lunes, 16 de marzo de 2015
Evangelio de Juan Reina Valera 1960
Tabla 2: Comparación de algunos personajes propuestos como «Discípulo Amado» respecto de puntos que facilitarían una argumentación positiva
Puntos Juan el Apóstol Lázaro Juan Marcos Juan el Presbítero
Presencia en la Última Cena La opinión mayoritaria es que su presencia es cierta, sobre la base de los evangelistas sinópticos (Mateo 26:20; Marcos 14:17) Muy incierta: no hay ninguna referencia directa en los evangelios que avale la presencia de Lázaro en la Última Cena. Incierta: no hay ninguna referencia directa en los evangelios que avale su presencia. La casa familiar de Juan Marcos se ubicaba en Jerusalén (Hechos 12:12) pero eso no significa necesariamente que haya sido la locación de la Última Cena ni, menos aún, sustenta la especulación de la presencia de Juan Marcos, cuyo nombre no aparece en ningún evangelio canónico. Al presente, no hay referencia alguna de la presencia de un «Juan» distinto del apóstol en la Última Cena.
Acceso a la casa de Caifás Incierto, si se especula con la dificultad de que un pescador galileo fuera conocido del Sumo Sacerdote (las explicaciones y antecedentes brindados por Drum86 no satisfacen a quienes esgrimen otras teorías). Posible, si se especula con su pertenencia a la clase sacerdotal. Posible, parece haber tenido parientes en la clase sacerdotal. Bernabé era familiar directo suyo (Colosenses 4:10) y levita (Hechos 4:36). Posible, si se tratara de alguien relacionado con la clase sacerdotal.
Relación con Pedro La opinión mayoritaria es que existía una asociación estrecha cierta entre Juan y Pedro, según los Evangelios sinópticos y los Hechos de los Apóstoles, lo cual argumenta a favor de la hipótesis de Juan el Apóstol como «Discípulo Amado» Al presente, no hay evidencia alguna de un vínculo entre Lázaro y Simón Pedro. Cierta, pero bastante posterior a los hechos narrados en los evangelios. Aparece en Hechos 12:6-12, en ocasión de la liberación de la prisión de Pedro, situada antes de la Pascua de 44. También en 1Pedro 5:13. Al presente, no hay evidencia alguna.
Relación con María, madre de Jesús Quienes consideran que la madre de Juan sería Salomé, que Salomé sería «la hermana de la madre de Jesús» (Juan 19:25) y que, por lo tanto Juan sería sobrino de María, señalan esta relación como justificativo razonable del encargo de Jesús crucificado. Esta interpretación no es unánime. Al presente, no hay evidencia alguna. Al presente, no hay evidencia alguna. Al presente, no hay evidencia alguna.
Vinculación del «Discípulo Amado» con la autoría del Evangelio de Juan Si el «Discípulo Amado» se vincula estrechamente con la autoría del Evangelio, algunos críticos señalan que un hombre con la cultura de un pescador de Galilea no podría haberlo escrito. Sin embargo, Carson argumenta que, en los Hechos de los Apóstoles, el Gran Sanedrín se asombró sobre la valentía (¿y competencia?) de Pedro y Juan para predicar.15 p. 74;
Nota 16 Por lo demás, este punto presenta variantes, por cuanto hoy se discuten también los alcances de la autoría por parte del «Discípulo Amado». ¿Vinculado a la clase sacerdotal, con mayor cultura? ¿Vinculado a la clase sacerdotal, con mayor cultura? ¿Vinculado a la clase sacerdotal, con mayor cultura?
Silencio absoluto y simultáneo en el Evangelio de Juan respecto de Juan el Apóstol y del «Discípulo Amado» - Otros elementos internos del Cuarto Evangelio La comunidad joánica podría haber velado la identidad del apóstol, que llamativamente no es mencionado ni una vez en todo el Evangelio de Juan, bajo el título de «Discípulo Amado». No hay explicación para el silencio del Cuarto Evangelio. El análisis del Evangelio de Juan es indicativo de la consideración de Lázaro como persona amada por Jesús (Juan 11), pero no se explica la razón por la cual Lázaro sería a veces mencionado por su nombre, y otras veces con el epíteto de «Discípulo Amado». No se presentó ninguna explicación sobre el tema, ni hay respaldo interno en el Evangelio de Juan. No se presentó ninguna explicación sobre el tema, ni hay respaldo interno en el Evangelio de Juan.
Referencias en escritos de los Padres de la Iglesia y en materiales apócrifos de los siglos II-III Ireneo de Lyon y Orígenes, entre otros, dan sustento a esta postura. El libro apócrifo «Hechos de Juan» también se refiere al apóstol Juan como aquél que reclinó la cabeza sobre el pecho de Jesús. Ausencia de referencias de Lázaro en calidad de «Discípulo Amado» por parte de los Padres de la Iglesia o en apócrifos tempranos. Ausencia de referencias de Juan Marcos en calidad de «Discípulo Amado» por parte de los Padres de la Iglesia o en apócrifos tempranos En los Padres, ausencia de identificación de Juan el Presbítero con el «Discípulo Amado». Trebilco argumenta lo contrario, pues Eusebio de Cesarea señala el testimonio de Papías de Hierápolis a favor de la existencia de un Juan al cual los autores contemporáneos identifican como «Juan el Presbítero».19 p. 253,
Nota 17 Pero ni Papías ni Eusebio vinculan a «Juan el Presbítero» con la figura del «Discípulo Amado» o con la autoría del Evangelio de Juan.
§Corolario[editar]
En resumen, existen objeciones para considerar a Juan el Apóstol como «Discípulo Amado», particularmente si no se consideran los elementos en conjunto, sino aisladamente del resto. Entre éstas se encuentra la dificultad de acceso a la casa de Anás por parte de un pescador de Galilea (aunque en ese pasaje no se explicita que se trate del «Discípulo Amado»). La necesidad de recurrir a los Evangelios sinópticos para conocer quienes eran los discípulos preferidos por Jesús de Nazaret es también un impedimento en el reconocimiento de Juan el Apóstol como «Discípulo Amado» para quienes apuntan a una interpretación del Evangelio de Juan por sí solo, sin dependencia alguna de los sinópticos. Cabe, sin embargo, objetar que, en el caso de querer explicar el Evangelio de Juan sin conocimiento alguno de los Evangelios sinópticos, muchas otras de sus expresiones internas quedarían también sin explicación o sustento (por ejemplo, el conocimiento de qué era el grupo de «los Doce»).
Por otra parte, la presentación de personajes (Lázaro, Juan Marcos, Juan el Presbítero, la mujer samaritana, Pablo, etc.) distintos de Juan el Apóstol en calidad de presunto «Discípulo Amado», requiere de llamativos supuestos que parecen satisfacer poco; por ejemplo:
suponer que en la Última Cena había discípulos que no pertenecían al grupo de «los Doce», de lo cual no hay evidencias positivas, no sólo en los Evangelios sinópticos, sino en el propio Evangelio de Juan (donde no parece mencionarse explícitamente en la Última Cena a nadie que no sea del grupo apostólico);
suponer que un discípulo tan importante, como para recibir el epíteto de «discípulo a quien Jesús amaba», ni siquiera aparece mencionado en los restantes evangelios (tal el caso de Juan Marcos, Juan el Presbítero, Lázaro, la mujer samaritana o Pablo de Tarso, etc.).
suponer la ausencia de toda referencia vinculada con el discípulo a quien Jesús amaba de los restantes candidatos por parte de los Padres de la IglesiaNota 18 o de autores apócrifos de los siglos II y III, siendo esperable que la persona que representara a una figura de tamaña envergadura como el «Discípulo Amado» tuviera una cierta repercusión en los documentos redactados en los dos siglos posteriores a la composición del Evangelio de Juan.
suponer que la ausencia absoluta en el Evangelio de Juan del nombre de dos de los tres apóstoles preferidos de Jesús (Juan y su hermano Santiago) es fruto de la casualidad, del olvido o del desinterés.
El proceso de identificación racional del «Discípulo Amado» dista mucho de haber llegado a su fin y es difícil que, con los elementos con que se cuenta hoy, se alcance una identificación plena que satisfaga a todos. Sin embargo este proceso no resultó vano pues permitió enriquecer con numerosos elementos de interpretación, tanto el conocimiento de los académicos en general como la espiritualidad de aquellos interesados por descubrir posibles enseñanzas del Evangelio de Juan (como ejemplo de esto último, se encuentra la interpretación simbólica del «Discípulo Amado» como «el discípulo ideal», que se tratará a continuación).
A partir de Ireneo de Lyon, los cristianos comenzaron a llamar a Juan el Apóstol con el epíteto de «Episthetios» (de epì tò stêthos), que significa «sobre el pecho» (de Jesús).106 De allí que las Iglesias en general continúan interpretando al «Discípulo Amado» como Juan el Apóstol. Así lo celebra la Iglesia Católica en la liturgia del 27 de diciembre, festividad de «San Juan, Apóstol y Evangelista».107 Aún teniendo como opción la elección de alguna perícopa de los Evangelios sinópticos que presente de forma explícita al hijo de Zebedeo, la Iglesia Católica adopta para la liturgia el pasaje correspondiente a Juan 20:2-8, en el cual no se menciona al hijo de Zebedeo, sino al discípulo a quien Jesús amaba.
§La imagen del discípulo ideal[editar]
«Despedida de Juan a María» es una escena de retablo realizada por Duccio di Buoninsegna en Siena entre 1308 y 1311, utilizando la técnica de témpera sobre madera. La escena es dominada por María, madre de Jesús, comunicando la proximidad de su muerte a Juan el Apóstol. A la izquierda del cuadro, se cuentan doce apóstoles que incluyen a San Pablo. La identificación del «Discípulo Amado» como «modelo de discípulo» sugiere que el «discípulo ideal» trataría a María como a su propia madre.
Suponiendo que Juan el Apóstol fuera el «Discípulo Amado», aquél «que ha escrito estas cosas» (Juan 21:24), seguramente era reconocido por la comunidad en la que se desarrolló el Evangelio. Bajo tal supuesto se ha conjeturado que Juan pudo no mencionar su nombre por una cuestión de honestidad intelectual, por creer que el principal inspirador de esos escritos era el Espíritu de Dios, «el más profundo autor del Evangelio de Juan».108 Y también es posible que quisiera dejar, a través de la figura del «Discípulo Amado», una imagen del discípulo ideal.4 104
Alv Kragerud postula que el «Discípulo Amado» sería una figura simbólica.109 Para esa interpretación, este autor se basa particularmente en la relación entre el «Discípulo Amado» y Pedro. Sin embargo, una dificultad para considerar la figura del «Discípulo Amado» solamente como un símbolo es que los restantes personajes asociados al «Discípulo Amado» (Simón Pedro, la madre de Jesús, y el mismo Jesús) son considerados por el autor del Evangelio como personajes históricos. Una yuxtaposición de personajes históricos y simbólicos no tendría mucho sentido. T. Lorenzen señala que se debe considerar, además de la figura histórica del «Discípulo Amado», su significado simbólico.110 Según R. Bauckham, la imagen del «Discípulo Amado» en el cuarto Evangelio presenta al autor ideal.111 Su especial intimidad con Jesús, su presencia en los eventos clave en la historia y su percepción de su significado lo califica para ser el testigo ideal de Jesús y por lo tanto el autor ideal de un Evangelio. Por su parte, Raymond E. Brown sostiene que resulta patente que el «Discípulo Amado» tiene una dimensión figurada, que presenta rasgos de ejemplaridad y que, en muchas formas, es el modelo de cristiano. Sin embargo -agrega Brown- la dimensión simbólica no significa que el «Discípulo Amado» sea nada más que un mero símbolo.4 pp. 120-121
Siguiendo esa línea de pensamiento y considerando la «dimensión figurada» antes mencionada, el discípulo ideal amado por el Señor sería aquél que:
tiene familiaridad con Jesucristo y recibe sus confidencias: se sienta junto a Jesús, y recibe la respuesta de Jesús (Juan 13:23-26);
permanece junto a la cruz del crucificado y recibe a María como a su propia madre (Juan 19:25-27);
tiene familiaridad con Pedro, permanece junto a él y lo respeta (Juan 20:1-8);
sabe reconocer al resucitado presente (Juan 21:1-7), y
permanece fiel, es decir, persevera hasta que Jesús vuelva (Juan 21:20-23).
§Juan el Apóstol en la literatura apócrifa[editar]
Varios «libros apócrifos», que no fueron reconocidos como material inspirado por Dios por parte de las diferentes confesiones cristianas, presentan a Juan el Apóstol en distintos pasajes, como protagonista de relatos prodigiosos, inclusive risueños,Nota 19 escritos buscando quizá despertar la admiración o la simpatía de los lectores. Sin embargo, algunos pasajes presentes en esos libros permearon las artes e incluso las celebraciones litúrgicas. No dejan de tener importancia, no solo como fuente de información, sino también como fundamento de un buen número de tradiciones, presentes todavía en nuestra cultura (en el arte, en la literatura y en el folclore).
«Resurrección de Drusiana»
«Martirio de San Juan»
«San Juan en Patmos»
«Ascensión de San Juan»
Detalle
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La Storie di San Giovanni Evangelista es un conjunto de episodios atribuidos a Juan el Apóstol en escritos apócrifos y/o patrísticos. Donatello desarrolló artísticamente la Storia entre 1434 y 1443 en la Sagrestia Vecchia (Antigua Sacristía), uno de los monumentos más importantes de la arquitectura de principios del Renacimiento italiano, al que se accede desde el interior de la Basílica de San Lorenzo de Florencia. Realizados con la técnica suave y elegante del estuco policromado en tonos blanco, rojo y azul, los episodios se ubican en sendos tondos monumentales de 2,15 m de diámetro situados en las pechinas de la cúpula.112
El tratamiento detallado de todos los materiales extracanónicos referidos a Juan el Apóstol excede los alcances del artículo, pero fueron recopilados y revisados.113 Entre ellos se destacan los «Acta Iohannis» o «Hechos de Juan»,12 p. 187-205
como así también los «Hechos de Juan en Roma»;12 p. 205-206
éste último es un nombre dado por Junod y Kaestli a un conjunto de manuscritos que se originaron de forma independiente y que no formaron parte de los Hechos de Juan más antiguos. De los «Hechos de Juan» cabe citar los pasajes referidos a Juan en Éfeso y sus discursos en esa ciudad, la historia y resurrección de Licomedes y Cleopatra, el templo de Artemisa en Éfeso, la resurrección del sacerdote del templo de Artemisa, los pasajes del parricida y de los gemelos poseídos por demonios, el episodio de las chinches, el ciclo de Drusiana, su muerte y resurrección, la conversión de Calímaco, para finalizar con la metástasis o muerte gloriosa de Juan, la última eucaristía y el pasaje referido a su tumba y a la última oración.67 Otros pasajes apócrifos sobre Juan el Apóstol se hallan en los «manuscritos de Nag Hammadi»: el más conocido es el «Evangelio apócrifo de Juan», de temática gnóstica setiana.114
En los «Hechos de Juan», material datado aproximadamente de la segunda mitad del siglo II o del siglo III, no se presenta a Juan el Apóstol como un fundador de Iglesias, ni siquiera como guía de comunidades ya conformadas, sino como un comunicador itinerante de la fe, en el encuentro con «almas capaces de esperar y de ser salvadas» (Hechos de Juan 18:10.23:8).106 Nota 20
§Celebraciones litúrgicas de Juan el Apóstol[editar]
Tumba donde descansarían los restos de Juan el Apóstol, en Selçuk, cerca de Éfeso (Turquía). El apócrifo Hechos de Juan describe el entierro de Juan el Apóstol. La referencia más temprana al lugar del entierro proviene de Polícrates, obispo de Éfeso, alrededor de 190 (citado por Eusebio).115 En el siglo III, Dionisio de Alejandría informa que habría dos tumbas en Éfeso, «diciéndose de cada una de ellas que es la de Juan». Eusebio usa esta referencia para abonar la «teoría de los dos Juanes».
A la hora de reconocer a los hombres insignes del cristianismo del siglo I, las Iglesias cristianas no manifestaron duda alguna respecto de Juan el Apóstol, aun cuando no hubiera muerto martirizado. El culto del apóstol Juan se consolidó a partir de su ministerio en Éfeso. Según la tradición cristiana, su tumba se localiza en Ajasoluk, hoy Selçuk, una colina al nordeste de Éfeso.106 En ese lugar se erigió primero una capilla, que luego fue considerada insuficiente. Justiniano edificó allí una basílica tan grande y magnífica que rivalizó con la de Constantinopla dedicada a los apóstoles. Si bien el culto a Juan en Occidente tuvo inicialmente un tono menor respecto del de otros apóstoles como Pedro y Pablo, la influencia bizantina daría a Juan el Apóstol un lugar de preeminencia a fines de la Edad Antigua y principios de la Edad Media.106
Ese reconocimiento se pone de manifiesto hoy según las características propias de cada rito. La Iglesia Católica Romana lo celebra en su festividad del 27 de diciembre, bajo el título de «San Juan, Apóstol y Evangelista»,107 mientras que la Comunión Anglicana lo llama «Juan, Apóstol y Evangelista» en su calendario litúrgico.116 De igual forma y en el mismo día es recordado por la Iglesia Luterana.117 Más allá de que, a partir de la Reforma, el contenido del calendario litúrgico y de la liturgia misma fuera considerado responsabilidad de la región en que se encontraba cada Iglesia protestante, la festividad referida a Juan se mantuvo con llamativa consistencia acompañando el tiempo de la Natividad.118 Recientemente, el teólogo litúrgico Philip Pfatteicher desarrolló su objetivo de proporcionar un calendario común para luteranos, metodistas, presbiterianos y episcopales, con paralelismos con el calendario católico romano, de forma de reflejar la comprensión actual de los santos y de sus celebraciones. En su obra presenta la celebración de «San Juan, Apóstol, Evangelista» el día 27 de diciembre,119 lo cual sugiere la solidez de esta festividad en los diferentes ritos cristianos.
En los orígenes de la festividad, se celebraba conjuntamente a Juan y a su hermano Santiago el Mayor el día 27 de diciembre: ambos nombres aparecen juntos en el Calendario Cartaginés, en el Martyrologium hieronymianum (Martirologio jeronimiano, siglo VI) y en los libros litúrgicos galicanos. Pero en Roma, ya desde fechas tempranas, la fiesta fue reservada a San Juan únicamente. Más aún, en el Calendario Tridentino se conmemoraba a Juan hasta el día 3 de enero inclusive, es decir, la octava de la festividad del 27 de diciembre. Esta octava fue suprimida, junto con otras, por el Papa Pío XII en 1955: solamente las octavas de Pascua, Navidad y Pentecostés se continuaron celebrando.120
San Giovanni in Oleo, próximo a la Porta Latina (Roma), levantado en el siglo XVI en conmemoración del martirio de Juan
Además de la octava del 27 de diciembre, el Calendario Tridentino celebraba también la festividad de San Giovanni a Porta Latina (San Juan ante la Puerta Latina) el 6 de mayo.121 Esta celebración se asociaba con la referencia de Tertuliano, según la cual San Juan fue llevado a Roma durante el reinado del emperador Domiciano, y arrojado en una caldera de aceite hirviendo, de la que fue preservado milagrosamente, saliendo ileso.
En conmemoración, se levantó un oratorio o templete en el lugar, que lleva el nombre de San Giovanni in Oleo y cuya última refacción es de Gian Lorenzo Bernini. A pocos metros, se alzó la Basilica di San Giovanni a Porta Latina, cuya primera fase de construcción paleocristiana se documentó arqueológicamente entre los siglos V y VI d.C. Fue consagrada por el Papa Adriano I en 780.122
Como se observa en la Tabla 3, confeccionada con datos obtenidos de las fuentes primarias indicadas, las celebraciones a San Juan se registraron en la liturgia de Occidente en general (Occidentales Liturgiae)123 y en diferentes calendarios y martirologios antiguos en particular.124 Las mayores diferencias radican en la inclusión o no de la antigua festividad de Juan ante la Puerta Latina.
Tabla 3: Comparación de las celebraciones referidas a San Juan en distintos calendarios litúrgicos o martirologios antiguos
Calendario o Martirologio 6 de mayo 27 de diciembre
Martyrologium syriacum – S. apostolorum Jacobi et Johannis.
Calendarium anglicanum Sancti Johannis apostoli ante portam Latinam. Sancti Johannis Evangelistæ.
Kalendarium gothicum (Liturgia mozarabica) – Joánnis Apóstoli et Evangelistæ.
Bedae martirologium S. Johannis Evangelistae ante portam latinam. S. Johannis Apostoli, et Evangelistæ.
Kalendarium antiquissimum – Nat. Joannis Evangelistæ.
Kalendarium floriacense – Natale S. Johannis Evangelistæ.
Kalendarium mantuanum Johannis in Dolio missi. Johannis Evangelistæ.
Kalendarium vallumbrosanum S. Johannis ante portam latinam. S. Johannis Apostoli et Evangelistæ.
Kalendarium verdinense – S. Johannis Apostoli et Evangelistæ.
Kalendarium stabulense – In Epheso Assumptio S. Joannis Apostoli et Evangelistae.
Lucensis kalendarii fragmentum – S. Johannis Evangelistæ.
Martyrologium insignis ecclesiæ antissiodorensis Romæ S. Johannis apostoli et evangelistæ, quando ante portam Latinam in ferventis olei dolio missus est. Sancti Joannis, Apostoli et Evangelistæ.Nota 21
Fragmentum alterius multo antiquioris vallumbrosani kalendarii S. Johannis ante portam latinam. S. Johannis Evangeliste.
Vetus martyrologium romanum Sancti Joannis, Apostoli et Evangelistæ, ante Portam Latinam.Nota 22 Sancti Joannis, Apostoli et Evangelistæ.Nota 23
La festividad católica de San Juan ante la Puerta Latina fue eliminada, junto con otras del Calendario General Romano por el papa Juan XXIII en su Rubricarum instructum del 25 de julio de 1960,125 con el fin de evitar la duplicación de festividades de un mismo santo. Por esa razón, se registra en el Misal romano del 17 de enero de 1957,126 pero no en el Misal romano de Juan XXIII, del 23 de junio 1962.127
«San Juan el Evangelista en Patmos» (entre 1640 y 1650), óleo sobre lienzo realizado por el pintor, escultor y arquitecto español Alonso Cano. Se localiza actualmente en Budapest.
El 26 de setiembre se celebra en la liturgia ortodoxa oriental el «Reposo del Santo Apóstol y Evangelista Juan el Teólogo» (pues se lo considera autor del Evangelio de Juan, de las I, II y III Epístolas de Juan, y del Libro del Apocalipsis).128 La «partida» de Juan el Apóstol se menciona en el Menologio de Constantinopla y en el Calendario de Nápoles en esa fecha.60
En el rito armenio se celebra a los «Santos Apóstoles Santiago y Juan, "Hijos del Trueno"», usualmente el 29 de diciembre.129
En el rito ortodoxo siríaco se celebra al «Apóstol Juan, el Evangelista» el 8 de mayo.130
Por su parte, el Synaxarium de la Iglesia Ortodoxa Copta conmemora la «partida de San Juan el Evangelista y Teólogo» en el cuarto día del mes tobi (quinto mes del calendario copto). Considera como año de su partida el 100 d.C., y afirma que él predicó en Éfeso, ciudad habitada por gente de dura cerviz, acompañado por su discípulo, el diácono Prócoro. El Synaxarium copto establece que San Juan el Evangelista vivió más de 90 años, y que solía ser llevado a las reuniones de los creyentes, según lo comentado por San Jerónimo más arriba. Le atribuyen el Evangelio que lleva su nombre, así como el Libro del Apocalipsis, y las tres epístolas joánicas. La Iglesia copta señala que Juan murió en Éfeso a una edad avanzada.60
§Algunas características que le atribuye el cristianismo[editar]
Algunas de las características que el cristianismo asocia a Juan el Apóstol son consecuencia de atribuirsele los llamados «escritos joánicos» (Evangelio de Juan, Apocalipsis y I, II y III Epístola de Juan) e identificársele como «el discípulo a quien Jesús amaba», atribuciones e identificación cuyos alcances ya se discutió en secciones anteriores.
Entre esas características que el cristianismo le atribuye se destacan dos:
1) su visión y su misticismo.
2) su lenguaje, por el cual se lo llama el «Apóstol del Amor»
§Su visión y su misticismo[editar]
«El que lo vio lo atestigua y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis» (Juan 19:35). Quienes sostienen que el discípulo al que Jesús amaba era el propio Juan (ver referencias anteriores), consideran asímismo que el testigo ocular del que habla el Evangelio de Juan sería el mismo Apóstol: él «vio y creyó» (Juan 20:8).
El águila «es el símbolo del apóstol Juan».2 ¿Por qué? El águila es el pájaro solar, imagen del fuego, de la altitud, de la profundidad y de la luz. Es el ave que posee una vista penetrante, comparable al «ojo que todo lo ve», capaz de elevarse por encima de las nubes y de mirar fijamente el sol. Simboliza todo estado trascendente, la potencia más elevada, la contemplación, el genio y el heroismo. Es el símbolo de la ascensión espiritual, que la mantiene elevada en las alturas.2
Evelyn Underhill (1875 –1941). En la primera mitad del siglo XX y en pleno auge de la filosofía analítica y del existencialismo, sus trabajos sobre misticismo cristiano fueron los más leídos en los países de habla inglesa. Según Underhill, Juan era en esencia un místico de una experiencia interior profunda.
Hay quienes consideran que las palabras de Juan son para la meditación, porque nacieron de la meditación y contemplación. De allí que se pueda considerar al Evangelio de Juan como una de las cumbres de la mística experimental cristiana.131 Evelyn Underhill, la escritora y pacifista inglesa venerada por la Iglesia de Inglaterra y conocida por sus numerosos trabajos sobre misticismo cristiano y psicología, definió al Evangelio de Juan como «el más difícil y fascinante de los libros», y escribió de él:
«A partir [...] de un examen imparcial del libro en sí, un dato parece emerger: que su poder, que su originalidad audaz, y sus características únicas sólo pueden explicarse como el fruto de una experiencia interior profunda, una experiencia tan intensa que se parece al yo, que posee una verdad mucho más profunda que cualquier evento meramente externo. No es un tratado, no es una biografía, no es un documento polémico. Aunque la mente de su autor estaba impregnada en la teología de San Pablo y perfectamente familiarizada con la filosofía judeo-helenística popular en su tiempo, su autor era principalmente un vidente místico.»131
Evelyn Underhill
En línea con lo anterior, Orígenes escribió en el siglo III: «Nadie podrá comprender el sentido (del Evangelio de Juan) si no ha reposado sobre el pecho del Señor y no ha recibido de Jesús a María, convertida así en madre suya».132
§Su lenguaje[editar]
En comunidades dinámicas de contacto de grupos y lenguas, los individuos definen su posición social no sólo mediante la selección de una variedad lingüística concreta, sino que demuestran su relación con diferentes grupos a través de la mezcla de elementos pertenecientes a diferentes variedades o «lenguas».133 Por lo tanto, el lenguaje es un descriptor de la personalidad y de la relación con el grupo en que se vive. Y comparando la cantidad de veces que aparecen algunos términos en el Evangelio de Juan, en los Evangelios sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles (Tabla 4),50 se ve con claridad la importancia que Juan otorga a considerar a Dios como «Padre», y a vivir la «vida» verdadera, es decir, «permanecer» en el «amor», la «luz» y la «verdad». Quien así vive, «conoce» a Dios, «cree» en él, y «da testimonio» de él.
Tabla 4: Comparación del número de veces que se utilizan algunos términos específicos en los Evangelios y en Hechos de los Apóstoles
Término Evangelio de Mateo Evangelio de Marcos Evangelio de Lucas Hechos de los Apóstoles Evangelio de Juan
Padre (patēr) 64 18 56 35 137
Permanecer (menō) 3 2 7 13 40
Vida (zōē) 7 4 5 8 36
Amar (agápaō) 8 5 13 0 37
Amor (agápē) 1 0 1 0 7
Amar (phileō) 5 1 2 0 13
Luz (fōs) 7 1 7 10 23
Verdad (alētheia) 1 3 3 3 25
Verdadero (alēthinós) 0 0 1 0 9
Conocer (ginóskō) 20 12 28 16 56
Creer (pistéuō) 11 14 9 37 98
Testimonio (martyría) 0 3 1 1 14
El uso de términos vinculados al «amor» y a la «verdad», tanto en el Evangelio como en las Epístolas joánicas, como también la asociación de Juan el Apóstol con el «Discípulo Amado», favoreció la veneración de Juan como «Apóstol del amor». Algunos teólogos contemporáneos manifiestan una postura contraria respecto del uso de tales términos,134 mientras que otros continúan utilizando los títulos de «Apóstol del amor» y «Apóstol de la verdad» para referirse a Juan el Apóstol.135
§San Juan en las artes[editar]
Buena parte de las obras de arte dedicadas a San Juan hacen referencia al carácter de «Evangelista», aunque no faltan las que lo reconocen en carácter de «Apóstol». Al hacer referencia artística a «Juan el Evangelista», tanto en la edificación de Basílicas o Iglesias, en la realización de estatuas u obras pictóricas, los autores no lo hicieron ciertamente para celebrar a Juan el Presbítero, figura de la cual ninguna conmemoración específica se tiene. En efecto, Juan el Apóstol tiene un relieve incomparable con el de sus otros homónimos, Juan el Presbítero y Juan Marcos.106 Desde el Medioevo y hasta nuestros días, los artistas que evocan a Juan como Evangelista consideran que «el Apóstol es el Evangelista». Las obras maestras fueron realizadas siguiendo la liturgia de la Iglesia, y el común sentir de los fieles. En tal sentido, se considera intelectualmente honesto incluir las referencias a esas obras en este artículo.
§En la arquitectura[editar]
Basílica de San Juan de Letrán (Roma), dedicada a Cristo Salvador y en memoria de San Juan el Bautista y San Juan el Evangelista, quienes así lo señalaron.
Entre las innumerables basílicas e iglesias dedicadas a San Juan, se destacan:
La Archibasílica de San Juan de Letrán en Roma, está dedicada a «Nuestro Salvador», y a la memoria de los santos Juan el Bautista y Juan el Evangelista. Es la catedral de la diócesis de Roma y por ello la Iglesia Católica ha llamado a San Juan de Letrán «la madre de todas las Iglesias».
«Visión de San Juan en Patmos» (1520-1521), fresco de Antonio Allegri da Correggio, en la cúpula de la Iglesia de San Juan el Evangelista. Parma, Italia.
La Iglesia de San Juan en Parma (Italia), detrás de la Catedral. Tiene una fachada manerista diseñada por Simone Moschino y en el interior se admira una cúpula (realizada entre 1520 y 1524), diseñada por Antonio Allegri da Correggio, que representa la «Visión de San Giovanni» en Patmos. La cúpula es una obra de arte que Corregio dibujó con un lápiz en la mano, tal y como hizo con la imagen de San Juan sobre la puerta a la izquierda del altar principal.
En la Basílica de San Zenón, la más famosa de Ravena (Italia), cada una de las enjutas del arco exterior tienen un bajorrelieve representando a San Juan el Bautista y San Juan el Evangelista.
Iglesia de San Juan Fuorcivitas (Pistoia, Italia). La Iglesia de San Juan el Evangelista, es un importante complejo románico en el centro de Pistoia. El nombre «Fuorcivitas» constituye un recordatorio de que la iglesia, cuando fue fundada por los lombardos, se encontraba fuera del primer círculo de murallas de la ciudad.
En Palermo (Italia), la Iglesia de San Juan de los Eremitas.
Catedral de San Juan de Besançon, dedicada a San Juan
En Francia, la Catedral de San Juan de Besançon (Cathédrale Saint-Jean de Besançon), es una basílica y una catedral carolingia, construida por el emperador Carlomagno en el siglo IX, reconstruida en los siglos XII y XVIII, bajo el patronazgo de San Juan.
Escudo de armas de los Reyes Católicos en el Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo. Nótese el águila con nimbo (disco luminoso que rodea su cabeza, significando la apertura de la inteligencia y su irradiación), símbolo de San Juan.
En España, tanto la Iglesia como el Monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo, se consideran entre las muestras más valiosas del estilo gótico isabelino en España, y la construcción más importante erigida por los Reyes Católicos. San Juan Apóstol y Evangelista era el santo de devoción personal de Isabel la Católica, de lo cual la reina dejó constancia en su escudo de armas con la inclusión del águila nimbada del discípulo de Jesucristo. En 1926, fue declarado monumento histórico-artístico de interés nacional.136
También en España, la Iglesia de San Juan de Letrán (Valladolid), y las Iglesias de San Juan el Evangelista en Almería, en Jaén, en Blanca (Murcia); en Melegís (Granada), en Peralta (Navarra), y en Torrejón de Ardoz (Madrid), entre otras.
En España y en Cracovia (Polonia), un número de Iglesias llamadas «de los Santos Juanes», le están dedicadas, conjuntamente con Juan el Bautista ya que, según la fe cristiana, ambos señalaron al Salvador.
En la planificación del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (Barcelona, España), las «Torres de los Evangelistas» están rematadas por las figuras alegóricas que los representan en la iconografía cristiana, correspondiendo a San Juan el águila. En esa obra monumental, las torres de los evangelistas están relacionadas con los signos del Zodíaco (en el caso de Juan, Escorpio), con los cuatro elementos (en Juan, el agua), y con los cuatro estadios del camino hacia el conocimiento (correspondiendo a Juan el estadio final, el del silencio).137
Gruta del Apocalipsis en Patmos, Grecia. Se trata de la entrada al complejo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999.
En la isla de Patmos (que se ha dado en llamar «la isla del Apocalipsis»), se construyó el Centro histórico (Chorá) y el Monasterio de San Juan el Teólogo cuyo conjunto, unido a la gruta del Apocalipsis, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, inscripto en el año 1999. El Monasterio de Hagios Ioannis Theologos (Monasterio de San Juan el Teólogo) y la Cueva del Apocalipsis en la isla de Patmos, junto con la construcción medieval asociada de Chora, constituyen un centro tradicional de peregrinación ortodoxa griega de interés arquitectónico excepcional. La ciudad de Chora es uno de los pocos asentamientos en Grecia que se han desarrollado sin interrupción desde el siglo XII. Hay escasos lugares en el mundo en los que las ceremonias religiosas que se remontan a la época cristiana primitiva aún se practiquen sin cambios, como sucede allí. El Monasterio de San Juan el Teólogo y la Gruta del Apocalipsis conmemoran el lugar donde San Juan el Teólogo (rememorado también como «el divino» y «el discípulo amado») habría compuesto el último libro de las Sagradas Escrituras. El monasterio cuenta en su atrio con frescos famosos alusivos a Juan.
§En la escultura[editar]
San Juan el Evangelista, de Donatello, se encuentra desde 1990 en el Duomo de Florencia, Italia.
San Juan Evangelista (1799). José Luján Pérez. Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, Villa de La Orotava (Tenerife).
Entre las numerosas esculturas y tallas que tienen como tema a San Juan, cabe citar:
La colosal figura sedente de San Juan el Evangelista, de 2,15 m de altura, esculpida en mármol por Donato di Niccolo Donatello entre 1409 y 1411, que se conserva en el Museo dell'Opera del Duomo, en Florencia (Italia).
La escultura de San Juan el Evangelista, de Alessandro Algardi (1598-1654), arquitecto y escultor de obras en estilo barroco, sucesor de Lorenzo Bernini en la corte papal de León XI. Bologna (Italia). En la escultura se observa a Juan con un libro en la mano izquierda y un cáliz en la derecha.
La escultura San Juan el Evangelista de la Catedral de Lima (1623), obra de Martín Alonso de Mesa.138
La escultura San Juan el Evangelista (1637), obra del máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería, Juan Martínez Montañés (1568-1649), exhibida en el Convento de Santa Paula (Sevilla), presenta a Juan con una pluma en su mano derecha y un rollo desplegado en la izquierda.139
La escultura barroca colonial de Santa María Magdalena y San Juan el Apóstol en el grupo del Calvario del Cristo Negro de Esquipulas, Guatemala.
La imagen de San Juan el Evangelista, datada de 1737, propiedad de la Archicofradía del Nazareno, conservada en la Iglesia Mayor de San Mateo Apóstol, es la primera pieza documentada del escultor malagueño Fernando Ortiz (1717-1771), considerado uno de los más destacados imagineros que trabajaron en Andalucía durante el Barroco tardío.
La gigantesca figura de San Juan en el Valle de los Caídos, obra del escultor español Juan de Ávalos
La escultura de San Juan el Evangelista (1764), de José Gambino (1719-1775), un tallado policromado en madera, con incrustaciones de vidrio (ojos). Está ubicada en el retablo mayor de la Iglesia del Monasterio de San Martín Pinario, en Santiago de Compostela, España.
La escultura de San Juan el Evangelista, realizada en el primer tercio del siglo XX, situada en la entrada al cementerio de Vegueta en las Palmas de Gran Canaria. De autor desconocido, esta escultura muestra a San Juan con túnica y manto, con la mano izquierda abierta y receptiva, y la mano derecha apoyada sobre su corazón.140
La escultura de San Juan en el Valle de los Caídos, realizada por Juan de Ávalos. Caracterizada por su monumentalismo categórico, esta figura de San Juan con el águila que lo simboliza ha sido considerada una de las más destacadas representaciones artísticas de Juan en la escultura moderna.
La escultura de San Juan Evangelista, venerada en la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de la Villa de La Orotava es obra del escultor grancanario José Luján Pérez realizada en 1799 por encargo de la Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia, con el fin de sustituir a la antigua esfigie cuyo encargo esta fechado en 1621. La imagen sólo tiene talladas la cabeza, manos y pies, y el resto del cuerpo fue realizado con la técnica de lienzos encolados.Luján optó por representar al evangelista de pie, en el momento de redactar el Evangelio, siendo la única imagen de esta iconografía que realizó de este estilo, ya que el resto de imagenes son esculturas de candelero.
Por otra parte, San Juan suele formar parte de grupos escultóricos, junto a Cristo y a la Virgen de los Dolores, como la imagen tallada por el artista Don Inocencio Cuesta López en 1943. Es representado con larga túnica, las manos juntas, el rostro perfilado por una barba recortada y bigote juvenil.
§En la pintura[editar]
En las artes pictóricas, Juan el Apóstol ha sido tratado en una profusa serie de motivos clásicos,141 142 y sus representaciones alcanzan varios centenares. Entre ellas, cabe citar:
Juan con Jesús, como parte del «Grupo de Dilectos» junto con Pedro y Santiago, en la Transfiguración, en la resurrección de la hija de Jairo, en la Preparación de la Última Cena y en el huerto de Getsemaní.Nota 24
Juan con Jesús, como parte de «los Doce», en la «Última Cena», en la cual se lo representó mayormente como el discípulo amado, con la cabeza recostada sobre el pecho del Señor.Nota 25
Juan con María, madre de Jesús, al pie de la cruz del crucificado («Stabat Mater» y las variantes de crucifixión).Nota 26
Juan con María, madre de Jesús, en el descendimiento de la cruz («Deposición»).Nota 27
Juan con María en la «Piedad», cuando Jesús, muerto, queda en brazos de su madre; y en un tipo de motivo similar conocido como «Lamentación».Nota 28
Juan durante la sepultura de Jesús.Nota 29
Juan, en diversos motivos, con Jesús resucitado, como el «encargo de Cristo a Pedro» (Rafael Sanzio, 1515).
Escenas de los Hechos de los Apóstoles, en las cuales se mantuvo el interés por Juan. Además de Pentecostés (muy ampliamente representado), la escena de la curación del tullido por Pedro y Juan fue plasmada en diversas obras.Nota 30
El arte cristiano medieval suele representar a San Juan el Evangelista con sus atributos: un águila, simbolizando la altura espiritual del Evangelio, la pluma y el rollo o libro. El cáliz como símbolo de San Juan, representación que de acuerdo a varias autoridades no fue adoptada hasta el siglo trece, se interpreta a veces en referencia a la Última Cena, y también en conexión con una leyenda apócrifa según la cual fue ofrecida a San Juan una copa de vino envenenado de la que, tras su bendición, salió el veneno en forma de serpiente. Quizá la explicación más natural se encuentre en las palabras de Jesús de Nazaret a Juan y Santiago: «Mi cáliz, de hecho, lo beberéis» (Mateo 20:23).
§En la literatura[editar]
Entre las obras literarias que hacen referencia a Juan el Apóstol, la Divina Comedia de Dante Alighieri ocupa un lugar excluyente como exponente máximo de la literatura italiana y probablemente uno de las diez más encumbrados de la literatura universal.143 En su travesía por las gradas superiores del Paraíso acompañado de su amada Beatriz, sube el Dante al octavo cielo de las estrellas fijas donde dice no poder describir todo lo que ve. Allí es indagado por 3 sapientes y muy particulares «profesores», Pedro, Santiago (a quien se refiere como «el varón por quien allá abajo Galicia se visita») y Juan el Apóstol («este es aquel que reposó sobre el pecho»), quienes lo examinan respectivamente sobre la fe, la esperanza y el amor-caridad (Paraíso, Cantos XXIII al XXVII).144
Monumental estatua de Dante próxima a la Iglesia de la Santa Cruz, en Florencia. Dante se refiere al águila como «el pájaro de Dios».145 A Dante, quien con tanta admiración escribió sobre Juan el Apóstol, se le atribuyó al igual que aquél el símbolo del águila, prefigurando su elevación espiritual.
Cuando aparece San Juan como la luminaria apostólica mayor y señor del amor (El Paraíso, Canto XXV, 100-139), Dante pierde la vista por exceso de luz al querer mirarlo.144 146
Como el que contempla y se ingenia
de ver cómo eclipsa el Sol un poco,
que por verlo, no vidente queda,
así quedé yo ante aquel último fuego,
mientras se decía: ¿Por qué te ciegas
por ver cosa que aquí no cabe?
Dante, La Divina Comedia, El Paraíso, Canto XXV
San Juan interroga a Dante sobre el amor-caridad, cuál es su objeto, los motivos que lo mueven al amor a Dios y al amor al prójimo. Luego de responder a las preguntas del apóstol, y por mediación de Beatriz, Dante recupera la vista. Así, Dante Alighieri presenta a Juan el Apóstol guardando fidelidad a la imagen que del mismo tienen los creyentes, quienes lo consideran el «Apóstol del amor» por antonomasia.
Adam de Saint-Victor, considerado el más importante poeta latino de la Edad Media, dedica a San Juan el poema titulado «Jocundare plebs fidelis», además de distintas secuencias. El poeta lírico alemán Friedrich Hölderlin (1770-1843) incluye explícitamente a Juan el Apóstol en su obra «Patmos» (1802), un himno notable donde incorpora distintos aspectos de la espiritualidad joánica. El poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) se inspira en la leyenda de San Juan errante por la tierra hasta el retorno de Cristo para su obra «San Juan» («Saint John»), que se subtitula «Saint John wandering over the face of the earth». Además menciona a Juan el Apóstol en su «John Alden».
El famoso poeta y dramaturgo inglés Robert Browning (1812-1889) también se inspira en la figura de Juan el Apóstol para su obra «A Death in the Desert», que forma parte de su «Dramatis personae» (1864). Robert Browning, conocedor de la crítica racionalista que arrecia contra la figura de Juan, responde así a los trabajos de Ernest Renan y de David Friedrich Strauss, quien mitifica al Evangelio de Juan. «A Death in the Desert» fue catalogada por William Temple como «la más penetrante interpretación de San Juan que existe en la lengua inglesa».
§En la música[editar]
Órgano de la Iglesia de San Nicolás, en Leipzig, Alemania, lugar donde se estrenó la Pasión según San Juan, de Johann Sebastian Bach
Meses después de iniciar su tarea en Leipzig, Johann Sebastian Bach estrena su «Johannes-Passion» o «Pasión según San Juan» (BWV 245), el viernes santo de 1724 en la Iglesia de San Nicolás (Leipzig). Es una obra para voces solistas, coro y orquesta que tiene por origen los capítulos 18 y 19 del Evangelio de Juan, aunque cuenta también con otras fuentes. La intención de Bach para esta obra es mantener vivo el espíritu de la congregación en el culto.147
Misa en el entorno de la ermita de San Juan del Monte de Miranda de Ebro, España.
La zarzuela «San Juan del Monte», compuesta en 1920 por Basilio Miranda con letra de Tomás Nozal, es una derivación de las Fiestas de San Juan del Monte. Es posible que la figura de «San Juan del Monte» sea legendaria, ya que no existe un santo canonizado con ese nombre. La fiesta comenzó a realizarse el 6 de mayo, en conjunto con la celebración de San Juan ante la Puerta Latina. Es probable que, con el paso del tiempo, la fiesta haya derivado hacia costumbres más localistas, en que se considera a San Juan como ermitaño. Hoy, esta fiesta popular es la segunda en importancia en España.
§En la cinematografía[editar]
En un sitio web, cuyo objetivo es informar sobre la aparición de figuras específicas en películas cinematográficas y miniseries para televisión, se señala que la figura de Juan el Apóstol se interpreta en más de 60 títulos, a veces como protagonista.148
Entre otras, cabe mencionar las películas: «The King of Kings» (Rey de Reyes, 1927) con Joseph Striker como Juan; «King of Kings» (Rey de Reyes, 1961), con Antonio Mayans como Juan el Apóstol; «The Greatest Story Ever Told» (La historia más grande jamás contada, 1965), con John Considine como Juan; «Jesus of Nazareth» (Jesús de Nazaret, Partes I y II, 1977) con John Duttine en el papel de Juan; «Peter and Paul» (Pedro y Pablo, 1981; TV), con Giannis Voglis como Juan; «St. John in Exile» (San Juan en el Exilio, 1986), con Dean Jones como San Juan; «San Giovanni - L'Apocalisse» (San Juan – El Apocalipsis, 2002) (TV), protagonizada por Richard Harris como Juan, y «The Passion of the Christ» (La pasión de Cristo, 2004), con Hristo Jivkov como Juan.
§El nombre de «Juan» entre los cristianos[editar]
Iohannes (Juan) es uno de los nombres utilizados con mayor asiduidad por los cristianos, en recordatorio de dos figuras excluyentes del cristianismo: San Juan el Bautista y San Juan el Apóstol. En ciertos períodos, fue tan acostumbrado su uso que se llegaron a acuñar expresiones como «Juan del Pueblo» (por antonomasia, cualquier hijo del pueblo o el pueblo mismo) y «Juan Español» (por antonomasia, el pueblo español).1
El nombre de Juan es el más adoptado por los Papas de la Iglesia católica: un total de 23 veces. El último, Juan XXIII, al manifestar el nombre que elegía para su pontificado, dijo:
«Elijo Juan... un nombre dulce para nosotros porque es el nombre de nuestro padre, querido para mí porque es el nombre de la humilde iglesia parroquial donde fui bautizado, el nombre solemne de innumerables catedrales esparcidas por todo el mundo, incluyendo nuestra propia basílica San Juan de Letrán. Veintidós Juanes de legitimidad indiscutible (que han sido Papas), y casi todos tuvieron un breve pontificado. Hemos preferido ocultar la pequeñez de nuestro nombre detrás de esta magnífica sucesión de Papas Romanos. Amamos el nombre de Juan, porque nos recuerda a Juan el Bautista, precursor de nuestro Señor... y al otro Juan, el discípulo y evangelista, quien dijo: "Hijos míos, ámense unos a otros, ámense unos a otros porque este es el gran mandamiento de Cristo." Tal vez podamos, tomando el nombre de esta primera serie de Papas santos, tener algo de su santidad y fortaleza de espíritu, incluso -si Dios lo quiere- hasta el derramamiento de la propia sangre.»149
Juan XXIII
Llamativamente, «Juan Pablo», que conlleva los nombres de dos apóstoles de Jesús de Nazaret, es el único nombre compuesto utilizado por los Papas, el último de ellos Juan Pablo II.
Asimismo, en la Lista de los Patriarcas Coptos de Alejandría, 19 llevaron el nombre de «Juan».
§Legado de Juan el Apóstol[editar]
A diferencia de la mayoría de las representaciones occidentales de Juan el Apóstol, que lo figuran como «eternamente joven», en la iconografía bizantina se lo representó como un hombre anciano, con barba, y en intensa contemplación, con la actitud de quien invita al silencio.106 Estas representaciones parecen querer indicar que la sabiduría de las palabras de Juan nació del tiempo y del silencio. Aquel impulsivo «hijo del trueno», quien cuando joven quiso hacer bajar fuego del cielo para aniquilar a quienes no recibían a Jesús, luego de conocerlo en profundidad, terminó por proponer el amor y el silencio como camino de testimonio y de conocimiento.
Así lo entendió Atenágoras I, el Patriarca ecuménico de Constantinopla, cuando afirmó: «Juan se halla en el origen de nuestra más elevada espiritualidad. Como él, los "silenciosos" conocen ese misterioso intercambio de corazones, invocan la presencia de Juan y su corazón se enciende» (O. Clément, Dialoghi con Atenagora, Turín 1972, p. 159; citado por R. Vignolo).106 Quizá ese sea uno de los mayores legados de Juan, el Apóstol.
§Notas[editar]
Volver arriba ↑ Como se comenta más adelante, esta interpretación no es unánime. En general es aceptada en las Iglesias Católica y Ortodoxa, y más discutida en las Iglesias Protestantes y entre los pensadores agnósticos pues, como expresan tanto R. E. Brown como R. Bauckham, depende de la suposición de que los evangelistas se refieran a las mismas mujeres bajo diferentes formas de identificación.
Volver arriba ↑ El Evangelio de Juan da claros indicios de que fue compuesto cuando ya había tenido lugar la muerte de Pedro (Juan 21:18-19), un hecho que probablemente sucedió durante la persecución de los cristianos del año 64, aunque algunos testimonios antiguos señalan que fue en el año 67. Difícilmente se habría consignado la profecía de Jesús sobre la forma en que Pedro iba a morir si ésta no se hubiese cumplido ya. Por la misma razón, a esto se debe añadir que el evangelio supone que la comunidad cristiana ya estaba separada de la sinagoga (Juan 16:2; ver además: Juan 9:22 y Juan 12:42), por lo que no se puede pensar en una composición anterior a la destrucción del templo de Jerusalén por parte de las legiones romanas de Tito en el año 70.
Volver arriba ↑ El libro de los Hechos de los Apóstoles concluye con el cautiverio de Pablo de Tarso en Roma, aproximadamente en 61-63.
Volver arriba ↑ Como comentan algunos críticos y se refiere en detalle más adelante, la presunta información de Papías se ve confirmada por: (1) el Martirologio siríaco (411), en el cual se lee para el día 27 de diciembre: «Juan y Santiago, Apóstoles, en Jerusalén (sobrentendido, murieron mártires)», y (2) por el escritor sirio Afraates (homilía 21 del año 344). De estos textos confluyen parte de los críticos que los dos hijos de Zebedeo sufrieron el martirio en Palestina (Jerusalén). En cuanto a Santiago el Mayor, se sabe que Hechos 12:2 ubica su decapitación antes de la Pascua de 44. En cuanto a Juan el Apóstol, quien participa del Concilio Apostólico en el año 49, algunos críticos postulan que habría sido muerto por los judíos en 62, justamente con el otro Santiago, hermano del Señor, en ocasión del cambio de procurador. La suposición se basa en la noticia de Flavio Josefo (Antigüedades judías XX, 9, 1) según la cual Anás el joven, en connivencia con el Sanedrín, mató a Santiago, hermano del Señor y también a otros cristianos, con lo cual parecería que se habría propuesto privar de sus jefes a la Iglesia de Jerusalén. Otros sugieren que Juan habría sido muerto en 66, poco después de estallar la primera guerra judeo-romana. En ambos casos suponen que el Evangelio de Marcos difícilmente habría consignado la profecía de Jesús si esta no se hubiese cumplido y los dos hijos de Zebedeo no hubiesen sufrido el martirio antes de la redacción del Evangelio.
Volver arriba ↑ Algunos investigadores han propuesto para el Libro del Apocalipsis una fecha tan temprana como el gobierno de Claudio (41-54) o tan tardía como el de Nerva (96-98) o el de Trajano (98-117). Otros, más en número, han situado el Apocalipsis en la época de la persecución de Nerón (54-68) o durante el gobierno de Vespasiano (69-79). Pero la gran mayoría de los especialistas ha optado siempre por la persecución que tuvo lugar a finales del gobierno de Domiciano (81-96). De hecho, los materiales antiguos asignan el Apocalipsis a ese período, incluyendo los testimonios de Ireneo de Lyon («Adversus haereses» V, 30, 3; II, 22, 5; III, 3, 4) y Orígenes (Comm. in Matt., 16.6). Algunos historiadores antiguos dicen que Nerón fue el primer perseguidor de los cristianos y asocian la figura de la bestia del Apocalipsis a aquel emperador. Pero hay poca semejanza entre su persecución y la referida en el Apocalipsis. La primera se redujo probablemente a Roma y sus alrededores; además, los cristianos fueron acusados entonces de haber incendiado Roma, pero no de haberse negado a dar culto al Imperio romano o a su emperador. En cambio, la siguiente persecución, la de Domiciano, concuerda perfectamente con los datos internos del Apocalipsis. Domiciano tomó muy en serio el culto al emperador.
Volver arriba ↑ El texto original en latín es el siguiente: «[...]Si potes in Asiam tendere, habes Ephesum. Si autem Italiæ adjaces, habes Romam, unde nobis quoque auctoritas præsto est. Ista quam felix Ecclesia! cui totam doctrinam Apostoli cum sanguine suo profuderunt; ubi Petrus passioni Dominieæ adæquatur; ubi Paulus Joannis exitu coronatur; ubi Apostolus Joannes, posteaquam, in oleum igneum demersus, nihil passus est, in insulam relegatur; [...]»
Volver arriba ↑ El historiador Brian W. Jones, buscando enfatizar su postura referida a «la inexistencia de evidencia convincente» de una persecución de Domiciano hacia los cristianos en general o hacia Juan en particular, llega a puntualizar: «Quizá algunos cristianos se encontraban entre aquellos ejecutados o desterrados durante la década del año 90: esto difícilmente constituye una persecución» (op.cit., p. 117). Más adelante, señala: «La evidencia que tenemos sugiere que, hacia el final de su reinado, unos pocos (si los hubiere) judíos y cristianos de alto rango pueden haber enfrentado la persecución (es decir, por supuestas maiestas)» (op.cit., p. 119). Jones atribuye la escritura del Apocalipsis a la existencia de «[...] una extensa guerra civil que sobrevino luego de un siglo de paz y bien pudo haber convencido a Juan de que la segunda venida (de Cristo) estaba cerca y haberlo motivado a escribir el Apocalipsis» (op.cit., p. 117). Para minimizar la importancia de las persecuciones desarrolladas por Domiciano sobre las minorías religiosas, Jones descalifica todas las fuentes clásicas, sin aportar ninguna que implique una acción positiva de parte de Domiciano a favor de una tolerancia religiosa. Una de las razones que habilitan sospechas razonables sobre el alcance de la tolerancia de Domiciano era su carácter, descripto por el propio Jones. La propaganda religiosa, militar y cultural de Domiciano se encaminaba a fomentar el culto a su personalidad. Su administración en general exhibía variados elementos totalitarios: su propia visión como emperador, considerándose a sí mismo el nuevo Augusto, o más aún, haciéndose llamar «señor y dios Domiciano», deificando a tres miembros de su familia; la importancia que daba al culto imperial y a los oráculos; la edificación de poderosas estructuras a fin de que el pueblo recordara los logros de su dinastía (op.cit., pp. 79-98); la celebración de elaborados triunfos para crearse una imagen de emperador-guerrero (op.cit., p. 143); el autonombramiento como censor perpetuo y controlador de la moral pública y privada (op. cit., p. 106), todo ello coadyuvaría a su comportamiento despótico, al creer en su propia iluminación e ilustración, y en su destino de guiar al Imperio Romano hacia una nueva era de prosperidad. En ese marco, cualquier oponente suyo en las ideas o creencias, fuese senador, cortesano o líder religioso se convertía en un riesgo potencial. De allí a la búsqueda de la eliminación del oponente sólo mediaba un paso.
Volver arriba ↑ Roma era liberal en admitir nuevas deidades y tolerante con los cultos extranjeros, mientras ninguno de ellos se alzara contra la religión oficial romana ni prohibiera a sus seguidores participar en sus ritos. En cambio, el cristianismo exigía de sus fieles exclusividad en la adoración religiosa, ya que el culto de adoración implica para los cristianos un tributo que solo puede rendírsele a Dios. Pero los romanos consideraban a las ceremonias y las manifestaciones públicas de su religión politeista también como actos simbólicos de orden político, por lo cual la participación de los súbditos era a la vez un acto religioso, un deber cívico y un signo visible de fidelidad a Roma. Los cristianos no podían tomar parte en esas manifestaciones cívico-religiosas, y por esa razón se les tachaba de ateísmo.
Volver arriba ↑ Buena parte de los autores considera que el martirio de Juan en Roma tiene tintes legendarios. Sin embargo, la controversia sobre el presunto martirio de Juan persiste. Esa controversia se enarbola a principios del siglo pasado, sobre la base de martirologios antiguos en los que se asociaba el martirio de Santiago el mayor con el martirio de Juan el Apóstol. Como se mencionó anteriormente, Marie-Émile Boismard sustenta la hipótesis del presunto martirio temprano de Juan el Apóstol (quizá un martirio contemporáneo al de su hermano Santiago el mayor). Más allá de su postura intelectual, Boismard presenta numerosos elementos dignos de consideración. Comienza por destacar que la tradición del martirio de Juan el Apóstol no puede ser infravalorada ya que se encuentra presente en autores antiguos sólidos, como Gregorio de Nisa y Juan Crisóstomo, entre otros. De hecho, el martirio de Juan parece haber sido conocido y honrado a la par del de su hermano Santiago el mayor. En efecto, la base indiscutible que fundamenta la hipótesis de Boismard es que Jesús profetiza a los dos hijos de Zebedeo que «beberían la misma copa que él y que serían bautizados con el bautismo con que él sería bautizado» (ver: Marcos 10:35-40), en referencia directa al martirio. El significado del «cáliz» o «copa» prometida por Jesucristo al hijo de Zebedeo es el mismo que el del «cáliz» frente al cual Jesús siente pavor en el momento de agonía en el huerto de Getsemani, inmediatamente antes de su pasión y muerte: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (ver: Lucas 22:42, Mateo 26:38-39, Marcos 14:36). El cáliz o copa es símbolo del sacrificio, del martirio, en concordancia con el simbolismo pagano de la sangre de la víctima derramada sobre el altar, mientras que el bautismo en su significado del original griego, hace referencia a la inmersión en un abismo de sufrimiento. El episodio de Jesús profetizando el martirio de los dos hijos de Zebedeo, Juan y Santiago el Mayor, inspiró las liturgias de los primeros siglos y las homilías de las festividades de estos dos apóstoles. Boismard busca confirmar que Juan el Apóstol fue celebrado como un mártir, como se indica en los primeros martirologios (en el Calendario Cartaginés, en el Martyrologium hieronymianum y en los libros litúrgicos galicanos, entre otros). La fecha exacta de su conmemoración primitiva, unos días después de la Navidad, reafirma que, en efecto, se le contaba entre los mártires. Por ejemplo, en el «martirologio de Edessa» («martirologio siríaco»), que data de principios del siglo V y que presenta una lista de mártires de los primeros tiempos, se ubica inmediatamente después de la Navidad la siguiente cronología de mártires: «Esteban» el 26 de diciembre, «Juan y Santiago» conjuntamente el 27 de diciembre, y «Pedro y Pablo» conjuntamente el 28 de diciembre. Boismard se pregunta por qué, en esa secuencia de mártires, Juan el Apóstol habría de ser la excepción. Como se verá en la sección siguiente, la celebración de Juan el Apóstol en ese día perduró en Occidente. En general, la reticencia más perceptible no se refiere a la tradición del martirio de Juan en sí mismo, sino a la clase de martirio y su desenlace. En efecto, el relato relativamente tardío de Tertuliano, implica que el apóstol sufrió un suplicio sin «derramamiento de sangre», es decir, «sin muerte». Por otra parte, es digno de mención que la palabra griega «martyría» hace alusión al testimonio, pero no necesariamente seguido de muerte, algo que cuadraría con la proposición de que Juan el Apóstol sobrevivió al suplicio.
Volver arriba ↑ Otros investigadores como J.H. Bernard, C.K. Barrett y H.P.V. Nunn también examinan extensamente los materiales patrísticos.
Volver arriba ↑ Donald A. Carson comenta en la obra citada:
"Deberíamos tornar hacia una mucho más respetuosa y cuidadosa escucha de los padres de los tres o cuatro primeros siglos. Al decir esto significo incluir no sólo la vasta colección de evidencias del siglo segundo (...) que demuestra que Juan era mucho más conocido y mucho más ampliamente utilizado de lo que muchos de nosotros sospechamos, sino también la evidencia más específica respecto de la autoría del cuarto Evangelio. Los fragmentos de Papías, por ejemplo, dan lugar a preguntas complejas. Pero algunos de nosotros manejamos esas fuentes –desechando la evidencia patrística de fondo o eligiendo las partes más esotéricas y menos fiables– de formas que los clasicistas competentes nunca harían. Alejarse de la mayor parte del material y luego proponer que el Discípulo Amado es una (identificación) clave para Lázaro o la mujer samaritana es metodológicamente bizarro."
Donald A. Carson
Volver arriba ↑ (1) Serían dos mujeres si se lee: «La madre de Jesús y su hermana, esto es: María de Cleopás y María Magdalena». Pero esta interpretación es muy improbable: es difícil admitir que la madre de Jesús sea llamada «María de Cleopás», y que María Magdalena fuera su hermana. (2) Serían tres si se lee: «La madre de Jesús, y su hermana María de Cleopás, y María Magdalena». Esta interpretación manifiesta la dificultad de que la madre de Jesús tuviera una hermana que llevara su mismo nombre: María (la de Cleopás). (3) Serían cuatro si se lee: «La madre de Jesús, su hermana, María de Cleopás y María Magdalena». Esta interpretación es la más aceptada (aunque no es unánime), por varias razones. Además de la ausencia de las objeciones anteriores, existe una simetría estilística: las dos primeras mujeres se presentan sin nombre y son identificadas por el grado de parentesco (madre-hermana); las otras dos tienen el mismo nombre (María) y se identifican, la primera por el nombre del esposo o del padre (Cleopás) y la segunda por el nombre de origen (Magdala).
Volver arriba ↑ Según Bauckham, María de Cleopás sería en realidad la esposa de un hermano de José llamado Cleopás, mencionado por Hegesipo y citado por Eusebio de Cesarea (Historia Ecclesiae III,11; III,32,6; IV,22,4).
Volver arriba ↑ Llamativamente tampoco es mencionado ninguno de sus familiares: ni el hermano de Juan (Santiago), ni el padre (Zebedeo), ni la presunta madre de Juan (Salomé). Otra ausencia notable es el nombre de «María» como madre de Jesús de Nazaret, a cuya figura se refiere el Evangelio de Juan como «madre de Jesús» o «su madre».
Volver arriba ↑ Como respaldo de esta línea de pensamiento, merece mencionarse que el Evangelio de Juan es el Evangelio que más se interesa por los apóstoles: según Chapman, ese Evangelio menciona nombres de apóstoles 74 veces, contra 50 del Evangelio de Marcos, 43 del Evangelio de Lucas y 40 del Evangelio de Mateo.
Volver arriba ↑ Allí mismo, y como argumento válido contra la idea de la presunta falta de formación de Juan el Apóstol para ser autor del Evangelio, Carson ejemplifica que el Rabbi Akiba (Rebbe Akiva ben Iosef, ca. 50–ca.135 CE) fue iletrado en sus años de juventud, para luego convertirse en uno de los más grandes rabbís de su generación.
Volver arriba ↑ Paul Trebilco argumenta que Ireneo, al referirse a «Juan», considera a «Juan el Presbítero». Para su argumento, señala que Ireneo conocía a Juan a través de los escritos de Papías y de la tradición de Asia. Enfatiza que Ireneo llama a Juan con el título de «discípulo del Señor», mientras que llama a Pablo con el título de «apóstol». Según Trebilco, y dado el énfasis que Ireneo pone en el «testigo ocular», el título «discípulo del Señor» es más significativo que el de «apóstol». Ireneo usa la expresión «discípulo del Señor» de forma individual, únicamente en conexión con Juan. Trebilco concluye que «todo eso es compatible con Ireneo pensando en Juan como autor del Cuarto Evangelio y como Juan el Presbítero». Sin embargo, Trebilco omite explicar por qué Ireneo dice la frase: «...Algunos de ellos no solamente vieron a Juan, sino también a otros apóstoles...», frase que se comentó anteriormente y que no puede referirse a Juan el Presbítero, que no era apóstol, sino a Juan el hijo de Zebedeo. Más aún, el argumento de Trebilco podría utilizarse para favorecer la postura de Juan el Apóstol como «Discípulo Amado», ya que Trebilco señala una razón por la cual Ireneo podría emplear el título de «discípulo del Señor»: para indicar a través de ese epíteto un testimonio ocular el cual, en los términos de Ireneo, sería superior al de «apóstol».
Volver arriba ↑ Incluso Juan el Presbítero, a quien se vincula con la redacción de alguno de los escritos joánicos como se trató anteriormente, no aparece en la obra de Eusebio de Cesarea vinculado con la figura del «Discípulo Amado».
Volver arriba ↑ En Hechos de Juan 60-61, el relator narra que Juan el Apóstol y sus seguidores -entre los que él se contaba- llegaron a una posada abandonada. Allí, buscaron una cama para Juan. El armazón de una cama yacía en algún lugar, sin cobertores, y sobre él extendieron los mantos que llevaban, y le rogaron que se acostara sobre ella y descansara, en tanto que el resto de ellos dormiría en el suelo. Pero cuando se acostó, unas chinches le incomodaron y, como estos insectos continuaban comportándose de forma cada vez más molesta para él, cuando era alrededor de medianoche, les dijo a oídos de todos ellos: «Yo les digo, oh chinches, compórtense bien todas ustedes, dejen su domicilio por esta noche, permanezcan quietas en un solo lugar, y mantengan distancia de los siervos de Dios». Y mientras ellos se echaban a reír, y continuaban hablando durante algún tiempo, Juan se dedicó a dormir. Ellos, hablando en voz baja, no lo perturbaron (o, gracias a él, no fueron perturbados). Pero cuando estaba amaneciendo, se levantó el relator del libro, junto con Vero (Verus) y Andrónico (Andronicus) y vieron, a la puerta de la casa que habían tomado, que permanecían un gran número de chinches. Mientras les asombraba la vista de todas ellas, y todos los hermanos se despertaban a causa de ellas, Juan continuó durmiendo. Cuando se despertó, le contaron lo que habían visto. Él se sentó en la cama, las miró y dijo: «Ya que os habéis comportado bien obedeciendo mi reprensión, vuelvan a su lugar». Y cuando hubo dicho esto y salido de la cama, las chinches que estaban a la puerta se apresuraron hacia la cama, subieron por las patas de la misma y desaparecieron por las junturas. Y Juan dijo de nuevo: «Estas criaturas escucharon la voz de un hombre, y permanecieron en silencio sin transgredir, pero nosotros, que escuchamos la voz y los mandamientos de Dios, desobedecemos y somos ligeros de mente. ¿Y por cuánto tiempo?»
Volver arriba ↑ En el texto original de Hechos de Juan 23:8, Juan el Apóstol dice: «Levántate, y no seas la ocasión para muchos que desean no creer, o la aflicción para almas capaces de esperar y de ser salvadas.»
Volver arriba ↑ El Martyrologium insignis ecclesiæ antissiodorensis expresa: «Apud Ephesum natale sancti Johannis apostoli et evangelistæ dilecti Domini. His post exilii relegationem, post Apocalypsis revelationem divinam, post evangelii descriptionem, confectus senio mortuus est post passionem Domini anno LXVIII, ætatis autem suæ nonagesimo nono.»
Volver arriba ↑ El Vetus martyrologium romanum aporta algunos detalles adicionales: «Romae sancti Joannis, Apostoli et Evangelistæ, ante Portam Latinam; qui, ab Epheso, jussu Domitiani, vinctus Romam est perductus, et, judicante Senatu, ante eamdem portam in olei ferventis dolium missus, exivit inde purior et vegetior quam intravit.»
Volver arriba ↑ El Vetus martyrologium romanum aporta otros detalles:«Apud Ephesum natalis sancti Joannis, Apostoli et Evangelistæ, qui, post Evangelii scriptionem, post exsilii relegationem et Apocalypsim divinam, usque ad Trajani Principis tempora perseverans, totius Asiae fundavit rexitque Ecclesias, ac tandem, confectus senio, sexagesimo octavo post passionem Domini anno mortuus est, et juxta eamdem urbem sepultus.»
Volver arriba ↑ Son ejemplos la representación de la Tranfiguración realizada por Perugino (c. 1498), Botticelli (c. 1500), Rafael Sanzio (c. 1517-1520), la resurrección de la hija de Jairo de Vasili Polenov (1871); la Preparación de la Última Cena de Vincenzo Civerchio (1504), y las representaciones de la escena del huerto de Getsemaní de Andrea Mantegna (1460) y de Giorgio Vasari (c. 1570).
Volver arriba ↑ Cabe recordar que en las representaciones cristianas de Occidente se solía representar a Juan como un varón joven y sin barba (la ausencia de barba era utilizada como signo de juventud). Esto pudo haber confundido a algunos contemporáneos, quienes creyeron ver en él la representación de una mujer. Sin embargo, todos los varones jóvenes, y no sólo Juan, eran representados así en la Edad Media. Entre los maestros que así lo personificaron se encuentran Duccio (1308-1311), Pietro Lorenzetti (c. 1320), Giotto (1320-1325), Jaume Serra (1370-1400), Bertram von Minden (1390-1400), Sassetta (1423), Andrea del Castagno (c. 1447), Jaume Baço Jacomart (c. 1450), Jaume Huguet (c. 1470), Cosimo Rosselli (1481-1482), Domenico Ghirlandaio (1480 y 1486), Gil de Siloe (1496-1499), Luca Signorelli (1502), Andrea del Sarto (1520-1525), Bernaert van Orley (1520-1530), Hans Holbein el joven (1524-1525), Jacobo Bassano (1542), Juan de Juanes (c. 1560), El Greco (1568), Daniele Crespi (1624-1625), Valentin de Boulogne (1625-1626), Philippe de Champaigne (1630), entre otros. A estas representaciones se puede sumar la «Última Cena» de Leonardo da Vinci (1495-1497) que representa el momento inmediatamente posterior al anuncio de Jesús de que uno de «los Doce» lo iba a traicionar, y «El lavatorio de los pies» de Giotto (1304-1306) y de Duccio (1308-1311).
Volver arriba ↑ Así fue representado por Simone Martini (1333), Giovanni da Milano (c. 1350), Andrea da Firenze (1370-1377), Meister von Brügge (c. 1400), Antonio da Firenze (1400-1450), Jan van Eyck (c. 1430), Andrea del Castagno (1440-1441), Andrea Mantegna (1457-1459), Francesco Francia (c. 1485), Rafael Sanzio (1502-1503), Albrecht Altdorfer (1520), Nicolas Tournier (1628) y Evgraf Semenovich Sorokin (1873), entre otros.
Volver arriba ↑ Así lo pintaron Hans Pleydenwurff (1465), Gerard David (1510-1515), Bronzino (1545) y Nicolas Poussin (c. 1630), entre otros.
Volver arriba ↑ Así lo caracterizaron Jean Malouel (1400-1410), Giovanni Bellini (1455), Enguerrand Charonton (c. 1460), Sandro Botticelli (c. 1490), Perugino (1494-1495), Il Sodoma (1533) y Anthonis van Dyck (1618-1620); como «Lamentación» fue caracterizado por Hugo van der Goes (1467-1468), Hans Memling (1475-1480) y Albrecht Dürer o Alberto Durero (1494-1497), entre otros.
Volver arriba ↑ Así lo significaron Fra Angelico (1438-1440) y Pedro Sánchez (c. 1490), entre otros.
Volver arriba ↑ Se cuentan, por ejemplo, Masolino da Panicale (1425), Aertsen (c. 1560), Rembrandt (aguafuerte, 1629), Zurbarán (1640), Nicolas Poussin (c. 1645), Gerbrand van den Eeckhout (1667) y Altomonto (1731), entre otros.
§Referencias[editar]
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