Precisiones sobre fuentes y alcances[editar]
Juan el Apóstol, al igual que la mayoría de las personalidades de la primera comunidad cristiana, no se verifica en fuentes del siglo I que no sean los escritos neotestamentarios. La mayor parte de la información con que se cuenta en nuestros días sobre Juan el Apóstol surge de la aplicación del método histórico-crítico (es decir, el proceso científico de investigar la transmisión, desarrollo y origen de un texto) a fuentes primarias, que consisten en diferentes pasajes del Nuevo Testamento y en otros materiales considerados apócrifos por las distintas confesiones cristianas. A esto se suma el análisis de documentos de la época patrística, que incluyen tradiciones tanto escritas como orales provenientes de las diversas comunidades y escritores cristianos, tradiciones que a veces difieren entre sí.
El \mathfrak{P}66 (papiro Bodmer 66), hallado en Egipto, presentó un fenómeno nuevo, considerado inalcanzable antes de su descubrimiento. Catalogado como papiro de Categoría I según la clasificación de Aland y Aland,3 p. 101
, se trata de un Evangelio de Juan conservado en forma de códice (libro) casi completo, datado de 200 d.C. aproximadamente, y con un primer folio (que se observa en la imagen) en el que consta la sobreinscripción del nombre del Evangelio.3 pp. 87 y 89
Se lo atesora en la Biblioteca de Cologny, en Ginebra, Suiza. Los alcances precisos de la autoría del Evangelio de Juan forman parte de un conjunto de problemas identificados bajo el nombre de «cuestión joánica», objeto de debate por parte de los especialistas.
La complejidad de una síntesis sobre Juan el Apóstol viene dada por la cantidad de antecedentes especulativos existentes sobre su figura para lograr una amalgama de todo lo valioso que contienen las diferentes aportaciones. De hecho, sólo se puede obtener una apreciación correcta de los problemas planteados respecto de Juan y de sus posibles soluciones si se considera la diversidad de enfoques. Ya Adolf von Harnack (1851-1930), teólogo luterano alemán que contribuyó a la llamada «búsqueda del Jesús histórico», puntualizó que el Evangelio que lleva el nombre de Juan es uno de los mayores enigmas del cristianismo primitivo.4 p. 11
Años después, el teólogo y catedrático protestante Charles Harold Dodd (1884-1973) refrendó el comentario anterior diciendo que, si comprendemos a Juan, habremos comprendido qué era realmente el cristianismo primitivo.4 p. 11
Por su parte, el exégeta y catedrático católico Raymond Edward Brown (1928-1998) destacó que la brillante originalidad de los muchos y excelentes comentarios en inglés y alemán referidos a Juan, sumada a la abundante bibliografía periódica sobre el Evangelio de Juan, han hecho que los estudios joánicos adquieran una embarazosa frondosidad. Más aún, Brown señaló en 1966 que, en el apogeo de la crítica liberal de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, pocos críticos aceptaban siquiera una ligera conexión entre el Evangelio de Juan y Juan hijo de Zebedeo. En cambio –prosiguió Brown–, después de la segunda guerra mundial se plasmó lo que se denominó «nueva visión» de los escritos joánicos, que presenta muchos puntos de contacto con la visión tradicional del cristianismo. Así, el Evangelio de Juan se rehabilitó de la crítica que lo consideraba gnóstico, y algunos críticos volvieron a sugerir que «en todo ello tiene algo que ver Juan, hijo de Zebedeo».4 p. 24
Por lo tanto, este artículo incluye en su desarrollo diferentes fuentes primarias fácilmente identificables: pasajes del Nuevo Testamento, apócrifos neotestamentarios y, para algunos puntos, escritos patrísticos que puedan brindar información adicional proveniente de algunos Santos Padres (Ireneo de Lyon, Papías de Hierápolis, Justino Mártir, Melitón de Sardes, Clemente de Alejandría, Jerónimo de Estridón, etc.) o de escritores eclesiásticos (Orígenes, Tertuliano, Eusebio de Cesarea, etc.) de los primeros siglos del cristianismo. En simultaneidad con las fuentes primarias y, en mayor grado, al tratar puntos controvertidos, se introducen múltiples y variadas fuentes secundarias de análisis e interpretación, incluyendo las opiniones de autores de diferentes confesiones cristianas (católicos, protestantes, ortodoxos, anglicanos, etc.) como así también algunas opiniones agnósticas. Las mayores aportaciones vienen dadas por las escuelas inglesa/norteamericana y alemana, aunque no se circunscriben a ellas, siendo por ejemplo destacables para algunos temas los aportes de escritores vinculados a las iglesias de Oriente o a la escuela francesa. La participación de autores de religiones no cristianas en el análisis de Juan el hijo de Zebedeo es exigua en comparación con los anteriores.
A diferencia del análisis de la persona de Juan el Apóstol en sí, su impacto en la cultura es fácilmente verificable, particularmente en fuentes generales de la historia del arte.