50 años y gracias al legado de donaciones y al apoyo generoso de su círculo de benefactores en todo el mundo, el Museo ha construido una extensa colección de alrededor de 500.000 objetos que comprenden las distintas manifestaciones de la cultura material universal.
En el año 2010 el Museo concluyó la renovación integral de su campus dirigida por James Carpenter Design Associates de Nueva York y Efrat-Kowalsky Architecs de Tel Aviv. La reforma incluyó la creación de nuevas galerías, centros de información y asistencia al visitante, espacios públicos y una reconfiguración completa de sus colecciones enciclopédicas. Además de los variados programas que se ofrecen en el campus central, el Museo de Israel ofrece programas en sus dos sedes externas: el Museo Arqueológico Rockefeller donde se exhiben piezas arqueológicas del antiguo Israel, y la Casa Ticho, en el centro de Jerusalén, donde se realizan conciertos y exposiciones de arte contemporáneo israelí.
El Evangelio de Tómas y de Maria, Magdalena. la verdadera historia jamas contada.
María Magdalena: ¿Autora del Cuarto Evangelio?
por Ramón K. Jusino, M.A.
© 1998-1999
INTRODUCCIÓN
Este artículo discute en favor de la atribución de la autoria del Cuarto Evangelio (El Evangelio según San Juan) en el Nuevo Testamento a María Magdalena. Que yo sepa -- ningún anteriormente publicado obra ha hecho una discusión en apoyo de este hipótesis. La mayoria de los eruditos bíblicos afirman hoy que el autor del Cuarto Evangelio fue un seguidor anónimo de Jesús referido dentro del texto del Evangelio como el Discípulo Amado. Se postula aquí que, en una tradición anterior de la comunidad del Cuarto Evangelio, el Discípulo Amado, ahora “anónimo,” era conocido como María Magdalena. Se postula más a fondo que María Magdalena era la fundadora y heroé verdadera de lo que ha venido ser conocida como la Comunidad Joánica (es decir, María Magdalena era una de las fundadoras originales de la iglesia Cristiana).
Realizo que esta hipótesis puede parecerse muy radical y quizás heterodoxo a usted. Sin embargo, creo que está fundamentada y le ofrezco respetuosamente lo siguiente en apoyo de ella. La evidencia que utiliza esta tesis incluye algunas de las escrituras Cristianas Gnósticas de la Biblioteca de Nag Hammadi, y la evidencia interna del texto del Cuarto Evangelio si mismo. Este artículo también confia pesadamente en la investigación de la Comunidad Joánica hecha por Raymond E. Brown (primer erudito bíblico Católico en los Estados Unidos).
He echo un gran esfuerzo para escribir este artículo de una manera tal que pueda ser seguido y ser entendido fácilmente por ésos sin conocimiento extenso de los estudios bíblicos. Se escribe y se dedica a los que den la bienvenida al amor de Dios, a los que aman y respeten la iglesia, y a los que no sean temerosos de investigar nuevas ideas. (Hay una lista de obras citados en la ultima pagina de este ensayo.)
=======================================
A este dia, María Magdalena sigue siendo una figura más evasiva y más misteriosa. La especulación sobre su papel en el desarollo del Cristianismo temprano no es nueva. Ella ha sido la tema de muchas diversos teorías y mitos a través de la historia eclesiástica. Tal especulación es el resultado del silencio de las Escrituras con respecto a esta mujer que está descrito por los Evangelios como estando presente durante la Crucifixión de Jesús y cerca de la Tumba Vacia en la mañana de la Resurrección. ¿Por qué es que nosotros sabemos virtualmente nada sobre ella? ¿Ha hecho ella contribuciones al desarollo de la iglesia temprana de cual no estamos enterados?
Aqui está un hecho que pocas personas se parecen saber: La Biblia dice nunca explicitamente que María Magdalena era una prostituta en cualquier momento en su vida. Lucas no la nombra en su narrativo sobre la “prostituta penitente” quien lava los pies de Jesús con su pelo (7:36-50). Ni es ella nombrada como la mujer que fue cogida en el acto del adulterio y salvada por Jesús de ser empedrado a la muerte (Juan 8:1-11). La identifican, de veras, como una vez siendo poseida por demonios (Lucas 8:2). Sin embargo, la asunción que sus ofensas pasado consistieron sobre todo en pecado sexual es una presunción que no se hace generalmente sobre los hombres que se identifican como pecadores anteriores. Susan Haskins ha publicado un libro excelente acerca de los muchos mitos y las ideas falsas sobre María Magdalena.
MI TESIS
Comenzamos presuponiendo la posición bien-colocada siguiente: Las muchas contribuciones positivas hechas por las mujeres al desarollo de la iglesia temprana se han reducido al minimo a través de la historia. Claudia Setzer nos ha recordado recientemente que las mujeres, especialmente María Magdalena, eran testigos esenciales al Cristo Resucitado. Setzer (259) afirma que el papel prominente de las discípulas femeninas era un pedazo de tradición temprano y firmemente atrincherado que se convertió rápidamente en una vergüienza a los lideres masculinos de la iglesia institucional emergente. Muchos eruditos prominentes han discutido, absolutamente convincentemente, que habia un esfuerzo concertado de parte de la dirección masculina de la iglesia temprana para suprimir el conocimiento de cualquier contribución importante hecha por las discípulas femeninas. Se afirma aquí que mucha de la herencia de María Magdalena bajó victima a esta supresión.
Este artículo postula la teoria que el Cuarto Evangelio, creido una vez por la mayoria de los eruditos como sido originado por Juan de Zebedeo, fue sido originado realmente por María Magdalena. Se postula más a fondo que ella era “el Discípulo Amado” del Cuarto Evangelio y, por lo tanto, la fundadora y lider de lo que ha venido ser conocida como la Comunidad Joánica.
La investigación de Raymond E. Brown (1979) se utiliza como la base primaria para este artículo. La investigación de Brown sobre la Comunidad Joánica es claramente segundo-a-ninguna. La mayoria de los teólogos los reconocen fácilmente hoy como el primer erudito Católico de la Biblia en los Estados Unidos. Este artículo no disputa cualesquiera de las aserciones esenciales de Brown en este tema. Aquí yo utilizo mucha de la investigación de Brown para verificar mi hipótesis. Se procura identificar al autor del Cuarto Evangelio donde no lo hace Brown. Anteriormente, Brown discutió que el Cuarto Evangelio fue sido originado por Juan de Zebedeo (1966: xcviii). Sin embargo, Brown cambió su opinión sobre esto porque él encontró que habia poca evidencia para creer en la profesión de autor de Juan (1979: 33).
María Magdalena es postulada como la autora del Cuarto Evangelio en el sentido que la antigüedad definió la profesión de autor (Brown 1990: 1051-1052). El autor es la persona de quién las ideas en el libro originan, no necesariamente la persona que fija la pluma al papiro (Brown 1966: lxxxvii). Según Brown, el Cuarto Evangelio fue originado por un seguidor anónimo de Jesús identificado adentro del texto del Evangelio como el Discípulo Amado. Este Discípulo Amado conoció a Jesús personalmente y estaba en el grupo original de la Comunidad Joánica (Brown 1979: 31). El Cuarto Evangelio fue basado en la cuenta del testimonio ocular de este Discípulo (Juan 21:24). Brown identifica varias fases en el desarrollo del Cuarto Evangelio: 1) la primera versión ante-canónico originado por el Discípulo Amado; 2) la obra ante-canónico produjo por “la evangelista,” o el escritor principal; y, 3) la versión final escrita por un redactor después de la muerte del Discípulo Amado (1979:22-23).
Afirmo que la contribución de María Magdalena a la escritura del Cuarto Evangelio ocurrió dentro de la primera fase del desarrollo identificado por Brown -- es decir, la versión inicial ante-canónico. El Evangelio pasó por varias fases de modificación. El resultado final de estas modificaciones fue la supresión eventual de su papel como autora de este Evangelio y como lider de su comunidad.
por Ramón K. Jusino, M.A.
© 1998-1999
INTRODUCCIÓN
Este artículo discute en favor de la atribución de la autoria del Cuarto Evangelio (El Evangelio según San Juan) en el Nuevo Testamento a María Magdalena. Que yo sepa -- ningún anteriormente publicado obra ha hecho una discusión en apoyo de este hipótesis. La mayoria de los eruditos bíblicos afirman hoy que el autor del Cuarto Evangelio fue un seguidor anónimo de Jesús referido dentro del texto del Evangelio como el Discípulo Amado. Se postula aquí que, en una tradición anterior de la comunidad del Cuarto Evangelio, el Discípulo Amado, ahora “anónimo,” era conocido como María Magdalena. Se postula más a fondo que María Magdalena era la fundadora y heroé verdadera de lo que ha venido ser conocida como la Comunidad Joánica (es decir, María Magdalena era una de las fundadoras originales de la iglesia Cristiana).
Realizo que esta hipótesis puede parecerse muy radical y quizás heterodoxo a usted. Sin embargo, creo que está fundamentada y le ofrezco respetuosamente lo siguiente en apoyo de ella. La evidencia que utiliza esta tesis incluye algunas de las escrituras Cristianas Gnósticas de la Biblioteca de Nag Hammadi, y la evidencia interna del texto del Cuarto Evangelio si mismo. Este artículo también confia pesadamente en la investigación de la Comunidad Joánica hecha por Raymond E. Brown (primer erudito bíblico Católico en los Estados Unidos).
He echo un gran esfuerzo para escribir este artículo de una manera tal que pueda ser seguido y ser entendido fácilmente por ésos sin conocimiento extenso de los estudios bíblicos. Se escribe y se dedica a los que den la bienvenida al amor de Dios, a los que aman y respeten la iglesia, y a los que no sean temerosos de investigar nuevas ideas. (Hay una lista de obras citados en la ultima pagina de este ensayo.)
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A este dia, María Magdalena sigue siendo una figura más evasiva y más misteriosa. La especulación sobre su papel en el desarollo del Cristianismo temprano no es nueva. Ella ha sido la tema de muchas diversos teorías y mitos a través de la historia eclesiástica. Tal especulación es el resultado del silencio de las Escrituras con respecto a esta mujer que está descrito por los Evangelios como estando presente durante la Crucifixión de Jesús y cerca de la Tumba Vacia en la mañana de la Resurrección. ¿Por qué es que nosotros sabemos virtualmente nada sobre ella? ¿Ha hecho ella contribuciones al desarollo de la iglesia temprana de cual no estamos enterados?
Aqui está un hecho que pocas personas se parecen saber: La Biblia dice nunca explicitamente que María Magdalena era una prostituta en cualquier momento en su vida. Lucas no la nombra en su narrativo sobre la “prostituta penitente” quien lava los pies de Jesús con su pelo (7:36-50). Ni es ella nombrada como la mujer que fue cogida en el acto del adulterio y salvada por Jesús de ser empedrado a la muerte (Juan 8:1-11). La identifican, de veras, como una vez siendo poseida por demonios (Lucas 8:2). Sin embargo, la asunción que sus ofensas pasado consistieron sobre todo en pecado sexual es una presunción que no se hace generalmente sobre los hombres que se identifican como pecadores anteriores. Susan Haskins ha publicado un libro excelente acerca de los muchos mitos y las ideas falsas sobre María Magdalena.
MI TESIS
Comenzamos presuponiendo la posición bien-colocada siguiente: Las muchas contribuciones positivas hechas por las mujeres al desarollo de la iglesia temprana se han reducido al minimo a través de la historia. Claudia Setzer nos ha recordado recientemente que las mujeres, especialmente María Magdalena, eran testigos esenciales al Cristo Resucitado. Setzer (259) afirma que el papel prominente de las discípulas femeninas era un pedazo de tradición temprano y firmemente atrincherado que se convertió rápidamente en una vergüienza a los lideres masculinos de la iglesia institucional emergente. Muchos eruditos prominentes han discutido, absolutamente convincentemente, que habia un esfuerzo concertado de parte de la dirección masculina de la iglesia temprana para suprimir el conocimiento de cualquier contribución importante hecha por las discípulas femeninas. Se afirma aquí que mucha de la herencia de María Magdalena bajó victima a esta supresión.
Este artículo postula la teoria que el Cuarto Evangelio, creido una vez por la mayoria de los eruditos como sido originado por Juan de Zebedeo, fue sido originado realmente por María Magdalena. Se postula más a fondo que ella era “el Discípulo Amado” del Cuarto Evangelio y, por lo tanto, la fundadora y lider de lo que ha venido ser conocida como la Comunidad Joánica.
La investigación de Raymond E. Brown (1979) se utiliza como la base primaria para este artículo. La investigación de Brown sobre la Comunidad Joánica es claramente segundo-a-ninguna. La mayoria de los teólogos los reconocen fácilmente hoy como el primer erudito Católico de la Biblia en los Estados Unidos. Este artículo no disputa cualesquiera de las aserciones esenciales de Brown en este tema. Aquí yo utilizo mucha de la investigación de Brown para verificar mi hipótesis. Se procura identificar al autor del Cuarto Evangelio donde no lo hace Brown. Anteriormente, Brown discutió que el Cuarto Evangelio fue sido originado por Juan de Zebedeo (1966: xcviii). Sin embargo, Brown cambió su opinión sobre esto porque él encontró que habia poca evidencia para creer en la profesión de autor de Juan (1979: 33).
María Magdalena es postulada como la autora del Cuarto Evangelio en el sentido que la antigüedad definió la profesión de autor (Brown 1990: 1051-1052). El autor es la persona de quién las ideas en el libro originan, no necesariamente la persona que fija la pluma al papiro (Brown 1966: lxxxvii). Según Brown, el Cuarto Evangelio fue originado por un seguidor anónimo de Jesús identificado adentro del texto del Evangelio como el Discípulo Amado. Este Discípulo Amado conoció a Jesús personalmente y estaba en el grupo original de la Comunidad Joánica (Brown 1979: 31). El Cuarto Evangelio fue basado en la cuenta del testimonio ocular de este Discípulo (Juan 21:24). Brown identifica varias fases en el desarrollo del Cuarto Evangelio: 1) la primera versión ante-canónico originado por el Discípulo Amado; 2) la obra ante-canónico produjo por “la evangelista,” o el escritor principal; y, 3) la versión final escrita por un redactor después de la muerte del Discípulo Amado (1979:22-23).
Afirmo que la contribución de María Magdalena a la escritura del Cuarto Evangelio ocurrió dentro de la primera fase del desarrollo identificado por Brown -- es decir, la versión inicial ante-canónico. El Evangelio pasó por varias fases de modificación. El resultado final de estas modificaciones fue la supresión eventual de su papel como autora de este Evangelio y como lider de su comunidad.
Los 40 días Ignorados de Jesús - Documental completo
MISTERIOS del Hombre y del Universo
Los 40 días ignorados de Jesús después de su resurrección
Según cuenta la Biblia, Jesús regresó de entre los muertos y caminó por el desierto durante 40 días antes de ascender al cielo. En esta ocasión indagaré en una parte de la vida de Jesús, apenas conocida, ya que el Nuevo Testamento cuenta muy poco acerca de este milagro fundamental de la fe cristiana.
Fuentes no bíblicas enterradas hace largo tiempo, como los evangelios apócrifos de Tomás y de María Magdalena, el Apocalipsis de Juan y los escritos del historiador judío Flavio Josefo han proporcionado detalles asombrosos sobre estos 40 días aparentemente perdidos.
La resurrección
El término «resurrección» [del sustantivo latino resurrectĭo, -ōnis; derivado del verbo resurgo (resurrexi, resurrectum -3ª declinación): levantarse, alzarse, resurgir, renacer] hace referencia a la acción de resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida. Sea considerada un mito, una idea o un hecho, la «resurrección» constituye un símbolo de la trascendencia, que se relaciona en parte con la creencia, ya presente en pueblos de la antigüedad, en la posibilidad de una «vida después de la muerte».
Pero la concepción bíblica del término «resurrección», que experimentó una evolución lenta a través de la Biblia hebrea, de los libros griegos del Antiguo Testamento, y del Nuevo Testamento, y que continúa presente en el Judaísmo, en el Cristianismo, y en el Islam, no tiene punto de comparación con el ideario antiguo de inmortalidad típico, por ejemplo, de la concepción griega. Entendida en las Sagradas Escrituras primero como rescate del sheol (lugar donde van a parar todos los muertos), en algunos casos como retorno a la vida anterior, y luego como continuidad en la vida eterna de toda la persona humana, el vocablo «resurrección» termina por asumir con el cristianismo su acepción por antonomasia: la resurrección de Jesucristo, resultante de la experiencia de la Pascua, de la cual sigue por extensión la resurrección de los hombres.
Este punto, debatido desde las primeras comunidades seguidoras de Jesús de Nazaret hasta nuestros días, es -sin dudas- el centro y piedra angular de la fe cristiana, tal como lo expresó taxativamente Pablo de Tarso a la comunidad griega de Corinto, reticente a creer en la resurrección de los muertos: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15:14).
Algunos mitos antiguos asociados a la idea de resurrección
Desde la antigüedad, la resurrección se consideró el símbolo más indiscutible de la manifestación divina, ya que se suponía que el secreto de la vida no puede pertenecer más que a la divinidad. El propio «sol inmortal», que cada noche descendía al «reino de los muertos», podía llevar consigo a los hombres y, al ponerse, matarlos. Pero también podía guiar a las almas a través de las regiones infernales, «resucitando» a la luz al día siguiente, con la mañana.
Cuando Asclepio, hijo de Apolo y de la mortal Corónide, semidiós de la medicina (al que los romanos llamaron Esculapio), instruido por el centauro Quirón en el arte de curar las enfermedades, alcanzó tales progresos que consiguió ser capaz de resucitar a los muertos, su ciencia llegó al punto de provocar las quejas de Hades. Zeus, temiendo que el arte de Asclepio trastornase el orden del mundo, fulminó al médico con un rayo. La «ciencia de la resurrección» era, pues, una ciencia prohibida.
Las «religiones del misterio», en particular los misterios de Eleusis, así como las ceremonias funerarias egipcias, testimoniaron una expectativa humana vivaz por la resurrección. Los ritos de iniciación a los grandes misterios eran símbolos de la resurrección esperada por los iniciados. Si algo tienen en común con la idea bíblica de resurrección que se discutirá en este artículo es que todos sitúan el principio de la resurrección fuera del poder del hombre.
La «resurrección» y la ciencia
Para los cristianos, el cuerpo resucitado es un dato de fe. La revelación no ofrece ninguna explicitación científica al respecto y no existen trabajos científicos sobre el tema de ninguna naturaleza. Pero algunos escritores han realizado sus propios tratamientos del tema.
José María Cabodevilla (1928-2003) reflexiona largamente en su libro «El Cielo en Palabras Terrenas» (Madrid: Ediciones Paulinas 1990) sobre el tema de la resurrección, la vida ultraterrena, el «cielo»... ironizando que si el «cielo» no existe, sufriría la «frustración por haber estado ocupado estos meses en un trabajo inútil, por haber escrito en balde doscientos folios sobre el cielo, un tema irreal para un libro ya impublicable [...]» (p. 255).
Sobre la resurrección, escribió Cabodevilla:
¿Se trata de una transformación límite de la materia en energía?
La ciencia actual tiene un concepto de la materia sumamente elástico: esta puede ser inconmensurable, imponderable, inextensa. La gran variedad de seres que pueblan el mundo se debe únicamente a la manera de combinarse sus partículas elementales; todo se reduce a estructura. Esos mismos componentes pueden presentarse aquí como corpúsculos y allí como ondas. ¿Como ondas inmateriales? Inevitablemente tendemos a pensar que para que haya ondas tiene que haber algo que ondule, es decir, un soporte o conductor de dichas ondas, lo mismo que hace falta la cuerda vibrante de un violín para que haya vibraciones. La física moderna niega tal necesidad. Koestler desafiaba a sus oyentes a imaginar una vibración de la cuerda pero sin cuerda, una onda de agua pero sin agua, la sonrisa del gato de Alicia pero sin gato.
La verdad es que no hace falta que algo sea imaginable para que sea verdad. El grado exigible para que algo pueda considerarse real, para que podamos afirmar que tiene entidad material, ha descendido bajo mínimos. Nada más amplio, nada más flexible y acomodaticio que el concepto actual de materia. Diríamos que la frontera entre lo que llamamos material y lo que llamamos inmaterial se ha hecho no sólo borrosa, sino incluso permeable.
¿Se puede esperar que la ciencia confirme la resurrección?
Así como la revelación no proporciona ninguna explicación científica, tampoco debemos esperar que la ciencia confirme o esclarezca los hechos revelados. Pero sí cabe decir, al menos, que las teorías de la física moderna son tan sorprendentes, tan extrañas al sentido común, tan inverosímiles como un dogma de fe. Nada imaginable o inimaginable contradice de suyo a las leyes de la naturaleza, sino solamente el exiguo conocimiento que podamos tener de las mismas. Nada atenta contra las leyes de la naturaleza, sino únicamente contra el cálculo de probabilidades.
Hoy nos divierten o nos irritan ciertas cuestiones que la antigua escolástica solía plantear acerca de los cuerpos glorificados. [...] Hoy hay quienes intentan demostrar que la relación entre onda y corpúsculo es algo más que una metáfora de la relación entre alma y cuerpo, y se plantean cuestiones que mañana mismo han de divertir o irritar a la posteridad. Deberían saber ya que las metafísicas mueren casi siempre por su física y que las creencias pierden vigor en la medida en que andan buscando una prueba palpable donde afirmarse. En realidad se trata de algo totalmente ajeno a la fe, en cierta manera opuesto a la fe. Quienes siguen preocupándose por problemas de orden físico recuerdan a aquellas mujeres del evangelio que fueron con sus perfumes al sepulcro de Jesús: se preguntaban cómo podrían mover la losa.
Sin renunciar a pensar sobre el tema de la resurrección, Cabodevilla señala que resulta vano el esfuerzo imaginativo del hombre.
La materia, sin dejar de ser materia, es asumida en la vida, y la vida, sin dejar de ser vida, es asumida en el pensamiento. En el hombre hay pensamientos, hay funciones orgánicas, y hay una cierta cantidad de carbono, hidrógeno, calcio. ¿No cabría pensar en un nuevo nivel donde todo eso estuviera presente y a la vez transformado? [...] El cuerpo glorioso y el cuerpo terreno son tan diferentes y tan semejantes como un cuerpo terreno y su sombra. En una rosa no hay otros elementos distintos de los que ya existen en el suelo donde arraiga el rosal. Son las mismas sustancias, pero cernidas y refinadas y transmutadas. Desde esos cuerpos oscuros, pesadamente terrenales, intentamos vanamente imaginar cómo será, en qué consistirá aquello que Rilke llamaba «florecimiento de la carne».
Las Apariciones de Jesús (los 40 días perdidos):
Como dije al inicio de este artículo, es una parte de la vida de Jesús apenas conocida, ya que el Nuevo Testamento cuenta muy poco acerca de este milagro fundamental de la fe cristiana. Gracias a los evangelios apócrifos de Tomás y María Magdalena, el Apocalipsis de Juan y los escritos del historiador Flavio Josefo hemos conseguido descubrir detalles asombrosos sobre estos cuarenta días aparentemente perdidos.
Aparición a María Magdalena
“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto…
María Magdalena es el equivalente femenino de Pedro en el círculo que seguía a Jesús Los dos se caracterizaban por su celo y su fervor.
Todos los discípulos excepto Juan, habían huido en el momento de la crisis, pero María Magdalena permaneció y fue testigo de la muerte de Jesús. Y después de los sucesos del Gólgota, participó en los preparativos de su entierro.
A las mujeres
Es significativo que las mujeres fuesen escogidas para la segunda aparición de Jesús resucitado. Esto demuestra la importancia de la mujer en la vida de Jesús.
En esta época la situación de la mujer era muy lamentable, dado que en este tiempo la mujer era considerada por los judíos como ser inferior hasta tal punto que era comparada con un esclavo, pues tenía todas las características de este como por ejemplo, la podían comprar, o simplemente la podían intercambiar, esta debía someterse a las órdenes de su marido, y debía hacer todo simplemente por agradarlo a él.
Con respecto a la religión la mujer no podía entrar a la sinagoga, pues este era un ser impuro, que inspiraba deseo e incitaba al pecado. Ningún hombre podía hablarle a una mujer casada y ella debía regirse bajo las reglas de su esposo.
El hombre era quien tenía todo el mando sobre su familia, y la mujer era tomada con algo de respeto dependiendo de la cantidad de hijos varones que le diera a su esposo.
La posición que tomó Jesús frente a la mujer, fue la más sabia de un ser humano en esos tiempos, considerando la mujer como ser virtuoso y muy valioso.
A Pedro
Su nombre de nacimiento era Simón, pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (Del griego πετρos, "piedra").
La aparición de Jesús a San Pedro consta solo en la I Corintios 15, 3-5. Parece ser que después de haber visto Pedro el sepulcro vacío se dirigió a su casa y allí sería el lugar, porque sucedió a él solo, antes que a los doce.
A Cleofás y su compañero
Cabe destacar que Lucas es el único en recordar esta aparición de Jesús a Cleofás y su compañero de camino, ¿Por qué Lucas es el único en recordarlo? Él pone un especial interés en las otras tradiciones no apostólicas, a diferencia de los otros evangelistas que recuerdan y se preocupan de estas tradiciones, porque la Iglesia mira a los Apóstoles como testigos de la resurrección de Jesús. Se dice que “duo ex illis” (dos de ellos). No se señala la causa por la que iban pero parece que habían sido enviados por los discípulos, pues éstos eran enviados de dos en dos.
Es verosímil que se fueran por miedo a los judíos, sobre todo porque muerto ya Jesús, convenía que se reuniesen de a dos en el tiempo de la tentación, y estuviesen unidos uno a otro, no sea que se perdiesen estando solos. Por eso leemos: “Es mejor estar dos juntos que uno solo, pues les será provecho su comunión: si uno cae, será ayudado por el otro, si van solos y cae uno, no tendrá quien lo levante”. La palabra dice que “Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos”.
A los Apóstoles sin Tomás
El domingo de la resurrección fue un día terrible en la vida de los Apóstoles; diez de ellos pasaron la mayor parte del día en el aposento alto tras puertas aseguradas. Podían haber huido de Jerusalén, pero tenían miedo de ser arrestados por los agentes del sanedrín si se los encontraban por la calle. Tomás estaba yendo a solas con sus problemas en Betfagé.
Los relatos evangélicos de la resurrección tienen una doble dimensión para los Apóstoles: Por una parte tienen un aspecto probatorio. Ellos (Cleofás y a otro), por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Asustados, sobresaltados, llenos de temor y dudas ilustra el hecho de que aceptar la resurrección dependía de su fe y no de ninguna comprobación humana. Finalmente, los Apóstoles tuvieron la conciencia personal de que Jesús vivía.
Posteriormente darán testimonio de su propia experiencia. Aportarán su vivencia de los hechos como testimonio de que Jesús estaba vivo. En segundo lugar, más allá de lo que es una experiencia personal, incluirán un contenido doctrinal que representaría un avance sustancial en el conocimiento del pensamiento de Jesús.
A Tomás, una semana después
Una semana después Jesús apareció de nuevo en el aposento alto en Jerusalén a los Apóstoles pero esta vez ya estaba Tomás, quien no había creído en la resurrección de Jesús .Tomás significa "gemelo". Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás Apóstoles. Y cuando los otros le contaron que Jesús había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más, sin estar convencido. Quería estar seguro de su fe. Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias.
Como digo, estaban otra vez sus discípulos dentro, y -esta vez- Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado… Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Al amanecer a siete de sus discípulos
La escena nos lleva a Galilea y a los discípulos, que han vuelto a sus actividades normales. Pescaban en el Mar de Galilea, cuando Jesús apareció a la orilla, y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? Intuyendo que era Jesús.
Esa noche no habían pescado nada. Jesús les dijo: “Lanzad la red al otro lado de la barca”. Y eso hicieron. Cuando sacaron la red estaba repleta de peces…
A más de quinientas personas
En esta aparición Jesús se apareció a mas de quinientas personas, la mayoría de las cuales todavía vivían aún cuando Pablo escribió su primera carta a los Corintios. De manera que muchas de ellas todavía podían dar fe de que Jesús vivía.
Cada uno de los once Apóstoles estuvo presente, aunque alguno todavía dudaba. Sin embargo, Jesús en cuerpo glorificado se les acercó y les dio una especie de mensaje de despedida que envolvía una afirmación definitiva sobre su futura misión, y unas palabras de consuelo prometiendo siempre acompañarles dondequiera hasta la consumación de la edad ... No estarían solos. Jesús no les dejaría abandonados a su suerte, estaría con ellos todos los días hasta el fin.
A Santiago (Jacobo)
Esta aparición es una de las mas olvidadas. Según Pablo, Jesús se apareció a Santiago (Jacobo), su hermano.
Es de suponerse que se llevó a cabo en algún sector de Galilea y que era la experiencia que le convenció terminante de que Jesús era el Mesías vivo.
Por última vez a los discípulos y su Ascensión
Un gran acontecimiento tuvo lugar en la última aparición a sus discípulos y fue la Ascensión.
La última aparición corporal y la ascensión de Jesús al cielo ([Mr 16:19-20]; Lu 24:50-53; Hch 1:9-12). Según Lucas, Jesús llevó a los discípulos de Jerusalén a Betania; con sus manos alzadas los bendijo a la vez que subió al cielo. Según los Hechos, Jesús ascendió al cielo hasta ser escondido en una nube. Mientras ellos miraban, dos hombres les comunicaron la promesa del regreso del Señor a la tierra de igual manera. Conforme a los evangelios esta ascensión puso fin definitivo a las apariciones de Jesús. Así que la partida para siempre de la presencia física de Jesús es definitiva, pues entraría en una vida imperecedera, eterna, incomprensible y totalmente diferente.
Analicemos las apariciones
Conviene analizar y sintetizar varios aspectos de estas apariciones de Jesús. En primer término es interesante analizar el proceso psicológico que los diversos encuentros dejan entrever: Esa dificultad en reconocer la identidad de Aquél que está ante ellos, y aparece como Él mismo pero al mismo tiempo como otro: un Jesús “transformado”. No es nada fácil para ellos hacer la inmediata identificación. Intuyen, sí, que es Jesús, pero al mismo tiempo sienten que ya no se encuentra en la condición anterior, y ante Él están llenos de vacilación y temor.
Cuando, luego, se dan cuenta de que no se trata de otro, sino de Él mismo aparece repentinamente en ellos una nueva capacidad de descubrimiento.
«La resurrección» en la predicación de los Apóstoles
La resurrección se torna en el centro de la predicación apostólica porque, según los discípulos de Jesús, se revela en la resurrección el objeto fundamental de la fe cristiana (Hechos 2:22-32). Se trata del testimonio que los Apóstoles tributan a hechos que aseguran haber visto: que Jesús fue crucificado y murió; pero Dios lo resucitó. En correspondencia con lo anterior anuncian que, al igual que sucedió con Jesús de Nazaret, la vida de los hombres no termina con la muerte.
Tal es la predicación de Simón Pedro a los judíos (Hechos 3:11-15) y el testimonio de Simón Pedro y de Juan el Apóstol ante el Gran Sanedrín (Hechos 4:1-13). Así también es la enseñanza de Pablo de Tarso a los judíos (Hechos 13:26-33 Hechos 17:1-3) y su confesión delante de sus jueces (Hechos 23:6). La predicación de Pablo a los atenienses también se centra en la resurrección, aunque por ello sufra el rechazo por parte de la mayoría de los griegos (Hechos 17:22-34). Para los Apóstoles, todas estas predicaciones no son otra cosa que el contenido de la experiencia pascual de Jesús de Nazaret, que sucedió de conformidad con lo previsto por las Escrituras (I Corintios 15:3-10).
La Ascensión
La versión de la Biblia es vaga e incoherente, y nos da pocas pistas sobre lo ocurrido realmente.
Los estudiosos debaten sobre si la Ascensión debe ser entendida literalmente o en alguna especie de sentido figurado. Sin embargo, Lucas insistía mucho en el carácter físico de la muerte y resurrección de Jesús porque al parecer quería que entendiéramos que se trataba de un acontecimiento físico. Así que Jesús, en realidad, se fue al cielo físicamente.
La Ascensión desde luego es todo un misterio. Nuestra reacción más normal ante historias como estas es mitificarlas y convertirlas en un filme, y es que es muy difícil estudiarlas bajo una perspectiva fría y calculadora, y además pensar que le sucedió a unos seres humanos.
Pero lo cierto es que pudo ser más real de lo que imaginamos, lo suficientemente real como para quedar registrada en la Historia. No sólo fueron los evangelistas los que hablaron de ella, fueron muchas las personas que lo vieron, y esa convicción les llevó a ese movimiento, a decir que no estaba muerto, que volvería.
Epílogo
No obstante, y como final, tengo que aclarar también que a lo largo de los siglos se han presentado diferentes razones para negar la realidad de la resurrección de Jesús y sus apariciones. Se han argumentado que se trataba de visiones subjetivas, de alucinaciones, de histeria, de un fantasma, de una tumba equivocada o de un desmayo en la cruz que dio a Jesús por muerto.
Hoy día algunos teólogos apoyan la negación de su resurrección al clasificar las narraciones como leyendas o mitos que nos enseñan algo, pero que no describen una resurrección histórica.
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Los 40 días ignorados de Jesús después de su resurrección
Según cuenta la Biblia, Jesús regresó de entre los muertos y caminó por el desierto durante 40 días antes de ascender al cielo. En esta ocasión indagaré en una parte de la vida de Jesús, apenas conocida, ya que el Nuevo Testamento cuenta muy poco acerca de este milagro fundamental de la fe cristiana.
Fuentes no bíblicas enterradas hace largo tiempo, como los evangelios apócrifos de Tomás y de María Magdalena, el Apocalipsis de Juan y los escritos del historiador judío Flavio Josefo han proporcionado detalles asombrosos sobre estos 40 días aparentemente perdidos.
La resurrección
El término «resurrección» [del sustantivo latino resurrectĭo, -ōnis; derivado del verbo resurgo (resurrexi, resurrectum -3ª declinación): levantarse, alzarse, resurgir, renacer] hace referencia a la acción de resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida. Sea considerada un mito, una idea o un hecho, la «resurrección» constituye un símbolo de la trascendencia, que se relaciona en parte con la creencia, ya presente en pueblos de la antigüedad, en la posibilidad de una «vida después de la muerte».
Pero la concepción bíblica del término «resurrección», que experimentó una evolución lenta a través de la Biblia hebrea, de los libros griegos del Antiguo Testamento, y del Nuevo Testamento, y que continúa presente en el Judaísmo, en el Cristianismo, y en el Islam, no tiene punto de comparación con el ideario antiguo de inmortalidad típico, por ejemplo, de la concepción griega. Entendida en las Sagradas Escrituras primero como rescate del sheol (lugar donde van a parar todos los muertos), en algunos casos como retorno a la vida anterior, y luego como continuidad en la vida eterna de toda la persona humana, el vocablo «resurrección» termina por asumir con el cristianismo su acepción por antonomasia: la resurrección de Jesucristo, resultante de la experiencia de la Pascua, de la cual sigue por extensión la resurrección de los hombres.
Este punto, debatido desde las primeras comunidades seguidoras de Jesús de Nazaret hasta nuestros días, es -sin dudas- el centro y piedra angular de la fe cristiana, tal como lo expresó taxativamente Pablo de Tarso a la comunidad griega de Corinto, reticente a creer en la resurrección de los muertos: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15:14).
Algunos mitos antiguos asociados a la idea de resurrección
Desde la antigüedad, la resurrección se consideró el símbolo más indiscutible de la manifestación divina, ya que se suponía que el secreto de la vida no puede pertenecer más que a la divinidad. El propio «sol inmortal», que cada noche descendía al «reino de los muertos», podía llevar consigo a los hombres y, al ponerse, matarlos. Pero también podía guiar a las almas a través de las regiones infernales, «resucitando» a la luz al día siguiente, con la mañana.
Cuando Asclepio, hijo de Apolo y de la mortal Corónide, semidiós de la medicina (al que los romanos llamaron Esculapio), instruido por el centauro Quirón en el arte de curar las enfermedades, alcanzó tales progresos que consiguió ser capaz de resucitar a los muertos, su ciencia llegó al punto de provocar las quejas de Hades. Zeus, temiendo que el arte de Asclepio trastornase el orden del mundo, fulminó al médico con un rayo. La «ciencia de la resurrección» era, pues, una ciencia prohibida.
Las «religiones del misterio», en particular los misterios de Eleusis, así como las ceremonias funerarias egipcias, testimoniaron una expectativa humana vivaz por la resurrección. Los ritos de iniciación a los grandes misterios eran símbolos de la resurrección esperada por los iniciados. Si algo tienen en común con la idea bíblica de resurrección que se discutirá en este artículo es que todos sitúan el principio de la resurrección fuera del poder del hombre.
La «resurrección» y la ciencia
Para los cristianos, el cuerpo resucitado es un dato de fe. La revelación no ofrece ninguna explicitación científica al respecto y no existen trabajos científicos sobre el tema de ninguna naturaleza. Pero algunos escritores han realizado sus propios tratamientos del tema.
José María Cabodevilla (1928-2003) reflexiona largamente en su libro «El Cielo en Palabras Terrenas» (Madrid: Ediciones Paulinas 1990) sobre el tema de la resurrección, la vida ultraterrena, el «cielo»... ironizando que si el «cielo» no existe, sufriría la «frustración por haber estado ocupado estos meses en un trabajo inútil, por haber escrito en balde doscientos folios sobre el cielo, un tema irreal para un libro ya impublicable [...]» (p. 255).
Sobre la resurrección, escribió Cabodevilla:
¿Se trata de una transformación límite de la materia en energía?
La ciencia actual tiene un concepto de la materia sumamente elástico: esta puede ser inconmensurable, imponderable, inextensa. La gran variedad de seres que pueblan el mundo se debe únicamente a la manera de combinarse sus partículas elementales; todo se reduce a estructura. Esos mismos componentes pueden presentarse aquí como corpúsculos y allí como ondas. ¿Como ondas inmateriales? Inevitablemente tendemos a pensar que para que haya ondas tiene que haber algo que ondule, es decir, un soporte o conductor de dichas ondas, lo mismo que hace falta la cuerda vibrante de un violín para que haya vibraciones. La física moderna niega tal necesidad. Koestler desafiaba a sus oyentes a imaginar una vibración de la cuerda pero sin cuerda, una onda de agua pero sin agua, la sonrisa del gato de Alicia pero sin gato.
La verdad es que no hace falta que algo sea imaginable para que sea verdad. El grado exigible para que algo pueda considerarse real, para que podamos afirmar que tiene entidad material, ha descendido bajo mínimos. Nada más amplio, nada más flexible y acomodaticio que el concepto actual de materia. Diríamos que la frontera entre lo que llamamos material y lo que llamamos inmaterial se ha hecho no sólo borrosa, sino incluso permeable.
¿Se puede esperar que la ciencia confirme la resurrección?
Así como la revelación no proporciona ninguna explicación científica, tampoco debemos esperar que la ciencia confirme o esclarezca los hechos revelados. Pero sí cabe decir, al menos, que las teorías de la física moderna son tan sorprendentes, tan extrañas al sentido común, tan inverosímiles como un dogma de fe. Nada imaginable o inimaginable contradice de suyo a las leyes de la naturaleza, sino solamente el exiguo conocimiento que podamos tener de las mismas. Nada atenta contra las leyes de la naturaleza, sino únicamente contra el cálculo de probabilidades.
Hoy nos divierten o nos irritan ciertas cuestiones que la antigua escolástica solía plantear acerca de los cuerpos glorificados. [...] Hoy hay quienes intentan demostrar que la relación entre onda y corpúsculo es algo más que una metáfora de la relación entre alma y cuerpo, y se plantean cuestiones que mañana mismo han de divertir o irritar a la posteridad. Deberían saber ya que las metafísicas mueren casi siempre por su física y que las creencias pierden vigor en la medida en que andan buscando una prueba palpable donde afirmarse. En realidad se trata de algo totalmente ajeno a la fe, en cierta manera opuesto a la fe. Quienes siguen preocupándose por problemas de orden físico recuerdan a aquellas mujeres del evangelio que fueron con sus perfumes al sepulcro de Jesús: se preguntaban cómo podrían mover la losa.
Sin renunciar a pensar sobre el tema de la resurrección, Cabodevilla señala que resulta vano el esfuerzo imaginativo del hombre.
La materia, sin dejar de ser materia, es asumida en la vida, y la vida, sin dejar de ser vida, es asumida en el pensamiento. En el hombre hay pensamientos, hay funciones orgánicas, y hay una cierta cantidad de carbono, hidrógeno, calcio. ¿No cabría pensar en un nuevo nivel donde todo eso estuviera presente y a la vez transformado? [...] El cuerpo glorioso y el cuerpo terreno son tan diferentes y tan semejantes como un cuerpo terreno y su sombra. En una rosa no hay otros elementos distintos de los que ya existen en el suelo donde arraiga el rosal. Son las mismas sustancias, pero cernidas y refinadas y transmutadas. Desde esos cuerpos oscuros, pesadamente terrenales, intentamos vanamente imaginar cómo será, en qué consistirá aquello que Rilke llamaba «florecimiento de la carne».
Las Apariciones de Jesús (los 40 días perdidos):
Como dije al inicio de este artículo, es una parte de la vida de Jesús apenas conocida, ya que el Nuevo Testamento cuenta muy poco acerca de este milagro fundamental de la fe cristiana. Gracias a los evangelios apócrifos de Tomás y María Magdalena, el Apocalipsis de Juan y los escritos del historiador Flavio Josefo hemos conseguido descubrir detalles asombrosos sobre estos cuarenta días aparentemente perdidos.
Aparición a María Magdalena
“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto…
María Magdalena es el equivalente femenino de Pedro en el círculo que seguía a Jesús Los dos se caracterizaban por su celo y su fervor.
Todos los discípulos excepto Juan, habían huido en el momento de la crisis, pero María Magdalena permaneció y fue testigo de la muerte de Jesús. Y después de los sucesos del Gólgota, participó en los preparativos de su entierro.
A las mujeres
Es significativo que las mujeres fuesen escogidas para la segunda aparición de Jesús resucitado. Esto demuestra la importancia de la mujer en la vida de Jesús.
En esta época la situación de la mujer era muy lamentable, dado que en este tiempo la mujer era considerada por los judíos como ser inferior hasta tal punto que era comparada con un esclavo, pues tenía todas las características de este como por ejemplo, la podían comprar, o simplemente la podían intercambiar, esta debía someterse a las órdenes de su marido, y debía hacer todo simplemente por agradarlo a él.
Con respecto a la religión la mujer no podía entrar a la sinagoga, pues este era un ser impuro, que inspiraba deseo e incitaba al pecado. Ningún hombre podía hablarle a una mujer casada y ella debía regirse bajo las reglas de su esposo.
El hombre era quien tenía todo el mando sobre su familia, y la mujer era tomada con algo de respeto dependiendo de la cantidad de hijos varones que le diera a su esposo.
La posición que tomó Jesús frente a la mujer, fue la más sabia de un ser humano en esos tiempos, considerando la mujer como ser virtuoso y muy valioso.
A Pedro
Su nombre de nacimiento era Simón, pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (Del griego πετρos, "piedra").
La aparición de Jesús a San Pedro consta solo en la I Corintios 15, 3-5. Parece ser que después de haber visto Pedro el sepulcro vacío se dirigió a su casa y allí sería el lugar, porque sucedió a él solo, antes que a los doce.
A Cleofás y su compañero
Cabe destacar que Lucas es el único en recordar esta aparición de Jesús a Cleofás y su compañero de camino, ¿Por qué Lucas es el único en recordarlo? Él pone un especial interés en las otras tradiciones no apostólicas, a diferencia de los otros evangelistas que recuerdan y se preocupan de estas tradiciones, porque la Iglesia mira a los Apóstoles como testigos de la resurrección de Jesús. Se dice que “duo ex illis” (dos de ellos). No se señala la causa por la que iban pero parece que habían sido enviados por los discípulos, pues éstos eran enviados de dos en dos.
Es verosímil que se fueran por miedo a los judíos, sobre todo porque muerto ya Jesús, convenía que se reuniesen de a dos en el tiempo de la tentación, y estuviesen unidos uno a otro, no sea que se perdiesen estando solos. Por eso leemos: “Es mejor estar dos juntos que uno solo, pues les será provecho su comunión: si uno cae, será ayudado por el otro, si van solos y cae uno, no tendrá quien lo levante”. La palabra dice que “Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos”.
A los Apóstoles sin Tomás
El domingo de la resurrección fue un día terrible en la vida de los Apóstoles; diez de ellos pasaron la mayor parte del día en el aposento alto tras puertas aseguradas. Podían haber huido de Jerusalén, pero tenían miedo de ser arrestados por los agentes del sanedrín si se los encontraban por la calle. Tomás estaba yendo a solas con sus problemas en Betfagé.
Los relatos evangélicos de la resurrección tienen una doble dimensión para los Apóstoles: Por una parte tienen un aspecto probatorio. Ellos (Cleofás y a otro), por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Asustados, sobresaltados, llenos de temor y dudas ilustra el hecho de que aceptar la resurrección dependía de su fe y no de ninguna comprobación humana. Finalmente, los Apóstoles tuvieron la conciencia personal de que Jesús vivía.
Posteriormente darán testimonio de su propia experiencia. Aportarán su vivencia de los hechos como testimonio de que Jesús estaba vivo. En segundo lugar, más allá de lo que es una experiencia personal, incluirán un contenido doctrinal que representaría un avance sustancial en el conocimiento del pensamiento de Jesús.
A Tomás, una semana después
Una semana después Jesús apareció de nuevo en el aposento alto en Jerusalén a los Apóstoles pero esta vez ya estaba Tomás, quien no había creído en la resurrección de Jesús .Tomás significa "gemelo". Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás Apóstoles. Y cuando los otros le contaron que Jesús había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más, sin estar convencido. Quería estar seguro de su fe. Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias.
Como digo, estaban otra vez sus discípulos dentro, y -esta vez- Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado… Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Al amanecer a siete de sus discípulos
La escena nos lleva a Galilea y a los discípulos, que han vuelto a sus actividades normales. Pescaban en el Mar de Galilea, cuando Jesús apareció a la orilla, y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? Intuyendo que era Jesús.
Esa noche no habían pescado nada. Jesús les dijo: “Lanzad la red al otro lado de la barca”. Y eso hicieron. Cuando sacaron la red estaba repleta de peces…
A más de quinientas personas
En esta aparición Jesús se apareció a mas de quinientas personas, la mayoría de las cuales todavía vivían aún cuando Pablo escribió su primera carta a los Corintios. De manera que muchas de ellas todavía podían dar fe de que Jesús vivía.
Cada uno de los once Apóstoles estuvo presente, aunque alguno todavía dudaba. Sin embargo, Jesús en cuerpo glorificado se les acercó y les dio una especie de mensaje de despedida que envolvía una afirmación definitiva sobre su futura misión, y unas palabras de consuelo prometiendo siempre acompañarles dondequiera hasta la consumación de la edad ... No estarían solos. Jesús no les dejaría abandonados a su suerte, estaría con ellos todos los días hasta el fin.
A Santiago (Jacobo)
Esta aparición es una de las mas olvidadas. Según Pablo, Jesús se apareció a Santiago (Jacobo), su hermano.
Es de suponerse que se llevó a cabo en algún sector de Galilea y que era la experiencia que le convenció terminante de que Jesús era el Mesías vivo.
Por última vez a los discípulos y su Ascensión
Un gran acontecimiento tuvo lugar en la última aparición a sus discípulos y fue la Ascensión.
La última aparición corporal y la ascensión de Jesús al cielo ([Mr 16:19-20]; Lu 24:50-53; Hch 1:9-12). Según Lucas, Jesús llevó a los discípulos de Jerusalén a Betania; con sus manos alzadas los bendijo a la vez que subió al cielo. Según los Hechos, Jesús ascendió al cielo hasta ser escondido en una nube. Mientras ellos miraban, dos hombres les comunicaron la promesa del regreso del Señor a la tierra de igual manera. Conforme a los evangelios esta ascensión puso fin definitivo a las apariciones de Jesús. Así que la partida para siempre de la presencia física de Jesús es definitiva, pues entraría en una vida imperecedera, eterna, incomprensible y totalmente diferente.
Analicemos las apariciones
Conviene analizar y sintetizar varios aspectos de estas apariciones de Jesús. En primer término es interesante analizar el proceso psicológico que los diversos encuentros dejan entrever: Esa dificultad en reconocer la identidad de Aquél que está ante ellos, y aparece como Él mismo pero al mismo tiempo como otro: un Jesús “transformado”. No es nada fácil para ellos hacer la inmediata identificación. Intuyen, sí, que es Jesús, pero al mismo tiempo sienten que ya no se encuentra en la condición anterior, y ante Él están llenos de vacilación y temor.
Cuando, luego, se dan cuenta de que no se trata de otro, sino de Él mismo aparece repentinamente en ellos una nueva capacidad de descubrimiento.
«La resurrección» en la predicación de los Apóstoles
La resurrección se torna en el centro de la predicación apostólica porque, según los discípulos de Jesús, se revela en la resurrección el objeto fundamental de la fe cristiana (Hechos 2:22-32). Se trata del testimonio que los Apóstoles tributan a hechos que aseguran haber visto: que Jesús fue crucificado y murió; pero Dios lo resucitó. En correspondencia con lo anterior anuncian que, al igual que sucedió con Jesús de Nazaret, la vida de los hombres no termina con la muerte.
Tal es la predicación de Simón Pedro a los judíos (Hechos 3:11-15) y el testimonio de Simón Pedro y de Juan el Apóstol ante el Gran Sanedrín (Hechos 4:1-13). Así también es la enseñanza de Pablo de Tarso a los judíos (Hechos 13:26-33 Hechos 17:1-3) y su confesión delante de sus jueces (Hechos 23:6). La predicación de Pablo a los atenienses también se centra en la resurrección, aunque por ello sufra el rechazo por parte de la mayoría de los griegos (Hechos 17:22-34). Para los Apóstoles, todas estas predicaciones no son otra cosa que el contenido de la experiencia pascual de Jesús de Nazaret, que sucedió de conformidad con lo previsto por las Escrituras (I Corintios 15:3-10).
La Ascensión
La versión de la Biblia es vaga e incoherente, y nos da pocas pistas sobre lo ocurrido realmente.
Los estudiosos debaten sobre si la Ascensión debe ser entendida literalmente o en alguna especie de sentido figurado. Sin embargo, Lucas insistía mucho en el carácter físico de la muerte y resurrección de Jesús porque al parecer quería que entendiéramos que se trataba de un acontecimiento físico. Así que Jesús, en realidad, se fue al cielo físicamente.
La Ascensión desde luego es todo un misterio. Nuestra reacción más normal ante historias como estas es mitificarlas y convertirlas en un filme, y es que es muy difícil estudiarlas bajo una perspectiva fría y calculadora, y además pensar que le sucedió a unos seres humanos.
Pero lo cierto es que pudo ser más real de lo que imaginamos, lo suficientemente real como para quedar registrada en la Historia. No sólo fueron los evangelistas los que hablaron de ella, fueron muchas las personas que lo vieron, y esa convicción les llevó a ese movimiento, a decir que no estaba muerto, que volvería.
Epílogo
No obstante, y como final, tengo que aclarar también que a lo largo de los siglos se han presentado diferentes razones para negar la realidad de la resurrección de Jesús y sus apariciones. Se han argumentado que se trataba de visiones subjetivas, de alucinaciones, de histeria, de un fantasma, de una tumba equivocada o de un desmayo en la cruz que dio a Jesús por muerto.
Hoy día algunos teólogos apoyan la negación de su resurrección al clasificar las narraciones como leyendas o mitos que nos enseñan algo, pero que no describen una resurrección histórica.
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Arqueologia Biblica : Moisés, mito o realidad - Documental completo
Testamento Capitulo 15
MOISES Y FARAON
En la película clásica de Cecil B. Demille “Los
Diez Mandamientos”, en la que el aparece Charlton
Heston, Yul Brynner hace el papel del Faraón Ramses
en una de las principales y grandes películas de la
Biblia acerca de Moisés. Pero según la Biblia,
Rameses no pudo ser el Faraón mencionado en el
Exodo.
El motivo por el que en muchas películas
acerca de Moisés se represente al Faraón como
Rameses es debido al pasaje de la Biblia que se
encuentra en Exodo 1:8-11 que afirma:
“Entretanto se levantó sobre Egipto un nuevo
rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: “He
aquí el pueblo de los hijos de Israel es mayor y mas
fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para
con él, para que no se multiplique, y acontezca que
viniendo guerra, él también se una a nuestros
enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la
tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de
tributos que los molestasen con sus cargas; y
edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje,
Pitón y Rameses.”
MOISES Y FARAON
En la película clásica de Cecil B. Demille “Los
Diez Mandamientos”, en la que el aparece Charlton
Heston, Yul Brynner hace el papel del Faraón Ramses
en una de las principales y grandes películas de la
Biblia acerca de Moisés. Pero según la Biblia,
Rameses no pudo ser el Faraón mencionado en el
Exodo.
El motivo por el que en muchas películas
acerca de Moisés se represente al Faraón como
Rameses es debido al pasaje de la Biblia que se
encuentra en Exodo 1:8-11 que afirma:
“Entretanto se levantó sobre Egipto un nuevo
rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: “He
aquí el pueblo de los hijos de Israel es mayor y mas
fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para
con él, para que no se multiplique, y acontezca que
viniendo guerra, él también se una a nuestros
enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la
tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de
tributos que los molestasen con sus cargas; y
edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje,
Pitón y Rameses.”
Dulce primavera (Película)
ÚLTIMAS NOTICIAS :
Volcán mexicano registra espectaculares explosiones
Miércoles, 25 de Febrero de 2015 - 08:29 PM GMT
Inicio>Oriente MedioRabino israelí legitima tala de árboles de los palestinos PicActualizado:14/02/2015 11:12 GMTPrint ImprimirEl Tamaño del Texto:SmallMiddleBig
15 2 Google +1 18 0 Un rabino israelí, Shlomo Riskin, ha emitido un decreto religioso que permite la tala de árboles del pueblo palestino y el envenenamiento de sus pozos de agua, anunciaron el viernes las fuentes locales.
De acuerdo con la agencia palestina de noticias, SAFA, Riskin ha pedido además la destrucción de los cultivos de oliva palestinos en los territorios ocupados.
Otros rabinos israelíes, asimismo, habían emitido en noviembre de 2014 un edicto religioso que prohibía que los líderes palestinos condujeran.
Durante los últimos años, se han intensificado los decretos racistas de los rabinos israelíes contra la nación palestina.
En julio de 2014, un rabino de extrema derecha, Dov Lior, emitió un decreto que permite la destrucción total de la sitiada Franja de Gaza, si las autoridades militares del régimen de Tel Aviv la consideran necesaria.
Además manifestó su total apoyo a la ofensiva de 51 días contra Gaza que, según el último informe del Ministerio palestino de Sanidad, dejó al menos 2310 muertos, en su mayoría civiles, además de destruir 11 mil viviendas, mezquitas, hospitales y escuelas.
En 1948, el régimen de Israel comenzó la ocupación de los territorios palestinos, de los cuales ahora controla gran parte. Desde ese momento, no ha dejado de despreciar los derechos palestinos de diferentes modos.
haj/ybm/mrk
- See more at: http://93.190.24.12/detail/2015/02/14/309331/rabino-israeli-legitima-corta-arboles-palestinos#sthash.ceDKGrb4.dpuf
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Miércoles, 25 de Febrero de 2015 - 08:29 PM GMT
Inicio>Oriente MedioRabino israelí legitima tala de árboles de los palestinos PicActualizado:14/02/2015 11:12 GMTPrint ImprimirEl Tamaño del Texto:SmallMiddleBig
15 2 Google +1 18 0 Un rabino israelí, Shlomo Riskin, ha emitido un decreto religioso que permite la tala de árboles del pueblo palestino y el envenenamiento de sus pozos de agua, anunciaron el viernes las fuentes locales.
De acuerdo con la agencia palestina de noticias, SAFA, Riskin ha pedido además la destrucción de los cultivos de oliva palestinos en los territorios ocupados.
Otros rabinos israelíes, asimismo, habían emitido en noviembre de 2014 un edicto religioso que prohibía que los líderes palestinos condujeran.
Durante los últimos años, se han intensificado los decretos racistas de los rabinos israelíes contra la nación palestina.
En julio de 2014, un rabino de extrema derecha, Dov Lior, emitió un decreto que permite la destrucción total de la sitiada Franja de Gaza, si las autoridades militares del régimen de Tel Aviv la consideran necesaria.
Además manifestó su total apoyo a la ofensiva de 51 días contra Gaza que, según el último informe del Ministerio palestino de Sanidad, dejó al menos 2310 muertos, en su mayoría civiles, además de destruir 11 mil viviendas, mezquitas, hospitales y escuelas.
En 1948, el régimen de Israel comenzó la ocupación de los territorios palestinos, de los cuales ahora controla gran parte. Desde ese momento, no ha dejado de despreciar los derechos palestinos de diferentes modos.
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El cambio de una vida (Película)
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Solo Dios Puede Cambiar el Corazón de los Hombres
MARCH 10, 2013 BY PEDRO ESTOPINAN 3 COMMENTS
Este tiempo lo dedicaré a recordar a mi compañero de cuarto, el testigo más cercano a la experiencia que estaba viviendo. Sé que para él no fue nada fácil enfrentar aquella situación, pero el haberle encontrado por supuesto que no fue fruto de la casualidad, para mí fue algo de mucha importancia. Gracias a eso es que ahora puedo compartirles este relato que nos ayudará a comprender por qué solo la intervención de Dios puede cambiar el destino de nuestra isla.
A medida que iba comentándole la experiencia que vivía, le iba mostrando partes de la Biblia cuyo mensaje mostraba situaciones que reflejaban claramente la situación de Cuba, pero sin importar cuan acertado fuera lo que le leyera, siempre me decía que no me hiciera ilusiones que aquello nunca cambiaría, y por supuesto que tenía argumentos de sobra en que apoyarse. Pasaban los días y él seguía insistiendo para ver si yo me daba cuenta de la realidad y reconocía que aquel camino que había tomado carecía de sentido. Un buen día me dijo que tenía que contarme algo, para que entendiera por qué me decía que desistiera de mi empeño, y así fue que comenzó aquel relato que confieso me agarró de sorpresa.
A su llegada a Francia se había encontrado con la misma situación del asilo político y con su impedimento para regresar a Cuba, algo con lo que no contaba. Para la fecha en que nos encontramos supongo que habría llegado unos dos meses antes que yo, alrededor de octubre de 1982. De igual manera había sido reclamado por una familia francesa y aunque solo se conocían por cartas habían aceptado ayudarlo a salir de Cuba. A quienes me habían reclamado los había conocido personalmente en Cuba, por lo que yo gozaba de una confianza que a él le faltaba, además que mis amigos hablaban español, lo que me hacía sentir más a gusto pues se comportaban como cubanos, todo lo contrario a su situación.
Sin entrar en otros detalles que no me corresponde mencionar, voy a los hechos que es lo más importante. Al poco tiempo de llegar el muchacho se dio cuenta que Francia no era el lugar más apropiado para llevar allí a su madre, quien se había quedado en Cuba en espera que él pudiera reclamarla. Veía el aislamiento tan grande a que estaría sometida y además la imposibilidad de que Francia fuera un puente para seguir a EU donde tenían varios familiares, pues la condición de asilado político se los impediría, y no había otra opción que esa. Solo estando allí es que pudo darse cuenta, y es lógico que sea así, lo que representaría ese cambio para su madre, y fue por ese motivo que decidió enfrentarlo todo con tal de liberarla de aquel futuro que podía visualizar sin mucha dificultad. Era una realidad que solo muestra su rostro cuando uno la enfrenta cara a cara. Su decisión fue que regresaría a Cuba, lo que aun podría hacer porque no había solicitado el asilo y por lo tanto conservaba su pasaporte cubano. Le ayudaron con el pasaje y se fue de regreso a Cuba.
En el trayecto de Madrid a La Habana le tocó sentarse al lado de un turista español en quien vio los cielos abiertos. Le dio la información necesaria para que localizara a su madre que vivía en La Habana y le dijera que lo buscara en Seguridad de Estado porque de seguro que en algún lugar lo tendrían detenido. Él no ignoraba lo que representaba regresar a Cuba, el exponerse sobre todo a la burla, a la humillación, hasta que lo cogieran como propaganda mostrando lo que pasaba con algunos que se iban buscando el paraíso fuera del país y luego regresaban. Jamás había considerado que en ocasiones la prisión sería la mejor opción, pero esta vez para él representaba la única vía para poder liberar a su madre de una experiencia difícil de soportar, al precio que fuera quería estar cerca de ella.
Al menos estaba tranquilo porque ella sabría que ya había llegado. Le había avisado desde Paris cuando pensaba viajar, pero ahora con la ayuda del español tendría la seguridad de que ya estaba en Cuba. Se bajó del avión, pero cuando lo identificaron y vieron su condición le dijeron que lo sentían mucho pero que no podía entrar al país, que tenía que regresar a Francia. Argumentaban que él había decidido irse por su propia voluntad con salida definitiva y que allí no lo podían recibir. Me dijo: No puedes imaginar cuánto les rogué, cuanto les imploré por lo que más quisieran, que me dejaran quedarme aunque fuera preso, pues quería estar cerca de su familia, sobre todo de su madre. No hubo forma humana que pudiera convencerlos, no hubo palabra que encontrara una fibra sensible en el corazón de aquellos cubanos.
Lo montaron de nuevo en el avión que continuaba vuelo rumbo a Costa Rica, y como es lógico tendría que regresar nuevamente por la Habana, conformándose solo con mirar desde el avión. Estar en su tierra, contemplarla, quererse quedar, y que sus propios compatriotas le negaran la posibilidad de hacerlo. Saber lo cerca que estaba de su familia y que aquel español ya habría hablado con su madre, imaginando a la infeliz mujer desesperada tratando de localizarlo en Seguridad de Estado, sufriendo al pensar lo que podría estar enfrentando. Cuán lejos estaba aquella mujer de imaginar que a su hijo lo habían devuelto a Francia. Como método de tortura por parte de las autoridades cubanas por supuesto que no había nada mejor.
Así fue devuelto a Francia aquel muchacho, con la incertidumbre de si lo dejarían entrar de nuevo, pues ya había entrado una vez y nunca había contado con la posibilidad del regreso. Gracias a Dios que lo aceptaron y después fue que solicitó el asilo político como los demás. Cuando lo encontré estaba emocional y moralmente destruido. Era cierto que donde vivía no había trabajo, además que la familia que lo había reclamado no esperaba verlo regresar nuevamente, por lo que necesitaba irse de allí lo antes posible.
Quién sabe cuántos oficiales cubanos del aeropuerto habrán sabido del incidente aquel día. Creo que algo así se corre pronto pues no es algo que sucediera con frecuencia, y conociendo nuestro medio pienso que alguno tiene que haberlo sentido, pero otros se habrán alegrado de la hazaña que habían hecho haciendo sufrir a los traidores. Por supuesto que era la ley vigente, imposible de encontrar en ella un rastro de humanidad e incapaces de mostrar compasión con sus propios hermanos. ¿Dónde estaba la cara humana de aquella revolución? Algo así deja huellas difíciles de borrar, y no solo en alguien como mi compañero, sino también en quienes cometen semejantes actos de inhumanidad.
La tarde que vino a verme por primera vez, de solo mirarle a la cara supe que lo tenía que ayudar, era imposible no darse cuenta del sufrimiento que se veía en su mirada, aunque desconociera el motivo real, que no era solo la lejanía de los suyos. Era como si Dios me dijera. “Él tiene una madre como la tuya sufriendo por su hijo. Si fueras él, tu madre agradecería que alguien te ayudara cuando estuvieses en necesidad, por eso, ayúdalo tú ahora”. Era un claro sentimiento hablándome al corazón, no había nada que dudar. Por eso estoy seguro que no fue casualidad encontrarme con él, lo mismo que para él encontrarse conmigo, alguien que en tan corto tiempo después de encontrarnos decidiera que el problema de Cuba se convertiría en el centro de su vida y que el propósito inicial de irme a Francia se convirtiera en algo secundario.
No fue de inmediato que me contó su odisea, y de no ser por aquella locura en la que me había metido de seguro que nunca me hubiera narrado su triste experiencia. Él pensaba que con aquel relato yo dejaría de enfocarme en el futuro de Cuba de la forma que lo hacía, pero fue todo lo contrario. Me daba cuenta que solo Dios sería capaz de liberar a nuestra Patria de aquella decadencia moral y falta de humanidad que se había apoderado de tantos de sus hijos y esa no era tarea de hombres, sino solo del espíritu de Dios.
Tristemente cuando se habla de los logros de la revolución, estas son cosas que no se pueden ignorar, pues son logros también, solo que logros que destruyen. Cómo es posible que el ser humano, aunque de palabra hable de justicia y condene las injusticias de otros, a veces asuma un papel en el cual no se muestre la más mínima sensibilidad. Ese no es más que el fruto de abrazar doctrinas de odio, doctrinas sin Dios, que hacen que los hombres, aunque hayan nacido con la habilidad de hacer el bien, cuando en ocasiones los efluvios de esa doctrina inundan la mente y el corazón, ya no quede en ellos lugar para la compasión. Son incapaces de manifestarla y protagonizan actos que muestran una ausencia total de humanidad.
No es preciso que nadie sepa lo que hayamos hecho, con que cada uno lo sepa es suficiente. Pero hay un Dios, un espíritu que también lo sabe, nuestra propia conciencia de la cual no podemos desprendernos que nos llama al arrepentimiento, porque con esa miseria interior no se puede vivir. Hay momentos en la vida en que es inevitable sufrir la forma en que esa conciencia nos lo recuerda.
Sobre bases así no hay nación que se pueda levantar. No son enemigos de fuera los que no permiten que nuestra Patria se levante, el peor enemigo es aquel que vive dentro de nosotros mismos cuando hemos cerrado el corazón a Dios.
Como dice Ezequiel 11:19
19 Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne.
..y en palabras de nuestro Apóstol en 1882.
“… En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman.
Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra.
Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república.
El odio no construye.”
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MARCH 10, 2013 BY PEDRO ESTOPINAN 3 COMMENTS
Este tiempo lo dedicaré a recordar a mi compañero de cuarto, el testigo más cercano a la experiencia que estaba viviendo. Sé que para él no fue nada fácil enfrentar aquella situación, pero el haberle encontrado por supuesto que no fue fruto de la casualidad, para mí fue algo de mucha importancia. Gracias a eso es que ahora puedo compartirles este relato que nos ayudará a comprender por qué solo la intervención de Dios puede cambiar el destino de nuestra isla.
A medida que iba comentándole la experiencia que vivía, le iba mostrando partes de la Biblia cuyo mensaje mostraba situaciones que reflejaban claramente la situación de Cuba, pero sin importar cuan acertado fuera lo que le leyera, siempre me decía que no me hiciera ilusiones que aquello nunca cambiaría, y por supuesto que tenía argumentos de sobra en que apoyarse. Pasaban los días y él seguía insistiendo para ver si yo me daba cuenta de la realidad y reconocía que aquel camino que había tomado carecía de sentido. Un buen día me dijo que tenía que contarme algo, para que entendiera por qué me decía que desistiera de mi empeño, y así fue que comenzó aquel relato que confieso me agarró de sorpresa.
A su llegada a Francia se había encontrado con la misma situación del asilo político y con su impedimento para regresar a Cuba, algo con lo que no contaba. Para la fecha en que nos encontramos supongo que habría llegado unos dos meses antes que yo, alrededor de octubre de 1982. De igual manera había sido reclamado por una familia francesa y aunque solo se conocían por cartas habían aceptado ayudarlo a salir de Cuba. A quienes me habían reclamado los había conocido personalmente en Cuba, por lo que yo gozaba de una confianza que a él le faltaba, además que mis amigos hablaban español, lo que me hacía sentir más a gusto pues se comportaban como cubanos, todo lo contrario a su situación.
Sin entrar en otros detalles que no me corresponde mencionar, voy a los hechos que es lo más importante. Al poco tiempo de llegar el muchacho se dio cuenta que Francia no era el lugar más apropiado para llevar allí a su madre, quien se había quedado en Cuba en espera que él pudiera reclamarla. Veía el aislamiento tan grande a que estaría sometida y además la imposibilidad de que Francia fuera un puente para seguir a EU donde tenían varios familiares, pues la condición de asilado político se los impediría, y no había otra opción que esa. Solo estando allí es que pudo darse cuenta, y es lógico que sea así, lo que representaría ese cambio para su madre, y fue por ese motivo que decidió enfrentarlo todo con tal de liberarla de aquel futuro que podía visualizar sin mucha dificultad. Era una realidad que solo muestra su rostro cuando uno la enfrenta cara a cara. Su decisión fue que regresaría a Cuba, lo que aun podría hacer porque no había solicitado el asilo y por lo tanto conservaba su pasaporte cubano. Le ayudaron con el pasaje y se fue de regreso a Cuba.
En el trayecto de Madrid a La Habana le tocó sentarse al lado de un turista español en quien vio los cielos abiertos. Le dio la información necesaria para que localizara a su madre que vivía en La Habana y le dijera que lo buscara en Seguridad de Estado porque de seguro que en algún lugar lo tendrían detenido. Él no ignoraba lo que representaba regresar a Cuba, el exponerse sobre todo a la burla, a la humillación, hasta que lo cogieran como propaganda mostrando lo que pasaba con algunos que se iban buscando el paraíso fuera del país y luego regresaban. Jamás había considerado que en ocasiones la prisión sería la mejor opción, pero esta vez para él representaba la única vía para poder liberar a su madre de una experiencia difícil de soportar, al precio que fuera quería estar cerca de ella.
Al menos estaba tranquilo porque ella sabría que ya había llegado. Le había avisado desde Paris cuando pensaba viajar, pero ahora con la ayuda del español tendría la seguridad de que ya estaba en Cuba. Se bajó del avión, pero cuando lo identificaron y vieron su condición le dijeron que lo sentían mucho pero que no podía entrar al país, que tenía que regresar a Francia. Argumentaban que él había decidido irse por su propia voluntad con salida definitiva y que allí no lo podían recibir. Me dijo: No puedes imaginar cuánto les rogué, cuanto les imploré por lo que más quisieran, que me dejaran quedarme aunque fuera preso, pues quería estar cerca de su familia, sobre todo de su madre. No hubo forma humana que pudiera convencerlos, no hubo palabra que encontrara una fibra sensible en el corazón de aquellos cubanos.
Lo montaron de nuevo en el avión que continuaba vuelo rumbo a Costa Rica, y como es lógico tendría que regresar nuevamente por la Habana, conformándose solo con mirar desde el avión. Estar en su tierra, contemplarla, quererse quedar, y que sus propios compatriotas le negaran la posibilidad de hacerlo. Saber lo cerca que estaba de su familia y que aquel español ya habría hablado con su madre, imaginando a la infeliz mujer desesperada tratando de localizarlo en Seguridad de Estado, sufriendo al pensar lo que podría estar enfrentando. Cuán lejos estaba aquella mujer de imaginar que a su hijo lo habían devuelto a Francia. Como método de tortura por parte de las autoridades cubanas por supuesto que no había nada mejor.
Así fue devuelto a Francia aquel muchacho, con la incertidumbre de si lo dejarían entrar de nuevo, pues ya había entrado una vez y nunca había contado con la posibilidad del regreso. Gracias a Dios que lo aceptaron y después fue que solicitó el asilo político como los demás. Cuando lo encontré estaba emocional y moralmente destruido. Era cierto que donde vivía no había trabajo, además que la familia que lo había reclamado no esperaba verlo regresar nuevamente, por lo que necesitaba irse de allí lo antes posible.
Quién sabe cuántos oficiales cubanos del aeropuerto habrán sabido del incidente aquel día. Creo que algo así se corre pronto pues no es algo que sucediera con frecuencia, y conociendo nuestro medio pienso que alguno tiene que haberlo sentido, pero otros se habrán alegrado de la hazaña que habían hecho haciendo sufrir a los traidores. Por supuesto que era la ley vigente, imposible de encontrar en ella un rastro de humanidad e incapaces de mostrar compasión con sus propios hermanos. ¿Dónde estaba la cara humana de aquella revolución? Algo así deja huellas difíciles de borrar, y no solo en alguien como mi compañero, sino también en quienes cometen semejantes actos de inhumanidad.
La tarde que vino a verme por primera vez, de solo mirarle a la cara supe que lo tenía que ayudar, era imposible no darse cuenta del sufrimiento que se veía en su mirada, aunque desconociera el motivo real, que no era solo la lejanía de los suyos. Era como si Dios me dijera. “Él tiene una madre como la tuya sufriendo por su hijo. Si fueras él, tu madre agradecería que alguien te ayudara cuando estuvieses en necesidad, por eso, ayúdalo tú ahora”. Era un claro sentimiento hablándome al corazón, no había nada que dudar. Por eso estoy seguro que no fue casualidad encontrarme con él, lo mismo que para él encontrarse conmigo, alguien que en tan corto tiempo después de encontrarnos decidiera que el problema de Cuba se convertiría en el centro de su vida y que el propósito inicial de irme a Francia se convirtiera en algo secundario.
No fue de inmediato que me contó su odisea, y de no ser por aquella locura en la que me había metido de seguro que nunca me hubiera narrado su triste experiencia. Él pensaba que con aquel relato yo dejaría de enfocarme en el futuro de Cuba de la forma que lo hacía, pero fue todo lo contrario. Me daba cuenta que solo Dios sería capaz de liberar a nuestra Patria de aquella decadencia moral y falta de humanidad que se había apoderado de tantos de sus hijos y esa no era tarea de hombres, sino solo del espíritu de Dios.
Tristemente cuando se habla de los logros de la revolución, estas son cosas que no se pueden ignorar, pues son logros también, solo que logros que destruyen. Cómo es posible que el ser humano, aunque de palabra hable de justicia y condene las injusticias de otros, a veces asuma un papel en el cual no se muestre la más mínima sensibilidad. Ese no es más que el fruto de abrazar doctrinas de odio, doctrinas sin Dios, que hacen que los hombres, aunque hayan nacido con la habilidad de hacer el bien, cuando en ocasiones los efluvios de esa doctrina inundan la mente y el corazón, ya no quede en ellos lugar para la compasión. Son incapaces de manifestarla y protagonizan actos que muestran una ausencia total de humanidad.
No es preciso que nadie sepa lo que hayamos hecho, con que cada uno lo sepa es suficiente. Pero hay un Dios, un espíritu que también lo sabe, nuestra propia conciencia de la cual no podemos desprendernos que nos llama al arrepentimiento, porque con esa miseria interior no se puede vivir. Hay momentos en la vida en que es inevitable sufrir la forma en que esa conciencia nos lo recuerda.
Sobre bases así no hay nación que se pueda levantar. No son enemigos de fuera los que no permiten que nuestra Patria se levante, el peor enemigo es aquel que vive dentro de nosotros mismos cuando hemos cerrado el corazón a Dios.
Como dice Ezequiel 11:19
19 Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne.
..y en palabras de nuestro Apóstol en 1882.
“… En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman.
Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra.
Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república.
El odio no construye.”
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