sábado, 21 de marzo de 2015

Moisés La Tierra Prometida Película Cristiana Completa en Español

Travesía por la península de Sinaí[editar]
La travesía por una serie de parajes inhóspitos de la gran masa de personas fue dura y muchos empezaron a dar rumores y a murmurar contra sus líderes (Moisés y Aarón), aduciendo que era mejor estar bajo el yugo egipcio que padecer las penurias de la travesía. Moisés realizó innumerables milagros para aplacar la dureza de la travesía y demostrar al pueblo de Israel que Yahveh los guiaba. Las manifestaciones divinas fueron pródigas.



Tras golpearla con su vara, Moisés hace manar agua de la roca (cuadro por Tintoretto).58
Para alimentarlos, Yahveh hizo llover maná del cielo. Para beber, les dio múltiples fuentes de agua, como la fuente de agua amarga convertida en agua dulce. Mas, para dar agua a los israelitas, Moisés una vez golpeó con su vara una roca y perdió a causa de ello el derecho de entrar en la Tierra Prometida.

En su travesía por los desiertos, Israel lucha por primera vez contra los amalecitas, que eran un pueblo principal y vencen solo por la pujanza de Moisés. (Éxodo 17:8). Israel además vence a Arad, a los amorreos liderados por Sehón (Números, 21) y rodean tierras por donde no se les permite combatir ni se les da el paso, como es el caso de las tierras de Edom.

En el monte Sinaí, el pueblo judío fue organizado doctrinalmente por el sacerdocio menor de Aarón. Se les inculca estatutos, mandamientos y por sobre todo el desarrollar fidelidad a los convenios con Yahveh. Esta historia es contada en el Levítico.

En el mismo monte, Yahveh entrega el Decálogo de los Diez Mandamientos, pero al bajar Moisés junto a Josué, encuentra a su pueblo adorando un becerro de oro. Esta perversión a los ojos de Yahveh fue castigada con la muerte, así en el Éxodo se cuenta: «Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta á puerta por el campo, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés: y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres».59 Situaciones como esta se sucederían varias veces en el trayecto hacia la tierra prometida.

Yahveh le volvió a dictar sus diez mandamientos y para transportar las sagradas escrituras, se construyó el arca de la alianza. Para portar dicha arca, se construyó el Tabernáculo, que sería el transporte del arca hasta que se llegara a la tierra prometida, donde se construiría un templo donde albergarla.

Ya cerca de la tierra prometida, Moisés encomienda a 12 espías el investigar y dar un reporte de las bondades de la tierra de promisión, pero al volver, 10 de los 12 espías dan un reporte sumamente desalentador sobre las gentes que moraban sobre estas tierras, inculcando miedo a las huestes armadas y por sobre todo desconfianza a las promesas de Yahveh. Debido a esto es aquí donde Dios castigó a Israel hablándole a Moisés y diciéndoles estas palabras:

«Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone y a Josué hijo de Nun... Conforme el número de los día, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo...»

Esta historia es contada en el libro de Números capítulo 13 y 14:26-35.


Monumento a Moisés en Monte Nebo, Jordania.
Según esos textos, Yahveh ―al ver el miedo de su pueblo elegido― prohibió la entrada de todo varón de guerra (mayores de 20 años) a la tierra de promisión, incluyendo al mismo Moisés a quien solo se le permitió verla desde lo alto de un monte (Nebo). Hay que aclarar, sin embargo, que la prohibición no incluía a los levitas (tribu a la que pertenecía Moisés), quienes no estaban registrados para la guerra, ni tampoco a Josué y Caleb, quienes sí mostraron fe en las promesas divinas. A Moisés no se le permitió entrar por un incidente posterior en el que se atribuyó crédito personal por un milagro de Yahveh (Números capítulo 20)

Ya estando cerca de Moab, Balac, rey de los moabitas ve venir a Israel por el margen oriental y teme del pueblo de Israel, manda a llamar a Balaam, adivino de Mesopotamia (Números 22) para que maldiga al pueblo de Israel; pero Yahveh envía a un ángel a interponerse en el camino de Balaam hacia el monte de Bamot-Baal y es persuadido a bendecir al pueblo israelita y lo hace tres veces a pesar de los deseos de Balac.

Finalmente, tras cuarenta años de vagar por el desierto, los hebreos de aquella generación murieron en el desierto (Éxodo 16: 35; Números 14: 33, 34: Deuteronomio 1: 1-3; 2: 7; 8: 2, 4).

Una nueva generación de hebreos libres, nacidos en el éxodo, llegaron a la Tierra Prometida y entraron por fin a ella guiados por Josué. Moisés, permaneció con aquellos que no iban a entrar a las tierras prometidas y sabiendo que no estaba lejos la hora de su muerte, le pasó el mando a Josué. Josué cruza el río Jordán dejando atrás casi 40 años de permanencia en el desierto de Parán y una distancia recorrida cercana a los 1000 km (a razón de 25 km/años) desde que dejaron Pi-Ramsés en Egipto.

Cuando murió Moisés, a la edad de ciento veinte años, fue llorado por su pueblo durante treinta días y treinta noches.

Moisés en el judaísmo[editar]
La principal fuente en relación a Moisés es la Torá (Biblia hebrea), cuyos ejemplares son preservados en todas las sinagogas e instituciones israelitas. Dentro de los textos sagrados del judaísmo, particularmente importantes son los libros del Pentateuco, cuya redacción definitiva tuvo lugar en tiempos del monarca Josías, quien gobernó el Reino de Judá en el siglo VII a.E.C.60 Existe además una multitud de otros tantos documentos, literatura, historias e información adicional sobre Moisés en las exégesis rabínicas conocidas como el Midrásh, así como en las compilaciones de textos más importantes de la ley oral judía, a los que se conoce como la Mishná y el Talmud.61

Tradicionalmente durante Pésaj (Pascua judía), y desde por lo menos la Edad Media, los observantes judíos leen el texto de la Hagadá, donde se narra el proceso de liberación de los hebreos de su esclavitud en Egipto y la intervención de Moisés en el mismo.


Liderados por Moisés, los hebreos dejan Egipto. Fresco parietal de la Sinagoga de Dura Europos, 244 E.C.


Moisés y el cruce del Mar Rojo. Fresco parietal de la Sinagoga de Dura Europos, 244 E.C.


Moisés recibe la Ley. Arte asquenazí. Hagadá de los Pajaritos, empleada en Pésaj, c. 1300.62


Moisés lidera el Éxodo. Arte sefardí. Hagadá de Cataluña, siglo XIV


Moisés y Aarón con el Decálogo (escrito en hebreo), óleo, 1692. Museo Judío, Londres


Moisés presenta la Ley al pueblo de Israel. Sinagoga Or Torá, Acre, 2012
Moisés en el cristianismo[editar]
Moisés es un precursor de Jesús, a menudo se los compara e indica que Moisés es considerado un profeta y por consiguiente portador de la palabra de Dios.63 En el Evangelio, las enseñanzas y hechos de la vida de Jesús son comparados con aquellos de Moisés para explicar la misión de Jesús.

Moisés figura a su vez en varios de los mensajes de Jesús. Cuando conoce al fariseo Nicodemo por la noche, en el tercer capítulo del Evangelio de Juan, compara el alzado de la serpiente de bronce en el desierto, que cualquier hebreo podía mirar para ser curado, con su propia ascensión a los cielos (tras su muerte y resurrección) de modo que la gente lo vea y ser curada. En el sexto capítulo, Jesús responde a sus seguidores que Moisés hizo que cayera el maná en el desierto diciendo que no había sido él, sino Yahveh, quien había obrado el milagro. Llamándolo el «pan de la vida», Jesús afirma que ahora es él quien alimenta al pueblo de Yahveh. En la carta de Judas contiene una breve mención de una disputa entre el arcángel Miguel y el diablo por el cuerpo de Moisés.64

La iglesia católica venera a Moisés como santo, tal como a todos los demás patriarcas y profetas del Antiguo Testamento.

Iconográficamente, Moisés figura en relieves, mosaicos, manuscritos miniados, íconos, vitrales, pinturas y esculturas que responden a las diferentes expresiones de la fe cristiana. Moisés es además santo patrono de iglesias en Monte Nebo, Venecia y Ámsterdam.


Relieve de Moisés (Otorgamiento de la Ley). Sarcófago de Ioannes, Constantinopla, siglo V. Bode-Museum, Berlín


El cruce del Mar Rojo y el fin del ejército de Faraón. Salterio de París, c. 950. Bibliothèque nationale de France, MS Grec 139, fol. 419v.


Moisés y la zarza ardiente. Dirk Bouts, 1450-1475


El Profeta Moisés. Iconostasis, siglo XVIII. Monasterio Kizhi, Rusia.65


Vitral con tres etapas de la vida de Moisés. Lawrence Saint, 1933. Catedral Nacional, Washington


Mosaico en la Basílica-Catedral de San Luis, Misuri


Basílica de Moisés en Monte Nebo, Jordania


Mosaico bizantino de la Basílica de Moisés, Monte Nebo, 530 E.C.


Iglesia San Moisés o Iglesia de San Moisés Profeta,66 Venecia, 1668.67


Altar principal de la Iglesia San Moisés, Venecia, Italia


Iglesia de Moisés y Aarón,,68 Ámsterdam, Holanda, 1841.69


Moisés con la Ley, relieve de la Iglesia de Moisés y Aarón en Ámsterdam
Moisés en el islam[editar]
En el Corán, el libro sagrado del Islam, la vida del profeta Moisés (Nabi Musa) se narra y se recuerda más que la de cualquier otro profeta reconocido por los musulmanes. Junto con Abraham, Moisés es considerado uno de los profetas más importantes del monoteísmo en el período anterior a Mahoma.70 El Corán nota que Moisés es una figura principalmente judía y establece pocas diferencias en relación a la creencia tanto de hebreos como de cristianos. El Corán afirma que Yahvé reveló el texto sagrado a Moisés y numerosas secciones del texto bíblico directamente relacionadas con Moisés se hallan incorporadas dentro del más sagrado texto de los musulmanes,71 quienes, por otra parte, veneran lo que ellos consideran ser el sepulcro de Nabi Musa y al que denominan "Maqam El-Nabi Musa", situándolo en el camino entre Jericó y Jerusalén.72 Como localidad, Nabi Musa se halla bajo la administración de la Autoridad Palestina y pertenece a la jurisdicción de Jericó.73


El profeta Musa, con su rostro velado y portando el báculo en su mano. Miniatura islámica, 1489.74